Memoria. Santa Agueda

Lucas 9, 23-26: Dios ha elegido a los débiles del mundo * El que pierda su vida por mi causa, ése la encontrará
Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web:
fraynelson.com  

 

Lecturas de la S. Biblia

Temas de las lecturas:
Dios ha elegido a los débiles del mundo * El que pierda su vida por mi causa, ése la encontrará

Textos para este día:

1 Corintios 1, 26-31:

Hermanos: Consideren que entre ustedes, los que han sido llamados por Dios, no hay muchos sabios, ni muchos poderosos, ni muchos nobles, según los criterios humanos. Pues Dios ha elegido a los ignorantes de este mundo, para humillar a los sabios; a los débiles del mundo, para avergonzar a los fuertes; a los insignificantes y despreciados del mundo, es decir, a los que no valen nada, para reducir a la nada a los que valen; de manera que nadie pueda presumir delante de Dios.

En efecto, por obra de Dios, ustedes están injertados en Cristo Jesús, a quien Dios hizo nuestra sabiduría, nuestra justicia, nuestra santificación y nuestra redención. Por lo tanto, como dice la Escritura: “El que se gloría, que se gloríe en el Señor”.


Lucas 9, 23-26:

En aquel tiempo, Jesús le dijo a la multitud:

«Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?

Por otra parte, si alguien se avergüenza de mí y de mi doctrina, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga revestido de su gloria y de la del Padre y de la gloria de los santos ángeles».


Homilía

Temas de las lecturas:
Dios ha elegido a los débiles del mundo * El que pierda su vida por mi causa, ése la encontrará

1. Reseña biográfica

1.1 Según antiguas tradiciones, Santa Águeda poseía todo lo que una joven suele desear: Una familia distinguida y belleza extraordinaria. Pero atesoraba mucho mas que todo su fe en Jesucristo. Así lo demostró cuando el Senador Quintianus se aprovechó de la persecución del emperador Decio (250-253) contra los cristianos para intentar poseerla. Las propuestas del senador fueron resueltamente rechazadas por la joven virgen, que ya se había comprometido con otro esposo: Jesucristo.

1.2 Quintianus no se dio por vencido y la entregó en manos de Afrodisia, una mujer malvada, con la idea de que esta la sedujera con las tentaciones del mundo. Pero sus malas artes se vieron fustigadas por la virtud y la fidelidad a Cristo que demostró Santa Águeda.

1.3 Quintianus entonces, poseído por la ira, torturó a la joven virgen cruelmente, hasta llegar a ordenar que se le corten los senos. Es famosa la respuesta de Santa Águeda: "Cruel tirano, ¿no te da vergüenza torturar en una mujer el mismo seno con el que de niño te alimentaste?". La santa fue consolada con una visión de San Pedro quién, milagrosamente, la sanó. Pero las torturas continuaron y al fin fue meritoria de la palma del martirio, siendo echada sobre carbones encendidos en Catania, Sicilia (Italia).

2. Martirio y Virginidad

2.1 Mucha gente tiene la idea de que los milagros fueron un gran atractivo en la difusión del Evangelio, en los primeros tiempos. Esto no es cierto, hablando con propiedad. No porque los prodigios y milagros carecieran de atractivo en aquella época. De hecho, siempre es interesante ver cosas raras. Mas en aquellos tiempos lo "raro" era casi "frecuente" porque no faltaban, como tampoco faltan ahora, legiones de curanderos, brujos, invocadores de espíritus, predicadores de cultos extraños, vendedores de sueños, o... simples embaucadores.

2.2 En una época en que la ciencia, como la conocemos, no existía, todo se consideraba mediado por fuerzas extrañas o espíritus misteriosos, y es evidente que un ambiente así hace crédula a la gente, en un sentido, pero, en otro sentido, la hace menos propensa a sobrevalorar que alguien haga cosas "raras".

2.3 Es por eso notable que en los breves datos que tenemos de la vida y martirio de Águeda no aparece un solo milagro de ella. Su milagro fue su fortaleza; su milagro fue su pureza. Ser fuerte en un ideal hasta entregar la vida por él; ser puro en medio de una sociedad que considera normal y obligado un comportamiento sexual desmesurado: ¡eso sí que habla de un Espíritu con E mayúscula! ¡Eso sí que canta la gracia del Cielo! Y eso es lo que vemos hoy en Águeda, virgen y mártir.