Lucas 21, 29-33:
Los muertos fueron juzgados conforme a sus obras. Vi que descendia del cielo la nueva Jerusalén * Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios
Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Temas de las lecturas: Los muertos fueron
juzgados conforme a sus obras. Vi que descendia del cielo la nueva Jerusalén *
Cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios
Textos para este día:
Appcalipsis 20, 1-4.11-15; 21, 1-2:
Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo llevando la llave del
abismo y una cadena grande en la mano. Agarró al dragón, que es la serpiente
primordial, el diablo o Satanás, y lo encadenó para mil años; lo arrojó al
abismo, echó la llave y poso un sello encima, para que no pueda extraviar a las
naciones antes que se cumplan los mil años. Después tiene que estar suelto por
un poco de tiempo. Vi también unos tronos y en ellos se sentaron los encargados
de juzgar; vi también las almas de los decapitados por el testimonio de Jesús y
la palabra de Dios, los que no habían rendido homenaje a la bestia ni a su
estatua y no habían recibido su señal en la frente ni en la mano. Éstos
volvieron a la vida y reinaron con Cristo mil años.
Luego vi un trono blanco y grande, y al que estaba sentado en él. A su presencia
desaparecieron cielo y tierra, porque no hay sitio para ellos. Vi a los muertos,
pequeños y grandes, de pie ante el trono. Se abrieron los libros y se abrió otro
libro, el libro de la vida. Los muertos fueron juzgados según sus obras,
escritas en los libros. El mar entregó sus muertos, muerte y abismo entregaron
sus muertos, y todos fueron juzgados según sus obras. Después muerte y abismo
fueron arrojados al lago de fuego-el lago de fuego es la segunda muerte-. Los
que no estaban escritos en el libro de la vida fueron arrojados al lago de
fuego.
Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera
tierra han pasado, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva
Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia
que se adorna para su esposo.
Lucas 21, 29-33:
En aquel tiempo puso Jesús una comparación a sus discípulos:
"Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos
para saber que la primavera está cerca. Pues cuando veáis que suceden estas
cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios. Os aseguro que, antes que pase
esta generación, todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis
palabras no pasarán".
Homilía
Temas de las lecturas: Los muertos fueron juzgados conforme a sus
obras. Vi que descendia del cielo la nueva Jerusalén * Cuando veáis que suceden
estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios
1. El diablo encadenado
1.1 El Apocalipsis no cesa de asombrarnos. Cada capítulo y cada página
desenvuelven nuevas imágenes y recursos descriptivos que, aunque ya presentes en
el conjunto de la Escritura, aquí adquieren un tono especialmente enérgico y
majestuoso. He aquí una escena portentosa: un Ángel encadena a Satanás por mil
años, aunque luego quedará en libertad por breve tiempo.
1.2 Los estudiosos de la Biblia intentan encontrar un sentido a esa cifra de mil
años. En general hoy podemos hablar de un consenso en un punto: no se trata de
mil vueltas de la tierra alrededor del sol. El Libro Santo no está hablando del
año 1000, ni del año 1100. Ni seguramente alude a una cifra que tengamos que
empezar a contar a partir de algún "gran" acontecimiento, que equivaldría a la
caída de una "Babilonia".
1.3 El diablo encadenado no es un pobre diablo. La Biblia no dice que esté
inactivo, sino que está encadenado, lo cual bien puede y quizá debe entenderse
en el sentido de un poder que no es ilimitado y que queda sujeto a un mandato
particular de quien le encadena, es decir, Dios. Bien puede pensarse que es la
situación en que vemos desenvolverse la historia humana que conocemos: el
demonio no logra lo que quisiera, pues, si pudiera, extinguiría por completo la
noticia sobre Cristo; sin embargo, sí logra objetivos, entorpeciendo, por decir
lo menos, el anuncio de la gracia.
1.4 El tiempo de encadenamiento termina. Esto indicaría, si la interpretación
que seguimos es correcta, que al final de los tiempos habrá un tipo de
confrontación inédito para nosotros; algo que no conocíamos y que reclamará una
gracia singular, como puede entenderse quizás de las palabras que dijo el Señor
Jesús: "Y si aquellos días no fueran acortados, nadie se salvaría; pero por
causa de los escogidos, aquellos días serán acortados" (Mt 24,22). Esto
indicaría un tipo de combate espiritual que rebasa lo que podemos imaginarnos.
2. Un Juicio y un Reino Compartidos
2.1 No podemos dejar pasar por alto un versículo elocuente de la
primera lectura: "vi unos tronos, y a los que se sentaron en ellos se les dio
poder para juzgar... y reinaron con Cristo mil años" (Ap 20,4). He aquí que los
que mueren con Cristo y son vivificados por Cristo, ahora juzgan e incluso
¡reinan! Ponderemos lo que esto significa. Dios ha dicho: "Yo soy el Señor, ése
es mi nombre; mi gloria a otro no daré" (Is 42,8). ¡Y ahora vemos a creaturas
humanas que juzgan y reinan! No hay contradicción, sin embargo: la gracia no es
una simple declaración externa de benevolencia de Dios hacia los pecadores; es
ante todo transformación de nuestro ser por Él y con Él.
2.2 Esto significa participación en su propio ser y obrar, como ya enseñó
audazmente Pedro en su carta, que por las promesas de Dios llegamos a ser
"partícipes de la naturaleza divina" (2 Pe 1,4). Es también lo que contemplamos
en el quinto misterioso glorioso del Santo Rosario: María, la Madre de Jesús,
reina. No reina en lugar de Cristo, sino con Él. Y a eso estamos llamados
nosotros también. Al fin y al cabo, más que siervos ya hemos sido llamados
amigos (cf. Jn 15,15). Amigos que comparten un mismo Pan y un mismo Cáliz.