I Domingo de Adviento, Ciclo A
“Estar en vela es estar preparados”.
Autor: Padre Pedro Crespo
Comenzamos este nuevo año litúrgico con el tiempo del Adviento.
Sabéis que Adviento es una
contracción de Advenimiento, que quiere decir que está por llegar
Jesús. En este tiempo de adviento recordamos que
Jesús viene a nosotros y nos
preparamos para recibirle en Navidad y al final de la vida.
Recordamos, pues, su doble venida: la primera cuando se encarnó y vivió
entre nosotros como hombre; la segunda cuando venga al final de los
tiempos para juzgar al mundo.
El Adviento es tiempo de
esperanza,
tiempo en el que celebramos todo lo bueno que está por venir a nuestra
vida para sacarnos de todas las situaciones negativas que vivimos. Vemos
en la primera lectura una
visión de Isaías que dice: “Al
final de los días... confluirán hacia Jerusalén de todos los pueblos...
Dios nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas... De las
espadas forjarán arados, de las lanzas podaderas”. Así ve Isaías ese
futuro esperanzador y pacificador que nos aguarda.
El Papa, Benedicto XVI,
tiene anunciada una encíclica
sobre
El Adviento es tiempo de preparación o de vigilancia.
La segunda lectura nos dice:
“La salvación está cerca. Es
hora de espabilarse. Conduzcámonos como en pleno día”. Y en el texto
del Evangelio:
“Estad en vela porque no sabéis
qué día vendrá vuestro Señor. Estad preparados”.
¿Cómo estar preparados o en vela?
Estas expresiones hacen referencia a
que tengamos conciencia del
momento en que vivimos y lo vivamos con responsabilidad; es decir,
asumiendo las consecuencias de nuestro vivir. Para explicar esta actitud
de vigilancia recurrimos a la
comparación de tener preparada la casa para recibir a una visita
importante: hemos limpiado todo, hemos recogido los trastos que
estorban, hemos colocado las cosas y estamos esperando que llegue la
visita.
(Los párrafos
siguientes están entresacados de un libro de Cáritas; y comentados por
mi)
Velar
no es estar a la expectativa y preguntarse qué va a pasar. Tampoco es
mirar el horóscopo o echar las cartas de la suerte. Velar
es
escuchar
Velar es amar.
El que ama tiene siempre el corazón en vela. El amado puede venir en
cualquier momento, o habrá que salir en su busca. El que ama, aunque
duerma, está despierto. El que ama siempre está vivo y capta desde lejos
los pasos del amado. Quien ama está siempre despierto para el ser
amado: centrado en él, pendiente de sus necesidades... pero sin
agobiar, dejándole espacio para el crecimiento y la libertad.
Velar es creer.
El que cree tiene su mente despierta. Sabe que Dios tiene muchas formas
de hablar, hasta con silencios. Quiere conocer más y mejor la verdad,
acercarse al misterio, a todos los misterios, el de Dios, el de las
personas, el de la historia, el de la vida.
La fe capacita para la vigilia,
pues nos hace ver la vida desde esta hermosa perspectiva: la venida de
Jesús, el encuentro con él.
Velar es esperar,
siempre y en todo esperar. No una espera pasiva, claro. Se trata de una
espera activa y comprometida.
Velar es comprometerse. Es la espera del agricultor o de la mujer
embarazada. Saben que el fruto llegará a su tiempo. Es la espera de
todos los que luchan por cambiar las cosas, soñando por el mundo nuevo,
por el reino de Dios. La
esperanza siempre es un acicate para el compromiso. Entre los dos
siempre hay una proporción creciente.
Velar es orar,
porque el objeto de nuestra esperanza no depende sólo de nosotros. La
iniciativa es siempre de Dios; más que hacer cosas para estar en vela
hay que dejar que Dios obre en nosotros. El mejor compromiso del
vigilante es la oración, porque en ella se incluye el amor, la fe y la
esperanza. El que ora, cree, ama y espera. El que ora trabaja como el
primero para cambiar las cosas. El que ora se convierte en semilla del
futuro. El que ora terminará adelantando el futuro.
Pues al comenzar este año el tiempo de Adviento, que encontremos momentos especiales para prepararnos y estar en vela; que fomentemos actos que potencien nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad, que saquemos tiempo para hacer oración.