IV Domingo de Pascua, Ciclo A

Juan 10, 1-10

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar

 

 

Hch 2, 14. 36-41;  Sal 22;  1P 2, 20-25;  Jn 10, 1-10

“En verdad, en verdad os digo: el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que escala por otro lado, ése es un ladrón y un salteador, pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el portero, y las ovejas escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, va delante de ellas, y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Pero no seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.” Jesús les dijo esta parábola, pero ellos no comprendieron lo que les hablaba.

Entonces Jesús les dijo de nuevo: “En verdad, en verdad os digo: yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido delante de mí son ladrones y salteadores; pero las ovejas no les escucharon. Yo soy la puerta; si uno entra por mí, estará a salvo; entrará y saldrá y encontrará pasto. El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia.

Jn 10, 1-10. 

En este cuarto domingo de Pascua la Iglesia de una manera particular se acoge a las palabras de Cristo: “...pedid al dueño de la mies que envíe obreros a su mies...”; pues este domingo es dedicado de una manera especial a pedir a Dios por las vocaciones sacerdotales. Ante el mandato de Cristo de ir a anunciar el evangelio a todas las gentes, la Santa Madre Iglesia invita a todos sus hijos a pedir al dueño de la mies a que llame a participar del ministerio de Cristo a cuantos en su libre voluntad elija para este ministerio y conceda el Don y la Gracia de que estos elegidos escuchando su voz respondan a la llamada, como se expresa en la Epístola a los Hebreos: “...Señor me has dado un cuerpo para hacer tu voluntad...”; y  también como el profeta Jeremías responde a la llamada de Dios diciendo: “...aquí estoy, envíame...”. Porque como la misma Epístola a los Hebreos nos dice el sacerdote es elegido de entre el pueblo que Dios ha constituido.

El evangelio de San Juan nos presenta la figura del Buen Pastor; tanto San Agustín como San León Magno al explicar este pasaje del evangelio, resaltan la cualidad de este buen pastor contrastándolo con lo que no es el buen pastor. Es verdad en esta sociedad urbana en la cual vivimos, para la gran mayoría de las personas no es muy fácil entender esta figura del pastor y la oveja, porque ya no es una realidad cercana a nuestra vida. Es verdad que por concepto sabemos que el pastor es un guía de las ovejas, es uno que se preocupa de que las ovejas coman buen pasto, es uno que cuida a las ovejas de cualquier peligro, etc.  El sentido que el evangelio busca darle a esta imagen del pastor, está en relación vital entre lo que el pastor puede dispensar a la oveja, dicho en otras palabras, la vida de las ovejas y el bien de ellas depende esencialmente del pastor.

Ante estos presupuestos que hemos dado, podemos decir lo siguiente: hay muchos cristianos católicos que viven su vida entre los principios de la Iglesia y sus propias ideas, a esto en un lenguaje más técnico podemos llamarle sincretismo. Nuestro querido difunto Papa Juan Pablo II, en la Encíclica con la cual clausuró el Año Jubilar en 2001, Novo millennio ineunte, n. 30, decía al respecto: todo programa pastoral debe tener como objetivo llevar a la santidad a los fieles. Entonces aunque quizás la vida del pastor y la oveja pueda estar lejana a nuestra vida, lo que sí es cercano a la realidad nuestra es el sentido de vivir bajo la obediencia a uno que de parte de Dios está puesto para encaminarnos en la verdad de Dios que está simbolizada por el pasto necesario, que satisfacerá nuestra vida.

En nuestros días, por la situación ideológica en la cual el mundo se desenvuelve, hay tantas personas, millones de personas que andan por el mundo como ovejas sin pastor, buscando un pastor; como también hay tantos millones de personas que buscan en su vida ser pastores, ser conductores, ser líderes de personas, porque en el ser líder piensan encontrar la realización de su vida; ante esta situación la imagen del pastor en el sentido evangélico es la de uno que no vive para sí mismo, que tantas veces tendrá que luchar contra el capricho de la oveja que no quiere dejarse conducir, pero que solamente con el amor hacia la oveja misma, con el cariño que debe demostrarle, con la ternura con que tiene que conducirla, el pastor guiará a la oveja, y la oveja, aunque quizás no de buen grado al principio, seguirá al pastor porque necesita de él, sabe que con él está segura y protegida.

Luego de haber expresado muy literariamente esta relación entre el pastor y la oveja, Cristo dice de sí mismo en el evangelio “...yo soy el camino, la verdad y la vida...”; en otro pasaje del mismo evangelio de San Juan sigue diciendo Cristo: “...nadie puede ir al Padre si no es por mí...”. Lo importante de poder comprender este evangelio es que Cristo ha querido expresar el significado sustancial y vital del sentido de la vida cristiana, pues el creyente, el cristiano es uno que está llamado a dejarse conducir y guiar con la verdad de Dios; y no dejarse guiar por sus propias opiniones. Como bien dice la Constitución Lumen gentium, en los nn. 10 y 11, el sacerdocio ministerial está en función de ejercer un servicio a todos los fieles cristianos; de esta manera el pastor sacerdote es uno que está llamado a servir y no a ser servido; y los fieles cristianos por lo tanto deben comprender y entender que el pastor-sacerdote-obispo- Papa no son puestos por Dios para gobernarnos, sino que son puestos por Dios para que nos hagan un servicio conduciéndonos a la verdad que es Cristo y Dios mismo. Pues la Iglesia, que es un cuerpo como la ha descrito San Pablo en la Carta a los Corintios, y como sabemos un cuerpo está compuesto de muchos miembros y si cada miembro cumple su función, esta función es un beneficio para el mismo cuerpo en su totalidad; el sacerdocio ministerial es un carisma para el bien del cuerpo que es la Iglesia.

Creo oportuno a este punto por los sucesos recientemente acaecidos, y porque el ejemplo sería válido para comprender en su mayor amplitud la imagen del pastor, que tenemos la figura de nuestro reciente Papa difunto Juan Pablo II, que ha encarnado en toda su plenitud la imagen del buen pastor, porque ser pastor de Cristo significa ser icono de Cristo Buen Pastor, y así como Cristo que no hizo diferencia con ningún tipo de hombre, nuestro querido Papa difunto ha dialogado con hombres de distintas ideologías, creencias y culturas, porque como Cristo que es la puerta de entrada de las ovejas, Juan Pablo II en muchos momentos de su pontificado ha sido la puerta para que tantos hombres retornen al redil y al encuentro con el Padre como Cristo lo ha hecho.

Podemos decir que las palabras de otro santo Papa, San León Magno, expresadas de manera profética, Dios la cumple en cada generación: “Dios proveerá los pastores para su pueblo”; y estas palabras del Papa León Magno de una manera especial las vemos cumplidas en muchos santos presbíteros de la Iglesia y de una manera particular el Señor nos ha concedido ver esta imagen cumplida en nuestro querido Papa que ya goza de la presencia de Dios Juan Pablo II. Hoy  día elevemos nuestras manos pobres y necesitadas al dueño de la mies para que provea pastores según su corazón para su pueblo; y para que en aquellos que somos ministros de su Iglesia se mantenga encendida en sus corazones el amor y el celo por las ovejas, siendo como Cristo un don para los hombres.

Pbro. Oscar Balcázar Balcázar
Rector Seminario Diocesano Corazon de Cristo
Diócesis del Callao - Perú