III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.
San Lucas 1-1-4; 4, 14-21
Autor: Padre Oscar Balcázar Balcázar
Ne 8, 2-10; Sal 18; 1Co 12, 12-30; Lc 1, 1-4; 4, 14-21
Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las
cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los
que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he
decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los
orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la
solidez de las enseñanzas que has recibido.
Jesús volvió a Galilea por la fuerza del Espíritu, y su fama se extendió por
toda la región. El iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos. Vino a
Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día
de sábado, y se levantó para hacer la lectura. Le entregaron el volumen del
profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres
la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la
vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de
gracia del Señor». Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En
la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: "Esta
Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy."
Luego que la liturgia de la semana pasada nos
ha presentado las bodas de Caná, hoy día vemos a Jesucristo en la sinagoga de
Nazareth donde los textos bíblicos nos van a hacer presente como las promesas de
Dios se cumplen en Cristo y que también en nuestra vida estas promesas se
cumplen.
En la primera lectura la solemne lectura de la ley que realiza Esdras ante todo
el pueblo reunido en asamblea, es un preludio del "hoy" que pronuncia Jesús en
el evangelio de esta semana. Esta solemne lectura de la ley en tiempos de Esdras
es descrita en forma impresionante; el acto se lleva a cabo al aire libre no en
un templo, el pueblo está emocionado, se inclina y se postra rostro en tierra
como señal de adoración, llora porque desconocía lo que acaba de escuchar, pero
en medio de esta sorpresa y emoción que se expresa a través del llanto, hay una
invitación al regocijo y a la celebración de un banquete porque la acogida de la
Palabra de Dios hace de este episodio un acontecimiento de gozo: "... pues la
alegría de Yahvé es vuestra fortaleza...".
Y es que la Palabra de Dios no puede dejar a nadie triste, la conversión es
motivo de alegría tanto para Dios como para el pecador por ello el gozo en la
Palabra del Señor engendra fortaleza, para vivir la voluntad de Dios y su
designio sobre nuestras vidas.
En el evangelio escuchamos a Cristo decir: "...Esta Escritura que acabáis de oír
se ha cumplido hoy...", palabras que en ese momento resultaron incomprensibles y
blasfemas para muchos de sus oyentes, porque el Señor manifiesta que hoy se ha
cumplido la profecía de Isaías, que "...el Espíritu del Señor está sobre mí, que
me ha enviado para dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar los cautivos
la libertad, y a los ciegos la vista. Para dar la libertad a los oprimidos...",
Jesús aplica estas palabras proféticas a su persona, sale de la oscuridad de sus
años de juventud y aparece, se presenta públicamente ante todos sus conocidos
con una luz nueva, asume el papel para el cual fue enviado, el de Mesías.
Produce admiración el coraje de Jesús para salir al frente y asumir su misión, y
al mismo tiempo su humildad al designar su actividad como pura obediencia al
"...Espíritu del Señor..." que está sobre él, y al cual obedece plenamente.
Estas son características y muestra de su convicción en su singular misión: el
cumplimiento de todas las promesas de Dios, cumplimiento que Él llevará a cabo
como el verdadero "Siervo de Dios", con el espíritu del Siervo de Yahvé
proclamado por el profeta Isaías. Cuál es el significado del hoy, para nosotros,
esto nos lo describe San Pablo en la segunda lectura. El significado es
totalmente distinto en relación al antiguo pueblo de Israel. El pueblo antiguo
era un pueblo que lloraba y se regocijaba ante la ley. Pero nosotros somos ahora
un cuerpo, un cuerpo asumido en el hoy de Jesucristo.
Así como Esdras invita a escuchar a la gente lo que la alianza de Dios
comunicaba e invitaba al pueblo a la fidelidad, tanto así que el pueblo al
escuchar estas palabras se conmovía y al mismo tiempo se llenaba de gozo, el
Evangelio de este día nos invita a contemplar a Cristo como la alianza hecha de
Dios para nosotros y que en todo aquel que la recibe no solamente se produce una
conmoción de conversión sino que al mismo tiempo podemos exultar de gozo como
dice el profeta Isaías: "... me ha enviado para dar la Buena Noticia a los
pobres, para anunciar los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista. Para
dar la libertad a los oprimidos...", porque solamente en Cristo se puede vivir
en comunión y en unidad. Por eso es que la Iglesia aparece en este mundo como un
milagro patente de Dios porque siendo tantos la Iglesia es una sola en todas
partes del mundo, porque es el Espíritu de Cristo el que la anima y la hace
hablar en un solo lenguaje que sirve para dar a conocer el único mensaje, la
única verdad como Cristo nos ha hablado.
En este domingo estamos todos invitados no solamente a contemplar al Cristo que
es ungido por el Espíritu Santo sino que también esta palabra nos llama a todos
nosotros a decir como Cristo: hoy esta palabra se ha cumplido, se cumple en mí.