Solemnidad de San Martín de Porres

Mateo 11, 25-30

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar  

 

Is 58, 6-11; Sal 1; 1 Cor 12, 31-13,13; Mt 11, 25-30

 

«En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a pequeños.  Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito.  Todo me ha sido  entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.

Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.  Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.  Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.”»

 

En el presente domingo, la Iglesia en el Perú celebra la memoria de uno sus hijos nacido en esta tierra y cuya vida se reconoce como santa.   Por esta razón, las lecturas estarán en relación a este acontecimiento singular, a través del cual Dios bendice al Perú.  Es la solemnidad de Fray Martín de Porres, religioso dominico que vivió entre 1579 y 1639.

 

Será importante acotar que entre el año 1550 al 1600 podemos situar a cuatro personajes que, a través de una vida llena de virtudes y santidad, han santificado a nuestra nación.  Estos cuatro personajes son contemporáneos: Santo Toribio de Mogrovejo; San Martín de Porres; Santa Rosa de Lima; y San Juan Masías.  De esta manera, podemos observar, e incluso afirmar, lo que comúnmente se dice: “Un cristiano llama a otros a ser cristianos”.

 

La lectura que la Iglesia del Perú escoge para celebrar esta solemnidad remarca uno de los aspectos que ha caracterizado la vida de nuestro santo mulato: su pobreza.  Sin lugar a duda, San Martín de Porres ha sido un pobre bienaventurado.  Su misma vida lo sumió en la pobreza y la marginación social, pues fue hijo de un noble español y de una mulata panameña.  Pero, aunque ellos son extranjeros, fue aquí, en estas tierras, donde se conocieron y de su unión nació nuestro “San Martín de la caridad”.

 

Podemos contemplar en la vida de este santo que Dios, cuando interviene en la vida de un hombre y éste colabora haciéndose instrumento del Evangelio, llena vacíos y sobreabunda en generosidad.  Podemos contar algunos hechos de la vida del santo mulato:

-          Fue hijo ilegítimo, marginado por la sociedad, pero él, así como el mismo Dios, nunca discriminó a nadie.

-          No tuvo el amor de su padre como todo hijo tiene derecho a tenerlo; pero con la caridad con la cual obró, por la gracia del Espíritu Santo, encarnó el amor del Padre entre los pobres a los que sirvió.

-          La pobreza en la que vivió no fue obstáculo para que ejerciera la generosidad y donación sin reservas.

 

La Iglesia, cuando lleva a los altares a un hombre en quien se ha reconocido una vida prodigiosa, es para estimularnos a todos los bautizados a creer que, por el bautismo, estamos llamados a vivir en esta dimensión de santidad.  Pues la santidad no está reservada a los célibes, la santidad es la participación de la vida íntima con Dios.  Y, si Dios nos ha llamado a ser sus hijos en Cristo, por lo tanto, nos llama a ser santos.

 

Es cierto que hablar de la santidad en estos tiempos, incluso dentro del mismo ámbito eclesial, parece algo que no es parte de la vida cristiana sino algo totalmente extraordinario.  Sin embargo, el mismo Cristo en el capitulo 5 del evangelio de Mateo, nos dice: “…sed perfectos como vuestro Padre Celestial…”.

 

En conclusión, la celebración de la solemnidad de San Martín de Porres debe significar para los peruanos un estímulo para buscar la santidad.   Si dejamos nuestros egoísmos, ambiciones particulares, protagonismos individuales, y hacernos aquello que debemos realizar, nuestra sociedad se transformará.  Porque si el corazón de los hombres da un giro copernicano, por la gracia de Dios, esto será posible.   

Pbro. Oscar Balcázar Balcázar
Rector Seminario Diocesano Corazon de Cristo
Diócesis del Callao - Perú