Lucas 16, 1-8:
Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso como el suyo * Los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luzAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
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Temas de las lecturas: Cristo transformará
nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso como el suyo * Los que pertenecen
a este mundo son más hábiles en sus negocios que los que pertenecen a la luz
Textos para este día:
Filipenses 3, 17-21; 4, 1:
Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que
tenéis en nosotros.
Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos,
hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la
perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas
terrenas.
Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un
Salvador: el Señor Jesucristo.
Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso,
con esa energía que posee para sometérselo todo.
Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mí corona, manteneos
así, en el Señor, queridos.
Lucas 16, 1-8:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba
sus bienes.
Entonces lo llamó y le dijo:
"¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque
quedas despedido."
El administrador se puso a echar sus cálculos:
"¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo
fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me
echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa."
Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero:
"¿Cuánto debes a mi amo?"
Éste respondió:
"Cien barriles de aceite."
El le dijo:
"Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta."
Luego dijo a otro:
"Y tú, ¿cuánto debes?"
Él contestó:
"Cien fanegas de trigo."
Le dijo:
"Aquí está tu recibo, escribe ochenta."
Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que habla
procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que
los hijos de la luz.»
Homilía
Temas de las lecturas: Cristo transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo
glorioso como el suyo * Los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus
negocios que los que pertenecen a la luz
1. Enemigos de la Cruz de Cristo
1.1 Duro pasaje nos ofrece la primera lectura de hoy: después de descubrir la
inmensa grandeza de Cristo en la hora terrible pero magnífica de la Cruz, ahora
debemos oírle una pésima noticia: hay enemigos de la Cruz de Cristo. Sus
características pueden confundirnos en un primer vistazo. Pablo habla de un modo
metafórico y es nuestro deber descubrir a qué y a quiénes se refiere.
1.2 Hay tres notas que identifican a estos enemigos: "su dios es el vientre";
"se enorgullecen de lo que debería avergonzarlos", y "sólo piensan en las cosas
de la tierra". Sería fácil pensar en gente glotona o materialista, por la
primera y tercera de estas notas, pero un poco de atención a la segunda nos
muestra que esta interpretación es quizá insuficiente. Ni los glotones ni la
gente superficial "se enorgullecen de lo que debería avergonzarlos".
1.3 La verdad es que la Escritura se refiere a estas "vergüenzas" en más de un
lugar. Es un eufemismo frecuente para aludir a las partes íntimas de una
persona, hombre o mujer (cf. Is 47,3; Ap 16,15). Pablo se hace solidario de este
modo de hablar cuando escribe a los corintios: "y las partes del cuerpo que
estimamos menos honrosas, a éstas las vestimos con más honra; de mayor honor.
Así a nuestras partes deshonestas las vestimos con mayor honestidad" (1Co
12,23).
1.4 Esto indica que esos enemigos de la Cruz eran y son los que pretenden hacer
inútil la eficacia de la cruz del Señor, por apoyarse, digamos por caso, en el
hecho de llevar en sus partes íntimas una señal que por sí sola nada vale: la
circunsicisón (1 Cor 7,19; Gál 6,15). Hay un texto que nos aclara muy bien esto:
"Pero yo, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué soy perseguido
aún? En tal caso, el escándalo de la cruz ha sido abolido" (Gal 5,11). Es
evidente que Pablo opone de modo consistente la confianza en una señal externa,
en la propia carne, en las "vergüenzas" y la religión que nace de entregar el
corazón, es decir, "circuncidarlo" por la obra de la fe en la gracia de Dios.
1.5 Así escribe el apóstol: "Porque no es judío el que lo es exteriormente, ni
la circuncisión es la externa, en la carne; sino que es judío el que lo es
interiormente, y la circuncisión es la del corazón, por el Espíritu, no por la
letra; la alabanza del cual no procede de los hombres, sino de Dios" (Rom
2,28-29; cf. Col 2,11). Y que los enemigos de la cruz brotan de los adictos a
las prácticas de la ley de Moisés se ve también en Tit 1,10: "porque hay muchos
rebeldes, habladores vanos y engañadores, especialmente los de la circuncisión"
(Tit 1:10). Y en Gál 6,12-14 leemos una explicación adicional: "Los que desean
agradar en la carne tratan de obligaros a que os circuncidéis, simplemente para
no ser perseguidos a causa de la cruz de Cristo. Porque ni aun los mismos que
son circuncidados guardan la ley, mas ellos desean haceros circuncidar para
gloriarse en vuestra carne. Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la
cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para
mí y yo para el mundo".
2. Amigos de la Cruz, Amigos de la Gracia
2.1 Si ser enemigo de la Cruz de Cristo es apoyarse en prácticas externas y
humanas como las de la ley de Moisés, entedemos también qué significa ser amigo
de la Cruz del Señor. Tal amistad consiste sobre todo en aceptar el bien propio
del sacrificio de Jesús, que es nuestra salvación.
2.2 Del amor de Cristo recibimos un cuerpo nuevo y una ciudadanía nueva. No vale
la pena dar demasiada importancia al vientre, es decir: qué alimentos están
prohibidos o permitidos por la Ley; ni a la circuncisión, es decir: si soy o no
judío de raza, o si mi genealogía es más o menos limpia que la tuya. Nuestras
expectativas y nuestra gloria siguen otras sendas, fundadas en Cristo: "El
transformará nuestro frágil cuerpo en un cuerpo glorioso como el suyo" (Flp
3,21).
2.3 Tampoco vale la pena anclarnos en los "elementos de este mundo" (cf. Col
2,8) y encerrar nuestra lógica en pensamientos que sólo se refieren a cosas y
prácticas que pasarán cuando este mundo pase. ¡Nuestra ciudadanía está en los
cielos!, grita Pablo (Flp 3,20), proclamando la maravillosa libertad de los que
no dependen de sí mismos sino de Dios en cuanto a su destino eterno. Un Dios que
ha mostrado ya su beneplácito en salvarnos.
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