III Domingo de Pascua, Ciclo B

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar

 

 

Hech. 3,13-15.17-19; Sal.4; 1Jn.2,1-5; Lc.24,35-48.


Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y como le habían conocido al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando el se presento en medio de ellos y les dijo: “La paz con vosotros”. Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero el les dijo: “¿Por qué os turbáis? ¿Por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved, porque un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo”. Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como no acababan de creérselo a causa de la alegría y estaban asombrados, les dijo: “¿Tenéis aquí algo de comer?”. Ellos le ofrecieron un trozo de pescado. Lo tomo y comió delante de ellos.
Después les dijo: “Estas son aquellas palabras mías que os dije cuando todavía estaba con vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que esta escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mi.”
Y, entonces, abrió sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras y les dijo: “Así esta escrito: que el Cristo debía padecer y resucitar de entre los muertos al tercer día y que se predicaría en su nombre la conversión para perdón de los pecados a todas las naciones, empezando desde Jerusalén.
Vosotros sois testigos de estas cosas.

Lc.24,35-48


En este tiempo Pascual, la Madre Iglesia nos llama a todo creyente a bendecir al Padre de la Misericordia, por el don de su Hijo Jesús que, ofreciéndose en la cruz por nosotros, nos ha reconciliado perdonándonos nuestros pecados ante el Padre y ha puesto el verdadero fundamento de la Reconciliación y de la Paz entre los hombres. Como dirá san Pablo: "... el ha destruido el muro de odio que nos separaba..."; "...ya no hay ni judío ni griego...., todos somos uno en Cristo Jesús...".

Así, la humanidad entera es llamada por el Misterio Pascual de Nuestro Señor Jesucristo a la condición primigenia; esto quiere decir que, en Cristo la creación entera es recreada, no porque sea otra distinta a la primera, sino ante la consecuencia de la fuerza del pecado y esclavitud a la cual el hombre se encuentra sometido alejado de Dios. Este pecado de soberbia-rebeldía cometido del principio ha perdido la semejanza con Él. Pero Dios en su infinito amor fiel como el profeta Amos dice: "...aunque una madre se olvidase de su hijo, yo nunca me olvidaré...", y porque Dios no abandona la obra de sus manos, en este tiempo Pascual podemos exclamar con fe y esperanza, uniéndonos a san Pablo: "....quien nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, ni la muerte ni la vida ..."

Entonces, el hombre en Cristo y sólo por Él, puede recobrar el ser imagen y semejaza de Dios, pues en el Hijo Unigénito que ha derramando su sangre en la Cruz por nosotros, ha sellado la Nueva Alianza entre Dios y los hombres. Es así que, las palabras del libro del Génesis expresan esta dignidad con la cual el hombre ha sido creado y el porque de la venida de Cristo: "... Hagamos al ser humano a nuestra imagen, como nuestra semejanza....".

De esta manera, la primera lectura del presente domingo narra en la exposición que hace san Pedro de los acontecimientos ocurridos. En este pasaje se explica que detrás de todo aquello ha existido un designio preestablecido que debía de cumplirse. Este designio del cual se refiere S. Pedro es a la voluntad del Padre, de rescatar al hombre por medio de Jesús.

Por eso que comienza haciendo mención: "... el Dios de Abraham, de Isaac, de Dios Jacob...". Este es el enlace en la historia de Salvación con la historia humana.

Cristo en la encarnación ha asumido la realidad de la humanidad menos la del pecado. De aquí la llamada a la conversión por parte de san Pedro a sus oyentes, porque sólo se puede participar del don del perdón y del amor de Dios, si el hombre se deja juzgar por la misericordia del Padre reconociendo sus pecados aunque haya sido ignorante en el cometerlos.

Cuando la Buena Nueva del Evangelio llega a los oídos del hombre, en Cristo se le ilumina su existencia y se comienza a realizar el cambio de vida y de mentalidad, como decían los griegos la metanoia: cambio de mentalidad, cambio de dirección en la vida. Entonces este anunció de san Pedro no es de acusación sino para ayudar a sus oyentes a confiarse en el perdón que en Jesús el Padre ofrece a todo hombre que se arrepiente. Como el mismo Cristo lo ha dicho repetidas veces en los evangelios: "... no he venido a condenar sino a salvar...".

