Lucas 21,1-4

Autor: Pablo Cardona

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

 

««Al levantar la vista, vio a unos ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio. Vio también a una viuda pobre que echaba allí dos pequeñas monedas, y dijo: «En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado más que todos; pues todos éstos han entregado como ofrenda parte de lo que les sobra, ésta en cambio ha dado de lo que necesita, todo lo que tenía para vivir». (Lucas 21,1-4)

 

1º. Jesús, era tu última semana en la tierra.

Tenías aún bastantes cosas que decirnos antes de que te entregaran a los romanos para ser crucificado.

Muchos discípulos te acompañaban en el Templo, es­perando ver grandes signos.

Pero Tú te fijas en una pobre viuda, que entrega a Dios todo lo que tiene: «dos pequeñas monedas».

Te conmueves al ver la generosidad de ese corazón sencillo, que gana en valor a la de todos los ricos allí presentes.

Porque el amor no se mide por unidades, sino en tantos por ciento: no importa la cantidad, sino la totalidad de la entrega.

Jesús, mirando mi vida, ¿puedes también decir: éste «ha dado todo lo que tenía para vivir;» o más bien: «ha entregado como ofrenda parte de lo que le sobra?»

No cuentan los títulos, ni los honores, ni la espectacularidad de los éxitos humanos.

Tú miras el corazón.

Y esperas de cada uno esas dos monedas diarias: el servicio a Dios y el servicio a los demás.

Jesús, la escena de hoy me recuerda de una manera gráfica que no hay cosas pequeñas en la vida espiritual, si se hacen con amor y por amor.

Levantarse con puntualidad por la mañana, ordenar la habitación, arreglar un desperfecto, acabar la tarea con la mayor per­fección posible, escuchar con paciencia a un familiar o a un amigo, ayudar al hermano pequeño, y muchas otras pequeñas exigencias de la vida cristiana: son esas dos pequeñas monedas que, por el amor a Ti que demuestran, tiene un gran valor a tus ojos.

«Haz todas las cosas, por pequeñas que sean, con mucha atención y con el máximo esmero y diligencia; porque el hacer las cosas con ligereza y precipitación es señal de presunción; el verdadero humilde está siempre en guardia para no fallar aun en las cosas más insignificantes. Por la misma razón, practica siempre los ejer­cicios de piedad más corrientes y huye de las cosas extraordinarias que te sugiere tu naturaleza; porque así como el orgulloso quiere singularizarse siempre, el humilde se complace en las cosas corrientes y ordinarias» (León XIII).

 

2º. «Hacedlo todo por Amor. -Así no hay cosas pequeñas: todo es grande. -La perseverancia en las cosas pequeñas, por amor, es heroísmo» (Camino.-813).

Jesús, Tú llamas a todos a la santidad; es decir, a la práctica heroica de las virtudes cristianas por Amor a Dios.

«Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro padre celestial es perfecto» (Mateo 5,48).

A veces, al mirar mi vida llena de defectos, me puedo desanimar y pensar que el ideal de la santidad no es para mí, sino sólo para algunos escogidos a quienes no les cuesta luchar contra sus flaquezas.

O pienso que, para llegar a ser santo, necesito hacer cosas grandes y espectaculares.

Jesús, la viuda del Evangelio me muestra el valor de las cosas aparentemente pequeñas, cuando se hacen por amor.

La santidad está al alcance de la mano, porque cuando trato de hacerlo todo por Ti no hay cosas pequeñas: todo es grande.

Por eso, es importante que cada mañana te ofrezca todo lo que voy a hacer ese día: Mis pensamientos, palabras y obras, y mi vida entera, te ofrezco a Ti con amor.

La perseverancia en la cosas pequeñas, por Amor es heroísmo.

Jesús, me pides que sea santo, que viva heroicamente las virtudes cristianas.

En definitiva, me pides que persevere en esos pequeños vencimientos diarios hechos por Amor: puntualidad, orden, servicio.

Ayúdame a vivir así, con la generosidad de la pobre viuda que supo dar lo poco que tenía para vivir.

Y al final de mi vida me podrás decir: «Siervo bueno y fiel; porque has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu Señor» (Mateo 25,20).

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.