San Alberto Magno, OP
Mateo 13, 47-52: Lo llenará con un espíritu de inteligencia * Cosas nuevas y cosas antiguasAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Lo llenará con un espíritu de
inteligencia * Cosas nuevas y cosas antiguas
Textos para este día:
Eclesiástico 15, 1-6:
El que teme al Señor hará siempre el bien y quien es fiel a la ley obtendrá
sabiduría. Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como una
esposa recién casada. Lo nutrirá con el pan de la sensatez y le dará a beber el
agua de la prudencia. Si se apoya en ella, no vacilará; si confía en ella, no
quedará defraudado.
La sabiduría lo hará destacar entre sus compañeros y le dará elocuencia en la
asamblea. Lo llenará con un espíritu de inteligencia, lo revestirá con una
túnica de gloria. Lo colmará de gozo y alegría y le dará en herencia un nombre
perdurable.
Mateo 13, 47-52:
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud:
«El Reino de los cielos se parece a la red que los pescadores echan en el mar y
recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la
playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran
los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles,
separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí
será el llanto y la desesperación. ¿Han entendido todo esto?»
Ellos le contestaron:
«Sí».
Entonces él les dijo:
«Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es
semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas
antiguas».
Homilía
Temas de las lecturas: Lo llenará con un espíritu de
inteligencia * Cosas nuevas y cosas antiguas
1. Predicador y Obispo
1.1 Una figura rica y compleja como la de Alberto, que por
tantas razones ha sido llamado "el Grande" (Magno), nos presenta el tremendo
reto de hallar qué unifica a una personalidad tan fascinante. La repuesta, creo
yo, debemos encontrarla en su propia vocación, que fue ante todo un llamado a
predicar el Evangelio. Alberto es, primero que todo, un "hermano (fraile)
predicador," y esto es bueno recordarlo entre otras cosas para percibir en él
las riquezas del carisma de santo Domingo de Guzmán.
1.2 Es bueno recordar que el término "Ordo Praedicatorum," que santo Domingo
quiso para su comunidad, era el uso común para referirse a los obispos. En
cuanto sucesores de los apóstoles, son ellos los primeros testigos de la fe y
maestros en el conocimiento del Evangelio de Cristo. Y tales fueron los rasgos
que Domingo quiso para sus frailes. En este sentido, hay una cierta lógica en
que la Iglesia muchas veces haya escogido a frailes predicadores para al alto
ministerio del episcopado. Tal fue el caso con san Alberto.
2. Científico y Filósofo
2.1 La predicación del Evangelio no parece inmediatamente
relacionada con los conocimientos que hoy relacionamos más con la ciencia, sobre
todo la ciencia natural. San Alberto, sin embargo, descolló en el conocimiento
de especies animales y vegetales, y también en áreas profundas de lo que hoy es
la química, y que en ese tiempo era más alquimia que otra cosa. Hay por eso
incluso leyendas sobre el supuesto "esoterismo" de este hombre admirable que en
su deseo de saber buscó los caminos de la sabiduría por todas partes. Tal mote,
bien que resulte atractivo a las modas de Nueva Era actuales, poco tiene que ver
con este fraile estudioso y crítico de sus fuentes, que no se contentaba con
supersticiones.
2.2 El mundo natural atrae a Alberto como una expresión del poder, de la
sabiduría y del amor de Dios. La variedad de las especies y los numerosos
paralelos que pueden hacerse entre sus actividades y las de los humanos, son en
el fondo aproximaciones al don primero, el don de la vida. Podemos decir que el
santo y sabio fraile no da por descontada la vida sino que quiere leerla con
avidez y con profundidad.
2.3 Por eso su búsqueda insaciable no se limita a lo puramente visible. Si hoy
nos parece que ser científico y limitarse a lo sensible son cosas sinónimas, no
era así en el siglo XIII y en todo caso, no era así para san Alberto. La misma
mente que se abre a las manifestaciones del ser en los entes particulares en el
fondo anhela puntos de vista más amplios, que son los que sólo puede ofrecer la
filosofía. Lo mismo que alguien que recorre la orilla de un río y luego se
extasía ante el panorama de todo el valle que el río atraviesa, así Alberto sabe
descender a lo concreto con la ciencia y levantarse a lo universal con la
filosofía.
3. Santo y Maestro de Santos
3.1 Por supuesto, la búsqueda no termina en el ámbito de las
cosas creadas. Creyente hasta la entraña de su ser, Alberto contempla con amor
agradecido la obra del Creador y no le faltan palabras para cantar también la
obra de la redención. Su magna labor filosófica quedaría incompleta sin la luz
brillantísima que sólo viene de la Palabra revelada. Sin arredrarse, incansable
como siempre, Alberto deja por un momento los ensayos de los filósofos y se
postra con gusto ante la gracia que se derrama con abundancia del Nuevo y del
Antiguo Testamento. Si por algo es "Magno" este hombre notable es por esa
capacidad de recorrer la creación con ojos admirados y sin embargo ansiosos de
esa Verdad, la única eterna, la única que puede saciar del todo al alma
racional.
3.2 Alberto, el teólogo, el escritor, el autor místico, es también el profesor y
maestro de otros. De Alberto recibe un método el más grande de los teólogos
católicos, santo Tomás de Aquino. De Alberto bebe con abundancia la mística que
por un tiempo hizo famoso al río Rin, con nombres solemnes como el Maestro
Ekhart, Juan Taulero y el Beato Enrique Seuze.
3.3 Sin duda cuesta trabajo admitir que toda esa obra intelectual y apostólica
aconteció en el curso de una sola vida humana. Prodigio fue de la naturaleza,
pero sobre todo obra del amor más grande y de la gracia que no ha de faltarnos.