Mateo 24,37-44

Autor: Pablo Cardona

Fuente: almudi.org (con permiso)  suscribirse

 

 

«Dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga el Hijo del hombre pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». (Mateo 24,37-44) 

1º. Hijo eterno de Dios, vas a venir al mundo.

Te vas a hacer hombre, como yo.

Te haces como yo para que yo pueda hacerme como Tú: hijo de Dios.

Este es el gran acontecimiento que ha cambiado el rumbo de la historia.

Porque has venido, Jesús, a cambiar los corazones de los hombres, que son los que hacen la historia con sus vilezas y heroísmos.

Hoy empieza el Adviento y, con él, un nuevo año litúrgico: la Iglesia empieza el año con este largo período -cuatro semanas- recordando los siglos en los que Dios fue preparando a su pueblo para tu nacimiento.

Al celebrar anualmente la liturgia del Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida» (C. I. C.-524).

Jesús, en estas semanas de adviento, me pides que me prepare interiormente para recibirte con un corazón limpio y generoso cuando nazcas en Belén.

Debo vigilar para que, cuando llegues, mi corazón no esté ofuscado por los afanes terrenos, por la tentación de la vida fácil y superficial -que no llena-, por el egoísmo de pensar sólo en mis problemas y en mis intereses.

¿Qué debo hacer para estar vigilante?

 

2º. Jesús, la tentación más peligrosa no es la del pecado.

 El pecado se descubre a sí mismo y puede dar lugar al arrepentimiento y a una vida de mayor piedad.

El verdadero peligro es la tibieza: esa actitud mezquina del que no hace nada malo, sin querer comprometerse tampoco a hacer nada bueno.

Esta es una tentación peligrosa, porque no se detecta fácilmente, e incapacita a la persona para amar a Dios.

3º.Te pide Jesús oración... Lo ves claro. -Sin embargo, ¡qué falta de correspondencia! Te cuesta mucho todo: eres como el niño que tiene pereza de aprender a andar. Pero en tu caso, no es sólo pereza. Es también miedo, falta de generosidad» (Forja.-291).

¡Cuántas veces me recomiendas la oración, Jesús!

«Vigilad orando en todo tiempo».

Me lo has enseñado, además, con tu propio ejemplo: haces oración en los momentos más importantes -antes de elegir a los apóstoles, antes de la Pasión-, te pasas noches rezando y, a veces, tienen que venir a buscarte de madrugada a un lugar apartado donde aprovechas la tranquilidad para hacer oración.

Jesús, me doy cuenta de que debo rezar más si quiero estar vigilante, si quiero mejorar de verdad en este tiempo de preparación para tu venida.

Sin embargo, ¡cómo cuesta!

Me siento frente al Sagrario o en mi habitación, o en otro lugar donde me pueda dirigir a Ti con tranquilidad- y ¿qué te digo? ¿qué hago?

Los minutos pasan muy despacio...

Me da pereza, pero tengo que vencerla.

Además, sé que si aprendo a hacer oración, poco a poco me irá costando menos, como ocurre con todo.

También me da un poco de miedo...

Jesús, Tú exiges.

Y cuando empiezo a rezar, me enseñas algunas cosas que debo mejorar.

A veces soy un poco cobarde y prefiero no ver mis defectos.

Pero hoy quiero cambiar; quiero empezar a cambiar, al menos.

Para que cuando nazcas en Belén, encuentres en mi corazón un lugar en el que estés a gusto.

Esta meditación está tomada de: “Una cita con Dios” de Pablo Cardona. Ediciones Universidad de Navarra. S. A. Pamplona.