San Mateo 8,1-4:
Circuncidad a todos vuestros varones en señal de mi pacto. Sara te va a dar un hijo * Si quieres, puedes limpiarme

Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web:
fraynelson.com  

 

Lecturas de la S. Biblia

Temas de las lecturas:
Circuncidad a todos vuestros varones en señal de mi pacto. Sara te va a dar un hijo * Si quieres, puedes limpiarme

Textos para este día:

Génesis 17,1.9-10.15-22:

Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció el señor y le dijo: "Yo soy el Dios Saday. Camina en mi presencia con lealtad." Dios añadió a Abrahán: "Tú guarda mi pacto, que hago contigo y tus descendientes por generaciones. Éste es el pacto que hago con vosotros y con tus descendientes y que habéis de guardar: circuncidad a todos vuestros varones." Dios dijo a Abrahán: "Saray, tu mujer, ya no se llamará Saray, sino Sara. La bendeciré, y te dará un hijo, y lo bendeciré; de ella nacerán pueblos y reyes de naciones."

Abrahán cayó rostro en tierra y se dijo sonriendo: "¿Un centenario va a tener un hijo, y Sara va a dar a luz a los noventa?" Y Abrahán dijo a Dios: "Me contento con que te guardes vivo a Ismael." Dios replicó: "No; es Sara quien te va a dar un hijo, a quien llamarás Isaac; con él estableceré mi pacto y con sus descendientes, un pacto perpetuo. En cuanto a Ismael, escucho tu petición: lo bendeciré, lo haré fecundo, lo haré multiplicarse sin medida, engendrará doce príncipes, y haré de él un pueblo numeroso. Pero mi pacto lo establezco con Isaac, el hijo que te dará Sara el año que viene por estas fechas." Cuando Dios terminó de hablar con Abrahán, se retiró.

San Mateo 8,1-4:

En aquel tiempo, al bajar Jesús del monte, lo siguió mucha gente. En esto, se le acercó un leproso, se arrodilló y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme." Extendió la mano y lo tocó, diciendo: "Quiero, queda limpio." Y en seguida quedó limpio de la lepra. Jesús le dijo: "No se lo digas a nadie, pero, para que conste, ve a presentarte al sacerdote y entrega la ofrenda que mandó Moisés."

Homilía

Temas de las lecturas:
Circuncidad a todos vuestros varones en señal de mi pacto. Sara te va a dar un hijo * Si quieres, puedes limpiarme

1. El Dios de los Imposibles

1.1 Ya parecía poco probable, humanamente hablando, que Abraham pudiera ser padre cuando engendró a Ismael, que nació de la criada Agar. Del todo imposible que siendo casi centenario, pudiera llegar a ser padre de Isaac, engendrándolo en su propia esposa, estéril y de muy avanzada edad. Pero Dios lo hizo. Y si recorremos la Biblia, encontramos que nuestro Dios es el Dios de los imposibles, el Dios que parece gozarse abriendo caminos donde no los había.

1.2 Contemos esterilidades vencidas: Sara, como estamos viendo, estéril. Rebeca, esposa de Isaac, estéril (Génesis 25,21); Raquel, la esposa preferida de Jacob, estéril (Génesis 29,31); la mamá de Sansón, estéril (Jueces 13,2); Ana, madre de Samuel, estéril (1 Samuel 1,2); Isabel, la mamá de Juan Bautista, estéril (Lucas 1,7). Todo esto indica que Dios se solaza en vencer imposibles y mostrar así que él y sólo él es creador de todos.

1.3 Bien lo resume en poesía el profeta Isaías: "Grita de júbilo, oh estéril, la que no ha dado a luz; prorrumpe en gritos de júbilo y clama en alta voz, la que no ha estado de parto; porque son más los hijos de la desolada que los hijos de la casada--dice el Señor. Ensancha el lugar de tu tienda, extiende las cortinas de tus moradas, no escatimes; alarga tus cuerdas, y refuerza tus estacas. Porque te extenderás hacia la derecha y hacia la izquierda; tu descendencia poseerá naciones, y poblarán ciudades desoladas. No temas, pues no serás avergonzada; ni te sientas humillada, pues no serás agraviada; sino que te olvidarás de la vergüenza de tu juventud, y del oprobio de tu viudez no te acordarás más. Porque tu esposo es tu Hacedor, el Señor de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor es el Santo de Israel, que se llama Dios de toda la tierra. Porque como a mujer abandonada y afligida de espíritu, te ha llamado el Señor, y como a esposa de la juventud que es repudiada --dice tu Dios. Por un breve momento te abandoné, pero con gran compasión te recogeré. En un acceso de ira escondí mi rostro de ti por un momento, pero con misericordia eterna tendré compasión de ti --dice el Señor tu Redentor." (Isaías 54,1-8)

2. El Puro nos Purifica

2.1 La Ley Mosaica prohibía la leproso tener contacto con sus congéneres; debía vivir solo, fuera del campamento (Levítico 13,46). No podía acercarse porque podía contagiar su impureza y sus ropas o cosas debían estar separadas, como él, de toda influencia o trato con los demás. El papel de los sacerdotes frente a esta espantosa enfermedad era simplemente el de declarar que sí había lepra o declarar que se había curado la lepra (Levítico 14,2-7).

2.2 La Ley, pues, conocía que el mal puede extenderse; la impureza puede avanzar. No contemplaba, en cambio, el caso que nos presenta el evangelio de hoy, como hermosa epifanía del poder de Cristo: hoy estamos frente a un caso de pureza contagiosa. El amor de Cristo ha causado que su propia salud se extienda al que estaba infectado y que su pureza se transmita al que estaba aislado por la impureza de su enfermedad.

2.3 Y en ese espíritu hemos de leer este evangelio como eco de la solemnidad de la epifanía: hoy hemos visto que la salud de Cristo es más fuerte que la enfermedad del mundo, así como su luz es más fuerte que nuestras tinieblas.