San Mateo 13,18-23:
La Ley se dio por medio de Moisés * El que escucha la palabra y la entiende, ése dará frutoAutor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web: fraynelson.com
Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: La Ley se dio por
medio de Moisés * El que escucha la palabra y la entiende, ése dará fruto
Textos para este día:
Éxodo 20,1-17:
En aquellos días, el Señor pronunció las siguientes palabras: "Yo
soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás
otros dioses frente a mí. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba
en el cielo, abajo en la tierra o en el agua debajo de la tierra. No te
postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un
dios celoso: castigo el pecado de los padres en los hijos, nietos y biznietos,
cuando me aborrecen. Pero actúo con piedad por mil generaciones cuando me aman y
guardan mis preceptos. No pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso.
Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso.
Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus
tareas, pero el día séptimo es un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios:
no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu
esclava, ni tu ganado, ni el forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis
días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el
séptimo día descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santificó.
Honra a tu padre y a tu madre: así prolongarás tus días en la tierra que el
Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No
darás testimonio falso contra tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu
prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni
su buey, ni su asno, ni nada que sea de él."
San Mateo 13,18-23:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Vosotros oíd lo que
significa la parábola del sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin
entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo
sembrado al borde del camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que
la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es
inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra,
sucumbe. Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los
afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril.
Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende;
ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno."
Homilía
Temas de las lecturas: La Ley se dio por medio de Moisés * El que
escucha la palabra y la entiende, ése dará fruto
1. Sobre el valor permanente de los Mandamientos de la Ley de Dios
1.1 Escribe el Papa Juan Pablo II en su Encíclica Veritatis Splendor,
número 12:
1.2 Sólo Dios puede responder a la pregunta sobre el bien porque El es el Bien.
Pero Dios ya respondió a esta pregunta: lo hizo creando al hombre y ordenándolo
a su fin con sabiduría y amor, mediante la ley inscrita en su corazón (cf. Rom
2, 15), la "ley natural". Esta "no es más que la luz de la inteligencia
infundida en nosotros por Dios. Gracias a ella conocemos lo que se debe hacer y
lo que se debe evitar. Dios dio esta luz y esta ley en la creación". Después lo
hizo en la historia de Israel, particularmente con las "diez palabras", o sea ,
con lo s mandamientos del Sinaí, mediante los cuales El fundó el pueblo de la
Alianza (cf. Ex 24) y lo llamó a ser su "propiedad personal entre todos los
pueblos", "una nación santa" (Ex 19, 5-6), que hiciera resplandecer su santidad
entre todas las naciones (cf. Sab 18, 4; Ez 20, 41). La entrega del Decálogo es
promesa y signo de la Alianza Nueva, cuando la ley será escrita nuevamente y de
modo definitivo en el corazón del hombre (cf. Jer 31, 31-34), para sustituir la
ley del pecado, que había desfigurado aquel corazón (cf. Jer 17, 1). Entonces
será dado "un corazón nuevo" porque en él habitará "un espíritu nuevo", el
Espíritu de Dios (cf. Ez 36, 24-28).
1.3 Por esto, y tras precisar que "uno solo es el Bueno", Jesús responde al
joven: "Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos" (Mt 19, 17). De
este modo, se enuncia una estrecha relación entre la vida eterna y la obediencia
a los mandamientos de Dios: los mandamientos indican al hombre el camino de la
vida eterna y a ella conducen. Por boca del mismo Jesús, nuevo Moisés, los
mandamientos del Decálogo son nuevamente dados a los hombres; El mismo los
confirma definitivamente y nos los propone como camino y condición de salvación.
El mandamiento se vincula con una promesa: en la Antigua Alianza el objeto de la
promesa era la posesión de la tierra en la que el pueblo gozaría de una
existencia libre y según justicia (cf. Dt 6, 20-25); en la Nueva Alianza el
objeto de la promesa es el "reino de los cielos", tal como lo afirma Jesús al
comienzo del "Sermón de la Montaña" --discurso que contiene la formulación más
amplia y completa de la Ley Nueva (cf. Mt 5-7)--, en clara conexión con el
Decálogo entregado por Dios a Moisés en el monte Sinaí. A esta misma realidad
del Reino se refiere la expresión "vida eterna", que es participación en la vida
misma de Dios; aquélla se realiza en toda su perfección sólo después de la
muerte, pero, desde la fe, se convierte ya desde ahora en luz de la verdad,
fuente de sentido para la vida, incipiente participación de una plenitud en el
seguimiento de Cristo. En efecto, Jesús dice a sus discípulos después del
encuentro con el joven rico: "Todo aquel que haya dejado casas, hermanos,
hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por
uno y heredará la vida eterna" (Mt 19, 29).
2. Una siembra abundante
2.1 El evangelio de hoy nos trae otro tema: la abundante siembra de la
Palabra. Es natural y es lo más frecuente que leamos este texto desde el
análisis de los terrenos, pero hay otra lectura posible, que algunos estudiosos
dicen que corresponde más a la intención primera de Jesús: miremos el poder de
la semilla.
2.2 En efecto, este sembrador divino es generoso, como Dios mismo es generoso.
Al planeta tierra, único que cobija vida inteligente en este sistema solar, le
llega una trillonésima parte de la luz del sol; lo demás aparentemente se
desperdicia. Nuestro Dios es un Dios que "desperdicia", pues vemos que
desperdicia atardeceres bellísimos que nadie ve, colores preciosos que nadie
agradece, paisajes de ensueño que nadie canta. Ese "desperdicio", esa
sobreabundancia de donación es como la traducción a nuestro pequeño mundo y a
nuestra pequeña mente del misterio de su infinitud, que no conoce límites. Con
sus "desperdicios" Dios revela discreta pero eficazmente que es infinito.
2.3 Y ese infinito existe también, y mucho más, en la Palabra y en la gracia.
Solemos llamar a la parábola de hoy la parábola del sembrador, pero quizá
podríamos llamarla mejor la parábola de la semilla victoriosa. Porque esta es la
historia de una semilla que, aunque rechazada, oprimida o secuestrada siempre se
sale con la suya y desde la abundancia de su amor todo lo gobierna. Así es Dios.