X Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

Autor:  Padre Oscar Balcázar Balcázar

 

 

Oseas 6, 3b-6; Salmo 49; Romanos 4, 18-25; Mateo 9,9-13

En aquel tiempo, vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. El se levantó y lo siguió. Y estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: “¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?” Jesús lo oyó y dijo: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores”.


Mateo 9,9-13


Luego que hemos celebrado solemnidades de la Santísima Trinidad y el "Corpus Domini", continuamos el llamado tiempo ordinario que, como algunos teólogos sostienen, es como un continuo Pentecostés hacia adentro y afuera de la vida de la Iglesia; es decir, como comunidad de testigos, apóstoles, diseminados por el mundo.

Según el evangelio de este domingo, el comportamiento y la predicación de Jesús parece ser una provocación a los fariseos, escribas, al clero politizado y los magistrados corruptos.

Contraponiéndose a su auditorio y seguidores "selectos" como prostitutas, pecadores, gentiles, enfermos-endemoniados, personas de moral cuestionada; el mismo Jesús les dice: "... necesitan médico los enfermos...", y por eso que antecede a estas palabras la llamada de Leví, luego llamado Mateo. Según el Evangelio no se trataría de un enfermo, sino de un hombre despreciado por el pueblo, pues era cobrador de impuestos, era un hombre que vivía aprovechándose del dinero de los demás. El odio de los lugareños (hebreos) era doble, pues no sólo por el tributo alto que tendrían que pagarle, sino que al mismo tiempo representaba el dominio del Imperio Romano sobre el pueblo judío.

Entonces ¿por qué Cristo eligió a Mateo dentro del número de sus discípulos, si no era de la comunidad de los profetas? (como era normal en el pueblo de la Antigua Alianza). De esta manera, Cristo nos esta preparando y dando a conocer que el pueblo de la Nueva Alianza no será de aquéllos que pertenezcan a un solo clan o tribu, sino aquéllos a quien Dios llame.

Es importante destacar un aspecto de esta llamada. Mateo no es llamado porque haya dado signos de conversión, o haya sido beneficiado con algún milagro; pues en los evangelios a todos los que han sido beneficiados con alguna curación Cristo los envía donde sus familiares. En el caso de Mateo - y esta experiencia de él puede dar líneas para hablar del discipulado -, cuando es llamado estaba dedicado a sus quehaceres ordinarios, cobrando impuestos. Aquí podemos encontrar uno de los misterios de la vida cristiana, que sólo desde la fe podemos vivirlo y aceptarlo. Cristo le dijo “sígueme” y lo siguió. En el AT encontramos una llamada semejante: Abraham, al que le llamamos el padre de la fe, igualmente ante una voz que le dijo sal de tu tierra y parentela, se puso en camino. De la misma forma Mateo sigue a Cristo.

Tenemos entonces un elemento en común entre Abraham y Mateo: la llamada y la prontitud en el seguimiento. Un segundo elemento es la situación de vida de estos dos personajes. De Abraham, por las Escrituras, conocemos más que de Mateo, pero ambos se asemejan porque sus vidas eran un tanto caóticas.

Tantas veces creemos que Dios está distante en nuestras vidas. Pensamos que no merecemos el amor de Dios y sus bendiciones o pensamos que Dios no nos ayuda o escucha por la manera que hemos estado llevando nuestra vida o porque muchas veces por el deseo de querer cambiar seguimos metidos en nuestros errores de siempre. Pero detengámonos a ver lo siguiente. Cristo llama a Mateo, como lo hará con sus discípulos, y no sólo lo llama para que vaya a anunciar el Evangelio, sino lo llama para que lo siga en un camino de purificación. Tenemos un pasaje elocuente al respecto que nos da el evangelio de Juan, en las bodas de Canaa: "... viendo los discípulos lo sucedido creyeron en Él...".

Creo que tenemos que ir asimilando que el punto de inicio de la vida cristiana se da por un anuncio o una llamada de Dios. En la celebración del sacramento del matrimonio, la Iglesia a través del ministro asistente les dice a los contrayentes: "... están dispuestos a aceptar los hijos de parte de Dios y educarlos en la fe... ". Pues aquí encontramos cómo nuestra Madre Iglesia, a través de los progenitores, a este nuevo hombre que vendrá a este mundo, va a proveerle la posibilidad que reciba el anuncio de la “Buena Nueva” del Evangelio, a través de la fe y testimonios de sus padres. De esta manera, la Iglesia a lo largo de la vida de todo hombre creyente o no creyente proveerá a través de todos los recursos posibles, los medios para que el hombre pueda escuchar la voz de Cristo que le dice: "sígueme". En este seguir a Cristo el hombre se ira revistiendo de la vida nueva; por eso, en la llamada se encuentra la fuerza que nos ayudará a dejar la vida pasada, esto es lo que describen los evangelistas: "seguir detrás de Cristo".

Las nuevas realidades que hoy existen en la Iglesia debemos verlas como esta providencia de Dios por el Espíritu. Estas nuevas realidades surgen en medio de un mundo secularizado, globalizado, estresante y ensordecedor, como medios que ayudan a sus miembros a que sigan escuchando la voz del maestro: "sígueme".

La primera lectura habla en un momento: "... quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos... "; y el evangelio al final nos dice: "... misericordia quiero y no sacrificios...". Por eso cuando Cristo dice en el evangelio de Mateo que no ha venido a abolir la ley y los profetas, sino a darle cumplimiento, está anunciando que sólo en la vida del hombre nuevo podrá entenderse la ley que será vivir plenamente la voluntad del Padre, y que se concretizará en el amor al hermano. Esto es lo que revela la vida nueva del hombre en Cristo. Como dice la segunda lectura al hablar de Abraham, su fe en el Dios Altísimo debe ser un prototipo de la fe del hombre que ha nacido de Dios, y por lo tanto seguir a Cristo, escucharle, tener fe en Él, significará un salir de nuestra vida pasada, romper con el pasado: egoísmo, avaricia, individualismo, etc., a semejanza de Abraham y Mateo, para poder, después de haber escuchado la llamada de Cristo, entrar en camino y seguir detrás del Maestro que nos llama.

En la presente semana se nos propone responder desde nuestra vida concreta a la llamada que Cristo nos hace cada día, y al responder no miremos quiénes somos, sino que respondamos a la llamada, ya que en el seguimiento al Señor Jesucristo, como hizo con los Apóstoles, Dios nos ira revistiendo de su vida, de su santidad, para nuestra plena felicidad; y así seremos testigos del amor de Dios frente a nuestra sociedad y el mundo.

Pbro. Oscar Balcazar Balcazar
Rector Seminario Diocesano "Corazon de Cristo"
Diócesis del Callao - Perú