Cuando san Juan dice: "... tenemos un abogado que intercede por nosotros ante el Padre..."; esta haciendo presente que, en el Anuncio de la Buena Nueva, el perdón precede. Por eso, el hombre que escucha el anuncio del evangelio y se le ilumina su vida: agitada, turbada y pecaminosa, y se acoge a este mensaje, puede entrar en la paz y consuelo porque lo lleva al perdón no sacramental, sino a la experiencia que en Cristo sus pecados son perdonados y el hombre acogiéndose a esta iniciativa de Dios comienza una entrada a la conversión, como lo dice los Hechos de los Apóstoles: "... que tenemos que hacer hermanos, y responde Pedro: conviértanse y que cada uno se haga bautizar en el nombre de Cristo ...". Por eso que al final de la lectura san Juan dirá: "... quien no observa sus mandamientos es un mentiroso...", en otro texto el mismo apóstol dirá: "... quien no ama a su hermano, no puede amar a Dios a quien no ve, es un mentiroso...", porque el hombre que ha nacido de Dios en Cristo Jesús vive según el mandato de Cristo: "... amaos como yo os he amado...". El acontecimiento pascual nos lleva a los creyentes a renovarnos en la vida a la cual Dios nos llama, esto es vivir según su amor entre los hombres, por que nuestra vocación es vivir en la santidad que es la participación en la vida Divina.

El cristianismo, por lo tanto, es un acontecimiento que debe irrumpir en cada hombre, pues el hecho que los apóstoles no comprendieran las escrituras significaba que las promesas aún no se habían cumplido en su plenitud y porque aceptar el misterio redentor de Dios implicaba la realización del misterio de la cruz de Cristo. Desde aquí se desvelaba el misterio para la humanidad.

Así tenemos que, en el Evangelio cuando Cristo dice a los apóstoles: "... miren mis manos y mis pies que soy Yo ...", "... un fantasma no tiene ni carne ni hueso ..."; estos hechos están significando que la fe a la cual somos llamados abrazar y Creer en Aquél que Dios ha enviado para nuestra salvación; esta fe pasa por la experiencia del encuentro en nuestra vida personal con el Resucitado; pues la liturgia en la Iglesia que celebramos nos llevan a celebrar la fe en Nuestro Señor Jesús, a fortalecer la fe, a nutrirla, pero para esto tenemos que ser iniciados, introducidos. Por eso, en el evangelio Cristo: "... abrirá sus inteligencias...", nos esta diciendo que el creyente tiene que ser uno que debe ser iniciado, para luego convertirse en testigo y de una u otra manera llevar en esta pedagogía en la fe a sus oyentes, para que igualmente puedan abrazar la fe. Pues, Dios crea al hombre con la capacidad de abrirse a la trascendencia, es sensible, pero necesita la revelación, es el caso de Zacarías cuando esta en el templo y se le presenta el Ángel del Señor y se sorprende se asusta, y este la experiencia del hombre que no ha sido alcanzado por la revelación, por el misterio pascual de Cristo.

La Iglesia como Madre y Maestra de Humanidad, en este tiempo pascual nos quiere conducir por los torrentes de agua viva que se ha inaugurado con la Pascua del Señor Resucitado. Dos comentarios nos pueden ilustrar: S. Ireneo de Lion dice: "... el tesoro escondido en el campo, como narra los evangelios, esta referido a Cristo, por eso el lenguaje usado a manera de parábolas por Cristo no se comprendían hasta el cumplimiento de las promesas (S. Ireneo Lion Adv. Haer. IV,26)..."; S. Ambrosio dice: Cristo muestra las manos a los apóstoles, para significar que con esas cicatrices sube al Padre, para mostrarle el precio de la liberación de la humanidad (S. Ambrosio, comt. Al evang. de Lc.10) ..."; texto inspirado, en la segunda lectura de S. Juan.

Que el aniversario de la muerte de Santo Toribio de Mogrovejo (400 años), sea una garantía, que la obra Redentora de Cristo esta operando en la historia de la humanidad, y se concretiza en los hombres que se acogen al designio de Dios que aman hacer su voluntad: "... para que los hombres viendo vuestras buenas obras den gloria a Dios...".

 

Pbro. Oscar Balcazar Balcazar
Rector Seminario Diocesano "Corazon de Cristo"
Diócesis del Callao - Perú