VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Mc 1, 40-45

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar  

 

 

Lv 13, 1-2.45-46;   Sal 31;   1Cor 10, 31-11,1;    Mc 1, 40-45 

Segunda lectura:

Hermanos: cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios. Por mi parte, yo procuro contentar en todo a todos, no buscando mi propio bien, sino el de ellos, para que todos se salven. Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo. 

La presente semana, San Pablo a través de la segunda lectura nos exhorta a vivir y realizar todo lo que vivimos para la gloria de Dios, y en consecuencia nos invita a ver que la vida del creyente es una manifestación de la gloria de Dios, porque es la Gracia del Don recibido, que nos lleva a realizar todo en el Nombre de Aquel que es la fuente y la roca de nuestra vida. Al respecto el Papa Benedicto XVI nos dice: “…San Pablo ya no vive pasa  sí mismo, para su propia justicia. Vive de Cristo y con Cristo: dándose a sí mismo; ya no buscándose y construyéndose para sí mismo. Esta es la nueva justicia, la nueva orientación que nos da el Señor, que nos da la fe. Ante la cruz de Cristo, expresión máxima de su entrega, ya nadie puede gloriarse de sí mismo, de su propia justicia, conseguida por sí mismo y para sí mismo…” (Benedicto XVI, La centralidad de Cristo en San Pablo, 8 de noviembre de 2006).

San Pablo insiste ante los Corintios en su desinterés personal, les pone de manifiesto que para hacerse todo a todos, hay que hacerse verdaderamente libre. La libertad del creyente a la cual se refiere el apóstol no está relacionada sólo con las preocupaciones materiales o incluso con el apego a determinadas personas o afectos humanos, es una libertad más grande y trascendente, fundamental en la vida del creyente y que sólo encuentra su realización en el hecho de que la totalidad de nuestras acciones tengan como fin la gloria de Dios. Partiendo de este principio sea que comamos o que bebamos o que hagamos cualquier otra actividad, se trata de hacerlo todo para gloria de Dios, que significa vivir en su voluntad, en su querer como el de Cristo.

El apóstol no es el centro de su propia existencia, siempre busca lo que conviene a los demás, especialmente porque no teniendo obstáculo interior alguno, por sentirse en libertad puede actuar con caridad, es decir que no se impone para hacerse todo a todos con la violencia sino que en todo momento muestra el mismo amor y misericordia que él ha recibido de parte del Padre. Pablo es muy sensible a esta limitación que la caridad impone en ocasiones, y lo recuerda aquí cuando nos dice: “…No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la Iglesia de Dios…”. En todo el modelo es Cristo a quien San Pablo quiere seguir en todo. Ahora bien, el modelo que es Cristo es modelo de entrega de sí mismo, de obediencia a la voluntad del Padre, para la salvación y redención de todos. Por consiguiente, si se trata de imitar a Pablo en su búsqueda de la libertad, moderada por la caridad al prójimo, necesitamos seguir al mismo tiempo a Cristo, mirarlo en todo momento y apoyarnos en su amor y misericordia. 

El Santo Padre Benedicto XVI nos dice al respecto: “…Tomemos solamente una de sus palabras- clave: la libertad. La experiencia de ser amado hasta el fondo por Cristo le había abierto los ojos sobre la verdad y sobre el camino de la existencia humana; aquella experiencia lo abarcaba todo. San Pablo era libre como hombre amado por Dios que, en virtud de Dios, era capaz de amar juntamente con Él. Este amor es ahora la “ley” de su vida, y precisamente así es la libertad de su vida. Habla y actúa movido por la responsabilidad del amor. Libertad y responsabilidad están aquí  inseparablemente unidas. Por estar en la responsabilidad del amor, es libre, por ser alguien que ama, vive totalmente en la responsabilidad de este amor y no considera la libertad como un pretexto para el arbitrio y el egoísmo…” (Benedicto XVI, Homilía en las Primeras Vísperas de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo en la inauguración del Año Paulino, 28 de junio de 2008).

Pbro. Oscar Balcázar Balcázar
Vicario General de la Diócesis del Callao
Perú