V Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo B

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar

 

 

Jb 7, 1-4. 6-7; Sal 146; 1Co 9, 16-19. 22-23; Mc 1, 29-39


Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles. Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: "Todos te buscan." El les dice: "Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido." Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.


Mc 1, 29-39


La presente semana, la liturgia de la palabra, en su primera lectura, presenta a Job, quien describe que la vida del hombre por este mundo es fugaz, pero con muchas peripecias. Pero al mismo tiempo hace presente, la misteriosa intervención del Altísimo. Esta declaración de Job, al mismo tiempo nos proyecta y nos abre al misterio de la vida del hombre. Los padres conciliares a través de la constitución pastoral "Gaudium et Spes", han declarado que la vida del hombre se desvela en el misterio de Cristo; por lo tanto debemos pasar a ver el evangelio de la presente semana; donde esta nostalgia del personaje del antiguo testamento, podemos interpretarla como una apertura en espera del Mesías, que no sólo deberá rescatar a los hombres de la muerte, sino que a través de Él, los hombres, todo hombre encuentra el sentido de su existencia.
A continuación, hacemos una apreciación del contenido de las lecturas de la presente liturgia, luego ofrecemos nuestra sugerencia de proyecto de homilía.

En la primera lectura Job, como lo mencionamos en líneas anteriores, define la vida del hombre sobre la tierra como un servicio, casi al estilo de un soldado o militar. El hombre no es un señor, sino un esclavo, no es amo, porque el amo es Dios, es un jornalero. Esta es la característica de la vida del hombre. Esta inquietud de la que habla Job, se ha convertido en la Nueva Alianza en el celo impostergable de trabajar por Dios y su reino, ya sea mediante una actividad exterior o mediante la oración. Porque también la oración es un compromiso de todos los cristianos por el mundo, el cual debe ser tan fecundo o incluso más fecundo que la actividad externa.

San Pablo, en la segunda lectura, sigue el ejemplo del Señor en la medida humanamente posible. El ha recibido de Dios la tarea de anunciar el evangelio, y para él es un deber que no hace por su propio gusto o reconocimiento, o figuración personal. San Pablo muestra su libre obediencia y el deseo de realizar plenamente la tarea que le ha sido confiada. No se presenta como un gran señor en posesión de la verdad, sino como el esclavo que está al servicio de todos. San Pablo se hace esclavo de los judíos, esclavo de los paganos y fundamentalmente esclavo de los débiles, para ganarlos también para Cristo, no se olvida en esta labor de nadie, por ello dice: “…Me he hecho todo a todos…” y esto lo dice con la esperanza de que participa también él en lo que anuncia a los demás.

El evangelio nos muestra que el trabajo que Jesús hizo sobre la tierra era una exigencia totalmente desmesurada. Debía buscar a las ovejas descarriadas de Israel, una tarea que ante la situación espiritual y religiosa del país, era casi imposible de llevar a cabo, y a la que aún así Jesucristo se entrega con todas sus fuerzas. Cuando cura a la suegra de Pedro, todos se acercan a ver, se sorprenden ante el milagro, y es entonces que Jesús cura a muchos enfermos y expulsa muchos demonios. Pero, en la madrugada Jesús quiere orar a solas, cosa que no puede hacer ante la demanda de la multitud que lo busca. Sus discípulos se lo manifiestan “…todo el mundo te busca…”, entonces Jesús evita encontrarse de nuevo con aquellos y parte a las aldeas cercanas para continuar su predicación. Así va recorriendo todo Galilea.

