XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C.

“Orar siempre, sin desanimarse” 

Autor: Padre Pedro Crespo 

 

Las lecturas de este domingo XXIX del tiempo ordinario nos hablan de la oración, pues: 

-          La primera lectura presenta un modo de oración de Moisés, en la cima del monte, con las manos levantadas y con el bastón maravilloso en la mano, para que Dios les acompañe en la batalla. 

-          El evangelio dice: “Para explicar cómo tenían que orar siempre sin desanimarse...” y cuenta la parábola de la viuda insistente. 

“Orar es hablar con quien sabemos nos ama” (Teresa de Jesús). 

“Para mí la oración es un impulso del corazón, una sencilla mirada lanzada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto dentro de la prueba como desde dentro de la alegría” (Teresa del Niño Jesús). 

“La oración es la elevación del alma a Dios o la petición a Dios de bienes convenientes” (San Juan Damasceno). 

Jesús ora 

Jesús aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Lo hizo de su Madre, de su pueblo, en la sinagoga, en el templo.  

Jesús ora antes de los momentos decisivos de su misión: antes de que el Padre dé testimonio de él en el bautismo y en la transfiguración, antes de la pasión, antes de elegir a los Doce, para que la fe de los apóstoles no desfallezca en la tentación. 

Los evangelistas han conservado las dos oraciones más explícitas durante su ministerio: en la primera Jesús confiesa al Padre, le da gracias, lo bendice, porque ha escondido los misterios del Reino a los que se creen sabios y las ha revelado a los “pequeños”(Mt 11, 25-27). La segunda oración es narrada por San Juan (11, 41-42) en el pasaje de la resurrección de Lázaro: “Padre, yo te doy gracias por haberme escuchado”.

Mención especial merece la oración sacerdotal (Jn. 17) que muestra el carácter continuo de oración que es la vida de Jesús y que contiene todo lo que Jesús nos enseña en la oración del Padre Nuestro. 

Cuando llega el momento de entregarse para cumplir el plan amoroso del Padre se ve su plegaria filial, desde  “Padre que no se cumpla mi voluntad sino la tuya” a las palabras que dijo en la cruz. 

Jesús enseña a orar 

En el Sermón de la montaña Jesús insiste en la conversión del corazón: la reconciliación con el hermano antes de presentar una ofrenda sobre el altar; el amor a los enemigos y la oración por los perseguidores; orar al Padre en lo secreto; perdonar desde el fondo del corazón al orar. Decidido así el corazón a convertirse, aprende a orar en la fe, a hacer la voluntad del Padre. 

San Lucas nos ha transmitido las tres parábolas sobre la oración: 

-          El amigo inoportuno” (11, 5-13) invita a una oración insistente: “Llamad y se os abrirá”. Al que ora a sí el Padre del cielo “le dará todo lo que necesite” y sobre todo el Espíritu Santo que contiene todos los dones. 

-          La viuda importuna”(18, 1-8), que es la que escuchamos en el evangelio, que está centrada en una de las cualidades de la oración: es necesario orar siempre, sin cansarse, con la paciencia de la fe.  

-          El fariseo y el publicano” (18, 9-14), se refiere a la humildad del corazón que ora. “Oh Dios, ten compasión de mi que soy pecador”. 

¡Qué volvamos a descubrir el valor y la importancia de la oración en nuestra vida!.