San Mateo 22, 1-14:
Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi espíritu * A todos los que encontréis convidadlos a la boda

Autor: Fr. Nelson Medina F., O.P
Sitio Web:
fraynelson.com  

 

 

Lecturas de la S. Biblia

Temas de las lecturas:
Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi espíritu * A todos los que encontréis convidadlos a la boda

Textos para este día:

Ezequiel 36, 23-28:

"Mostraré la santidad de mi nombre grande, profanado entre los gentiles, que vosotros habéis profanado en medio de ellos; y conocerán los gentiles que yo soy el Señor -oráculo del Señor-, cuando les haga ver mi santidad al castigaros. Os recogeré de entre las naciones, os reuniré de todos los países, y os llevaré a vuestra tierra.

Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar. Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.

Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos. Y habitaréis en la tierra que di a vuestros padres. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios."

San Mateo 22, 1-14:  

En aquel tiempo volvió a hablar Jesús en parábolas a los sumos sacerdotes y a los senadores del pueblo, diciendo: "El Reino de los cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió a mandar criados encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto. Venid a la boda". Los convidados no hicieron caso, uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los caminos, y a todos los que encontréis convidadlos a la boda". Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos. La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos"".

Homilía

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Os daré un corazón nuevo y os infundiré mi espíritu * A todos los que encontréis convidadlos a la boda

1. El Problema no estaba Afuera


1.1 Toma mucho tiempo llegar al punto desde el que nos habla el profeta Ezequiel el día de hoy. Toma tiempo descubrir que la raíz de los problemas no está "afuera" sino "adentro."

1.2 "Afuera" están las leyes, que pueden ser muy sabias en sí mismas, pero que resultan impotentes frente a una mente suficientemente sagaz o un bolsillo ávido de sobornos.

1.3 "Afuera" están las fuerzas de policía y de ejército con todas sus armas, que pueden prestar grandes servicios o ejercer espantosa tiranía.

1.4 "Afuera" están incluso nuestros bellos razonamientos, que pueden tener una lógica impecable, pero que no logran mover a la voluntad que piensa sólo en su propio provecho.

1.5 El problema está "adentro," allí donde alcanzamos eso maravilloso que es la sinceridad, la imposibilidad de mentirnos a nosotros mismos. Ese "adentro" la Biblia lo llama "corazón," y la promesa grande es que Dios puede dar un nuevo corazón. Bienaventurado quien crea tal promesa.

2. ¿Digno del Banquete?


2.1 Lo más común es que haya más hambre que alimentos; eso es lo más frecuente: que haya deseo de comer pero no alcance la comida. Sin embargo, el evangelio de hoy presenta la situación inversa: esta vez el banquete está listo y los invitados no quieren ir. Y Jesús dice que el Reino de los Cielos se parece a esa situación. ¿Por qué?

2.2 Una pista para la respuesta es hacernos esta otra pregunta: ¿realmente le aceptamos las invitaciones a Dios? Pensemos nada más en la Biblia. ¿Cuántas biblias envejecen repletas de polvo en casas de familias que se dicen católicas? ¿Y qué tal lo que sucede con los sagrarios de nuestras iglesias? ¿No es verdad que nuestro Jesús Sacramentado recibe muy, muy pocas visitas? Ahí está él; ahí nos aguarda, y sin embargo su invitación cae en el vacío.

2.3 La invitación de Dios nos desconcierta a menudo. Nos dice que está escondido en las ropas de los pobres y que quiere ser visitado en la persona de los encarcelados. Tal vez el problema está en que nuestros ojos no alcanzan a distinguir su presencia y la cobardía de nuestra carne retrocede ante un olor desagradable o ante una historia deprimente. Así rechazamos muchísimas invitaciones que venían de parte de Dios.

2.4 Esto podría explicar la parte de la parábola de hoy que se refiere a la invitación extrema: "Salgan ahora a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren." La sala se llenó de toda clase de gente. Ese hecho podría referirse a ese punto en que se rompen los criterios de delicadeza y de pronto entendemos que todos los que van por el camino, incluyendo al que huele mal y al que tiene una historia bien triste, todos pertenecemos básicamente a un mismo mundo, a una misma raza, y estamos marcados por una misma necesidad de salvación.