El evangelio, de hoy pone a Jesús saliendo de la sinagoga, y termina con el último versículo poniendo a Jesús: predicando y expulsando demonios en la sinagoga. Y en el intermedio de este marco tenemos: la curación de la suegra de Pedro; curaciones de muchos enfermos; liberaciones de tantos poseídos por espíritus inmundos; el hecho que se retira solo a rezar; la respuesta de Jesús vamos porque debo anunciar el evangelio en otros lugares; el hecho que hace callar a los demonios para que no revelen quien es Él. Aquí hay una intencionalidad del autor sagrado. Como sabemos por los últimos estudios de exégesis, el tema central del evangelio de Marcos no es el secreto Mesiánico, como algunos sostenían, es un tema que está presente en todo el evangelio. Pero Cristo en su actuar nos está queriendo decir hoy algo importante, como en su época, el hecho de sus curaciones y liberaciones de poseídos por espíritus inmundos, no era su misión principal. Como nos puede pasar a nosotros o al hombre contemporáneo, pensar que Dios es Dios, o Cristo es el Hijo de Dios sólo si me concede lo que yo le pido. Entones el que Cristo haga callar a los demonios, es para no quedar identificado como un ídolo más de la cultura griega o de los pueblos paganos, que cuando vencían en las guerras, atribuían a su dios los triunfos y por ende le rendían tributo y se sometían a sus formas de culto. Cristo pudo haber quedado concebido de esta manera, si no hubiese actuado como hoy lo vemos en el evangelio.

El apóstol de los gentiles tiene una frase muy similar a la de Jesús, según el evangelio de esta semana: “... no he sido constituido apóstol para bautizar sino para predicar..."; pues Jesús a sus discípulos les ha dicho: “... vamos a otros lugares donde pueda predicar...". Vamos a dejar la parte conjetural, y pasemos a lo que hoy el evangelio nos ofrece; Cristo con su encarnación comienza a dar cumplimiento a las profecías del Padre, entonces, creemos que tenemos que seguir por este camino; para profundizar en las lecturas de hoy. Cristo, cuando comienza su vida pública dice -según el evangelista Marcos-: "...conviértanse y crean en la buena nueva del Reino,..."; de esta manera los signos sólo quieren dar garantía de autenticidad a la novedad que ha venido a anunciarnos. El actual Papa Benedicto XVI, en uno de sus discursos ha dicho que: el error en algunos cristianos (quizás involuntario), ha estado en pensar que primero se debe asistir humanamente al hombre y luego anunciarle la novedad del reino. Cristo en su actividad mesiánica, está revelando la vida del hombre; San Pablo por tanto dice al respecto: "...parece que el hombre, que viene a este mundo viene a cumplir un servicio militar...".

El mismo San Pablo en la segunda lectura nos ha dicho: "... me he hecho débil con los débiles,...", esto nos hace pensar, en lo que el Magisterio de la Iglesia a mitad de la década de los años '90, ha expresado con claridad: el hombre es un don para el otro. De esta manera los milagros de Cristo, su predicación, el perdón de nuestros pecados, tienen sentido en cuanto Cristo es el Don para mí de parte del Padre, pero la persona de Cristo, el Cristo total. El mismo evangelista Juan, luego del discurso sobre el pan de la vida, pone en boca de Jesús estas palabras: la verdadera obra del Padre es que crean en Aquél, que Él ha enviado; pues Cristo ha estado, es y será el Don del Padre en relación al hombre; Él hace que seamos: hijo en el Hijo unigénito; de esta realidad ontológica-existencial-salvífica, el diseño de Dios para con el Hombre no puede ser diverso.

Por eso que en el bautismo somos revestidos de la naturaleza del hombre nuevo, y por lo tanto como dice el c. 204, participamos de las funciones de Cristo: sacerdotal, profética y real. Bajo este contexto debemos entender cuando Cristo dice a sus discípulos: "...debo andar a predicar a otras partes..."; pues el don, no queda en sí mismo sino que siempre se ofrece. Pero prestemos atención -antes de terminar-, Cristo no es Hijo de Dios en cuanto ha realizado la voluntad divina, sino que a través de Él se nos ha dado a conocer al Padre, su amor. Entonces quien nace de Dios, tiene el espíritu de Dios no puede obrar diversamente a esta vida que ha recibido; por eso Jesús escapa de las multitudes, porque es conciente que lo buscan por el beneficio que pueden recibir; cuando Él es: "el Puente entre los hombre y el Padre de la Misericordia, porque: nadie va al Padre sino es a través de Él". 

 

Pbro. Oscar Balcazar Balcazar
Rector Seminario Diocesano "Corazon de Cristo"
Diócesis del Callao - Perú