Marcos 3,13-19:
Es mediador de una alianza mejor * Fue llamando a los que él quiso y los hizo sus compañeros
Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas:
Es mediador de una alianza mejor * Fue llamando a los que él quiso y
los hizo sus compañeros
Textos para este día:
Hebreos 8,6-13:
Ahora a nuestro sumo sacerdote le ha correspondido un ministerio tanto
más excelente, cuanto mejor es la alianza de la que es mediador, una alianza
basada en promesas mejores. En efecto, si la primera hubiera sido perfecta, no
tendría objeto la segunda.
Pero a los antiguos les echa en cara: "Mirad que llegan días -dice el Señor-, en
que haré con la casa de Israel y con la casa de Judá una alianza nueva; no como
la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de
Egipto. Ellos fueron infieles a mi alianza, y yo me desentendí de ellos -dice el
Señor-. Así será la alianza que haré con la casa de Israel después de aquellos
días -oráculo del Señor-: Pondré mis leyes en su mente y las escribiré en sus
corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno
a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: "¡Conoce al Señor!", porque todos
me conocerán, del menor al mayor, pues perdonaré sus delitos y no me acordaré ya
de sus pecados."
Al decir "alianza nueva", dejó anticuada la anterior; y lo que está anticuado y
se hace viejo está a punto de desaparecer.
Marcos 3,13-19:
En aquel tiempo, Jesús, mientras subía a la montaña, fue llamando a los
que él quiso, y se fueron con él. A doce los hizo sus compañeros, para enviarlos
a predicar, con poder para expulsar demonios. Así constituyó el grupo de los
Doce: Simón, a quien dio el sobrenombre de Pedro, Santiago el de Zebedeo y su
hermano Juan, a quienes dio el sobrenombre de Boanerges -Los Truenos-, Andrés,
Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Tadeo, Simón el Celotes y
Judas Iscariote, que lo entregó.
Homilía
Temas de las lecturas:
Es mediador de una alianza mejor * Fue llamando a los que él quiso y
los hizo sus compañeros
1. Una alianza perfecta
1.1 La antigua alianza era imperfecta; la nueva es perfecta. ¿Por qué?
¿Cuál es la diferencia? Ambas son alianzas entre Dios y el hombre. ¿Qué hace
perfecta, y por lo tanto eterna, a la alianza en la Sangre de Cristo?
1.2 La antigua alianza resultó imperfecta, dice Dios, porque "ellos no fueron
fieles a mi alianza y por eso los rechacé" (Heb 8,9). Todo en una alianza radica
en la palabra "fidelidad"; destruida la fidelidad poco o nada queda de la
alianza. Así entendemos qué fallaba en el antiguo pacto: aunque señalaba
apropiadamente los términos, no podía hacer nada frente al problema de la
infidelidad. Sólo podía señalar y condenar el mal, pero no sanar las heridas que
causa ni dar la gracia necesaria para destruir su encanto y su fuerza.
1.3 Esto es lo nuevo que trae la nueva alianza. En el pacto nuevo, sellado en la
Sangre de Jesucristo, encontramos por fin una respuesta al problema de la
infidelidad humana. Jeremías, citado aquí por la Carta a los Hebreos, ya lo
había explicado, aunque algo veladamente: "Pondré mis leyes en su mente y las
escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Nadie tendrá
ya que instruir a su hermano diciendo: Conoce al Señor, porque todos me
conocerán, desde el menor hasta el mayor" (Jer 31,33-34).
1.4 La alianza perfecta está escrita "en el corazón". No es un precepto externo
que tenga que ser intimado por una presión externa o por una exhortación
continua. Las alianzas antiguas, hasta la de Moisés, indicaban exteriormente
cuál es el bien y cuál el mal pero existían sólo como indicadores, y por lo
tanto carecían de poder frente a las insinuaciones del mal. La alianza nueva, la
perfecta, indica, pero sobre todo, mueve; impulsa interiormente; transforma el
propio ser. Frente a esta novedad maravillosa entendemos por qué de la anterior
alianza se dice: "lo que se vuelve viejo y anticuado, está a punto de
desaparecer" (Heb 8,13), con lo cual el autor de esta Carta desea que sus
lecotres comprendan los límites irreversibles de la alianza que hasta entonces
conocían.
