Bautismo del Señor, Ciclo A.

Mateo 3, 13-17

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar  

 

Lecturas   : Is 42, 1-4. 6-7;   Sal 28;    Hch 10,34-38

Evangelio  : Mt. 3, 13-17       

«Entonces se presenta Jesús, que viene de Galilea al Jordán, a donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan Trataba de impedírselo diciendo: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?”  Jesús le respondió: “deja ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.”  Entonces le dejó.

Una vez bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y venía sobre él.  Y una voz que salía de los cielos decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco.”» 

Luego de las fiestas de Navidad, en que hemos celebrado el misterio de nacimiento de Cristo nuestro Mesías-Redentor, la Iglesia inicia lo que llama el Tiempo Ordinario. 

Empezaré, haciendo una referencia a una frase de San Máximo, el confesor, que nos ayudará a entender el significado del Bautismo de Jesucristo: “Cristo recibe el bautismo no porque el lo necesitara, sino por el bien de todos aquellos que escuchando su predicación (y la predicación de la Iglesia) supieran como se inicia la vida nueva del hombre nuevo que es a través de las aguas del bautismo”. 

El río Jordán, del que habla el Evangelio sintetiza de una manera simbólica lo que es la vida cristiana.  Por eso, a través de una serie de símbolos que vamos a explicar entenderemos su significado. 

En primer lugar tenemos al combate de Jacob, a quien después de pasar el valle de Yabok (afluente del Jordán) Dios le cambió el nombre por el de Israel, esto es “fuerte con Dios”. 

En segundo lugar está el paso de los israelitas a través del Mar Rojo: el paso de la esclavitud a la libertad. 

En tercer lugar, este río se convierte en el lugar de profecía, donde Elías, por un lado será arrebatado  a los cielos y donde Nahamán, el sirio, por indicación del profeta Eliseo quedará curado de su lepra. 

En cuarto lugar, para abreviar la explicación, Cristo en el Evangelio se manifiesta solemnemente como el Hijo amado, el predilecto (por medio de Juan el Bautista). Ya no es el siervo de Yahvé de Is. 42, sino que es el Hijo de Dios.  Pero este Hijo a la vez revela al Padre, quien por amor al género humano envía a su Primogénito para que en Él los hombres extraviados y condenados a la muerte puedan convertirse en hijos adoptivos. 

Sabemos que después del bautismo participamos de la triple función de Cristo: sacerdotal, real y profética. Esto nos indica con claridad  que Dios a través de la Historia de la Salvación ha ido preparando el ministerio que Cristo ha cumplido y que todo bautizado está llamado vivir. Por eso, las palabras del apóstol San Pablo tienen sentido cuando dice: “tanto en la vida como en la muerte somos del Señor”. 

En conclusión, es importante expresar una frase de Juan Pablo II que con motivo del mensaje a la  “Jornada por las Vocaciones” expresó el 30 de noviembre de 2001: “..porque el Padre en su libérrimo amor ha creado a los hombres para la santidad...” Esto quiere decir que el bautismo es la puerta que nos es reabierta al Paraíso (Gn 3,1-15) para retornar a la eternidad sólo si escuchamos la voz del Hijo predilecto, hoy dada a través de la Iglesia (Lc. 4, 14 ss.)

Pbro. Oscar Balcázar Balcázar
Rector Seminario Diocesano Corazon de Cristo
Diócesis del Callao - Perú