Domingo de Ramos:
Spe salvi facti sumus”

Autor: Padre Pedro Crespo  

 

 

Estamos en el pórtico de la Semana Santa, disponiéndonos a celebrar el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo; misterio central en nuestra fe.

 

Sabéis que el Papa, Benedicto XVI, al inicio del adviento pasado, presentó su segunda encíclica: “Spe salvi facti sumus” (En esperanza fuimos salvados; o quizá ‘estamos salvados en esperanza’). Su primera encíclica la dedicó al amor (“Deus caritas est”); ésta segunda a la esperanza, unida al misterio de la redención de la humanidad, cuestión clave en la Semana Santa.

 

Quiero, a lo largo de estos días, presentaros algunos aspectos de dicha encíclica. Hoy voy a comentar algunos puntos de lo que sería el primer bloque de la misma; en el resto de los días del triduo pascual, la segunda parte, denominada: “Lugares de aprendizaje y ejercicio de la esperanza”.

 

Encuentro personal con Dios

 

Me llama gratamente la atención que, al igual que en la encíclica anterior, el Papa le da mucha importancia a la idea de tener un encuentro personal con Dios. Así nos decía en Deus caritas est: «Hemos creído en el amor de Dios: así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida, y con ello, una orientación decisiva. » (DCE, 1b)

 

A este respecto dice así en la nueva encíclica Spe salvi: «Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza. Para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que proviene del encuentro real con este Dios, resulta ya casi imperceptible.» (SS, 3). Tremenda constatación: Nos hemos acostumbrado a Dios, nos sabemos la Semana Santa – digo yo –; así es difícil percibir la esperanza que nace del encuentro con Dios. Así cuenta el Papa la experiencia de una religiosa que fue esclava (Josefina Bakhita): «La gran esperanza: yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa. A través del conocimiento de esta esperanza ella fue “redimida”, ya no se sentía esclava. » (SS, 3) Podemos estar entre “las cosas de Dios”: los tronos, el capillo, las velas, las bandas de música, las flores, las preciosas imágenes... y no tener experiencia de él.

 

Después afirma el Papa: «El encuentro con el Dios que nos ha mostrado su rostro en Cristo puede transformar nuestra vida hasta hacernos sentir redimidos por la esperanza que dicho encuentro expresa. » (SS, 4) [Podría se un resumen conciso de todo lo que quiero expresar]. Y lo argumenta diciendo que el encuentro con Dios no es sólo “informativo”, sino también “preformativo”. Quiere decir que nuestra religión no consiste sólo en conocer una serie de acontecimientos; por eso decía antes lo de “ya nos sabemos la Semana Santa”, sino que nuestra religión es un encuentro personal con Dios que “transforma nuestra vida hasta hacernos sentir redimidos...”. Hay que dejarse afectar por lo que celebramos. Hay que procurar encontrarse con Dios. Y estar pendientes para que Dios se encuentre contigo... ¡y transforma nuestra vida!

 

Vida eterna

 

La encíclica aborda el tema de la esperanza, que tiene mucho que ver con el futuro que nos aguarda, desde la perspectiva religiosa, por eso lo de la salvación. En este aspecto un punto importante de la misma es la Vida eterna. No todo terminó con la muerte de Cristo, después llegó la Resurrección, que nos abre las puertas de la otra vida y la posibilidad en esperanza de poder gozar de ella.

 

Comenta el Papa como en los sarcófagos de la Iglesia primitiva era común ver la imagen del pastor. «El verdadero pastor es Aquel que conoce también el camino que pasa por el valle de la muerte; Aquel que incluso por el camino de la última soledad, en el que nadie me puede acompañar, va conmigo guiándome para atravesarlo: Él mismo ha recorrido ese camino, ha bajado al reino de la muerte, la ha vencido, y ha vuelto para acompañarnos ahora y darnos la certeza de que, con Él, se encuentra siempre un paso abierto.» (SS, 6)

 

¿Creemos en la existencia de la vida eterna? ¿Qué es la “vida”? ¿Qué es la “eternidad”? – se pregunta el Papa: SS, 11 –. Él mismo responde: «De algún modo deseamos la vida misma, la verdadera, la que no se vea afectada ni siquiera por la muerte; pero, al mismo tiempo, no conocemos eso hacia lo que nos sentimos impulsados. [...] Esta “realidad” desconocida es la verdadera “esperanza” que nos empuja y, al mismo tiempo, su desconocimiento es la causa de todas las desesperaciones, así como también de todos los impulsos positivos o destructivos hacia el mundo auténtico y el auténtico hombre.» (SS, 12) Cuestión fundamental para la humanidad: ¿Creemos en la vida eterna?, que es parecida cuestión fundamental en la Semana Santa: ¿Creemos que resucitó Cristo?

 

Salvación comunitaria y edificación del mundo

 

Existe la vida eterna, pero ¿nos salvamos? El Papa dedica argumentos para explicar como la esperanza en la vida eterna, y la idea de la salvación es una realidad comunitaria. Es cierto que en la historia de la Iglesia se ha vivido la salvación con una piedad muy individualista. Nos salvamos personalmente, pero en comunidad. «La “redención” se presenta precisamente como el restablecimiento de la unidad (lo contrario de Babel, acaba de explicar el Papa) en la que nos encontramos de nuevo juntos en esa unión que se refleja en la comunidad mundial de los creyentes. [...] Esa vida verdadera, hacia la cual tratamos de dirigirnos siempre de nuevo, comporta estar unidos existencialmente en un “pueblo” y sólo puede realizarse para cada persona dentro de este “nosotros”.» (SS, 14)

 

Hay quienes acusan a nuestra concepción de la esperanza como una huída de las realidades temporales en aras del  futuro escatológico. El Papa hace una breve alusión a esta idea en este contexto comunitario de la salvación: «Esta concepción de la “vida bienaventurada” orientada hacia la comunidad se refiere a algo que está ciertamente más allá del mundo presente, pero precisamente por eso tiene que ver también con la edificación del mundo.» (SS, 15) Esta esperanza no es un escape del presente, sino un acicate: «El presente, aunque sea fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta... y si esa meta es tan grande (la esperanza fiable de la salvación) que justifique el esfuerzo del camino.» (SS, 1)

 

El hombre es redimo por el amor

 

El ser humano pone sus esperanzas en muchas cosas: el progreso, la política, la razón, la ciencia... «El hombre es redimido por el amor. Cuando uno experimenta un gran amor en su vida, se trata de un momento de “redención” que da un nuevo sentido a su existencia... Es un amor frágil. Puede ser destruido por la muerte. El ser humano necesita un amor incondicionado. Si existe ese amor absoluto con su certeza absoluta, entonces – sólo entonces ­– el hombre es “redimido” suceda lo que suceda en su caso particular. Esto es lo que se ha de entender cuando decimos que Jesucristo nos ha “redimido”.» (SS, 26)

 

Os deseo que en estos días os encontréis con el Señor y que la esperanza de poder gozar, redimidos, de su presencia, anime vuestro día a día. Feliz Semana Santa.