Fiesta de todos los santos de la OP
Juan 15,1-8: Apocalipsis de san Juan 21, 5-7 * El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundanteAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Temas de las lecturas: Apocalipsis de san
Juan 21, 5-7 * El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
Textos para este día:
Al vencedor le reservo esta herencia:
El que estaba sentado en el trono, dijo:
«Ahora yo voy a hacer nuevas todas las cosas».
Y añadió:
«Estas son palabras fieles y verdaderas. Escríbelas».
Finalmente me dijo:
«¡Ya está hecho! Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al sediento
le daré a beber gratis del manantial del agua de la vida. El vencedor recibirá
esta herencia, y yo seré su Dios y él será mi hijo».
Juan 15,1-8:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto
en mí, él lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto.
Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en
mí y yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no
permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid,
ustedes los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto
abundante, porque sin mí nada pueden hacer. Al que no permanece en mí se le echa
fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y
arde.
Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y
se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se
manifiesten así como discípulos míos».
Homilía
Temas de las lecturas: Apocalipsis de san Juan 21, 5-7 * El que
permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante
1. La santidad de Domingo
1.1 Así como en la fiesta de Todos los Santos celebramos en cierto modo
toda la santidad de Cristo, que florece en sus mejores discípulos, así puede
decirse proporcionalmente que en esta fiesta de todos los santos de la Orden
celebramos la hermosura y fecundidad del carisma que Dios otorgó a Santo Domingo
de Guzmán.
1.2 En efecto, lo grande en hombres como Domingo, no es sólo que hayan sido
santos ellos mismos sino que hayan tenido tanta capacidad para inspirar la
alegría de la santidad, la belleza de la santidad en otros muchos. Y es que sin
alegría y sin una experiencia de la belleza divina es imposible buscar en serio
la perfección del Evangelio.
2. Una santidad llena de contrastes
2.1 Como en el caso de tantas familias nuestras, también en la familia
de Domingo hay una gran variedad, no exenta de contrastes. Basta mencionar
algunos nombres: Martín de Porres, el humilde portero, y Alberto Magno, el
profesor de profesores en Colonia; el fuego impresionante de Catalina de Siena,
y la serena contemplación de Tomás de Aquino; el ardor misionero de Jacinto de
Polonia y el carácter místico de Juan Macías.
2.2 Semejante variedad indica algo más profundo: aunque nos cobija un mismo
lema, la Verdad, sería muy peligroso creer que alguno de nosotros ya posee toda
la verdad, al punto de poder despreciar o juzgar a los otros. Si la Verdad va de
primera, ella debe ser ante todo la Maestra de todos, de modo que podamos
reconocernos siempre discípulos de un mismo Cristo. Si todos nos reconocemos
posesión suya y reino suyo, estaremos unidos; si alguno quiere reemplazarlo,
vendrá la división.
2.3 Por lo demás, lo que nos une no son solamente recuerdos. Para quienes
creemos en la comunión de los santos, las palabras de Domingo son algo más que
poesía: "Os seré más útil desde el Cielo," nos dijo, y nosotros creemos que su
intercesión eficaz y su don para consolar y animar a sus hermanos y hermanas no
se han extinguido, sino que han alcanzado plenitud en la gloria del Cielo.