2. Los Judíos mesiánicos
2.1 Un tema un poco polémico relacionado con esta enseñanza radica en
esta pregunta: ¿es lícito practicar los ritos de la antigua alianza dentro de la
nueva? Existe un grupo religioso, los "Judíos Mesiánicos", que reconocen en
Jesús al Mesías (Mashiaj) esperado por Israel, predican, como nosotros, que Él
es el Hijo de Dios, y el que tenía que venir al mundo. Algunos de estos judíos
mesiánicos se consideran "cercanos" o incluso "hermanos" con la Iglesia
Católica, otros, en cambio, se ven y proclaman como hostiles a lo que ellos
consideran engaños de esta misma Iglesia. Estamos, pues, ante una realidad
compleja, de la que sin embargo hay que estar enterado, porque tarde o temprano
aparecerá en el camino.
2.2 Utilizan sí, con preferencia los términos hebreos para referirse tanto a la
Escritura como a los puntos centrales de nuestra fe: Jesús es Yeshúa, el
Espíritu Santo es Ruaj haKodesh; el nombre de Dios lo suelen escribir omitiendo
una vocal, para indicar que es un nombre impronunciable: Di-s. Un sacerdote es
un cohén y un obispo es un bishof; la Eucaristía se llama Seudat y el bautismo
tevilá; el Evangelio es la Besurá, mientras que el Antiguo Testamento es el
Tanak y el Nuevo Testamento es B´rit Hajadashá. Conservan, sin embargo,
prácticas judías como el servicio sinagogal, llamado Avodá y otras oraciones y
bendiciones del judaísmo tradicional. ¿Qué decir de todo esto?
2.3 Por ahora nuestro propósito es más informativo que otra cosa. Creo que sí es
importante no dejarnos seducir por el ambiente de misterio y del encanto de los
nombres extraños. Buscar y amar nuestras raíces judías puede traer inmensos
bienes y puede convertirse en un puente de diálogo con los actuales judíos, o
mejor: con las diversas ramas del judaísmo no cristiano. Además, el amor a la
lengua y las costumbres hebreas puede servir de "diccionario existencial" que
nos ayuda a comprender los términos mismos de la Escritura desde una perspectiva
distinta al marco demasiado conceptual y objetivante de nuestras tradiciones
filosóficas occidentales.
2.4 Por otro lado, la práctica de tantos ritos hebreos y la cercanía racial y
cultural con judíos indiferentes, suspicaces o adversos al cristianismo puede
traer graves consecuencias, como por ejemplo, relativizar todo aquello que de
modo más o menos arbitrario se estime como "demasiado católico"; por decir algo:
el enunciado del dogma trinitario o de la explícita divinidad de Jesucristo.
2.5 Aún más: las severas advertencias de Pablo contra los Gálatas, que empezaban
a dar grandísima importancia a la circuncisión y a la práctica de la ley, no han
sido contradichas por la Escritura ni por la tradición centenaria de la Iglesia:
" Mirad, yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, Cristo de nada os
aprovechará. Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está
obligado a cumplir toda la ley. De Cristo os habéis separado, vosotros que
procuráis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído" (Gál 5,2-4).
El peligro de fondo entonces no está en la interpretación teológica ni en la
celebración litúrgica, sino en el corazón mismo de nuestra fe, es decir, en el
cimiento que nos permite reconocernos salvos por la sola gracia de Dios. Sobre
este tema, que requiere más estudio, oración y caridad, tengamos prudencia y
paciencia, sin buscar novedades sólo por ser novedades, y sin huir de nuestras
raíces.