San Mateo 17,14-20:
Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón * Si tuvierais fe, nada os sería imposible

Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web:
fraynelson.com  

 

Lecturas de la S. Biblia

Temas de las lecturas: Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón * Si tuvierais fe, nada os sería imposible

Textos para este día:

Deuteronomio 6,4-13:

Moisés habló al pueblo, diciendo: "Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales.

Cuando el Señor, tu Dios, te introduzca en la tierra que juró a tus padres -a Abrahán, Isaac y Jacob- que te había de dar, con ciudades grandes y ricas que tú no has construido, casas rebosantes de riquezas que tú nos has llenado, pozos ya excavados que tú no has excavado, viñas y olivares que tú no has plantado, comerás hasta hartarte. Pero, cuidado: no olvides al Señor que te sacó de Egipto, de la esclavitud. Al Señor, tu Dios, temerás, a él sólo servirás, sólo en su nombre jurarás."

San Mateo 17,14-20:

En aquel tiempo, se acercó a Jesús un hombre, que le dijo de rodillas: "Señor, ten compasión de mi hijo, que tiene epilepsia y le dan ataques; muchas veces se cae en el fuego o en el agua. Se lo he traído a tus discípulos, y no han sido capaces de curarlo." Jesús contestó: "¡Generación perversa e infiel! ¿Hasta cuándo tendré que estar con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo." Jesús increpó al demonio, y salió; en aquel momento se curó el niño.

Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron aparte: "¿Y por qué no pudimos echarlo nosotros?" Les contestó: "Por vuestra poca fe. Os aseguro que si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible."

Homilía

Temas de las lecturas:
Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón * Si tuvierais fe, nada os sería imposible

1. El primer mandamiento

1.1 Amar a Dios es el primer mandamiento. Primero en la lista, pero sobre todo primero en importancia. De él, del amor a Dios, nace la LUZ para comprender todo lo que el Señor quiere de nosotros, y de ese mismo amor brota la FUERZA para realizar ese mismo querer en nuestra vida.

1.2 La primera lectura nos habla del amor. Hoy todo el mundo habla del amor, y "hacer el amor" parece cosa tan frecuente, sencilla y casi trivial, que quienes han "hecho el amor" carecen a menudo de todo sentido de pertenencia mutua o de obligación recíproca.

1.3 Frente a este banalización del amor, la Escritura nos invita a descubrir el amor ante todo en su fuente. No serán los pantanos del amor trivial ni los lodazales del amor de compraventa los que nos van a ayudar a descubrir qué significa amar.

1.4 En la fuente del amor encontramos a un Dios generoso, santo, puro, cargado de promesas y abundante en vida y verdad. En la fuente del amor nos descubrimos a nosotros mismos capaces de sacrificio, entrega, alegría y de un profundo sentido de vida.

1.5 Frente a un amor que se desgasta en la vaciedad de sus espasmos, hoy la Biblia nos plantea el hermoso desafío del amor sin límites, ese que no teme darse "con todo el corazón y con todas las fuerzas".

2. La fuerza de una fe total

2.1 A mí personalmente no me desanima sino que me reconfortan las escenas del Evangelio en que veo flaquear de alguna manera a los discípulos.

2.2 Eso no me desanima porque me hace entender que también mis flaquezas tienen un lugar en la Biblia. Y en cambio me reconforta, porque me fascina ver cómo en cada caso Dios tiene un modo de abrirnos a su amor, su poder y su bondad... incluso si para llevarnos a ello tiene que regañarnos un poco.

3. ¿Jesús, el impaciente?

3.1 Las expresiones que escuchamos hoy no son frecuentes en labios de Jesús. Casi pueden extrañarnos: "¿Hasta cuándo estaré con esta gente incrédula y perversa? ¿Hasta cuándo tendré que aguantarla?". Y es natural que nos preguntemos: ¿Qué pasó? ¿Se le agotaba la paciencia a Nuestro Señor?

3.2 Creo que a veces imaginamos la paciencia como "no sentir". Una persona paciente y virtuosa debería ser una paciencia que, o no siente, o disimula lo que siente. Sin embargo, esa insensibilidad es más budismo que cristianismo.

3.3 Así como la piel de Jesús se bañó de sangre y su cuerpo soportó durísimo dolor al ser azotado y golpeado, así también su mente y su alma padecían muchísimo por la torpeza, la lentitud y la continua tergiversación que la acechaba de todas partes.

3.4 Ese "¿hasta cuándo?" de Jesús debe hacernos reflexionar. Lejos de reprocharle que expanda su corazón y nos deje saber su amargura, reflexionemos en la verdad de su carne, que por nosotros padeció, y en la verdad de su dolor continuo, que reprocha y corrige nuestra indolencia.