V Domingo de Pascua, Ciclo A:
“Jesús es el camino, la verdad y la vida”.

Autor: Padre Pedro Crespo   

 

Estamos en el domingo V del tiempo pascual, celebrando la resurrección de Jesús. En los tres primeros domingos veíamos, en los textos evangélicos, relatos de apariciones de Jesús resucitado. En los domingos IV y V, vemos quién es Jesucristo. 

En el domingo anterior se nos decía que Jesucristo es el Buen Pastor, indicando la preocupación amorosa que Dios tiene por cada uno de sus hijos. Además nos decía el evangelio que Jesús es la puerta de las ovejas; es decir, el lugar, la persona, los criterios, los valores, por los que hay pasar para ir al Padre, para llegar a la salvación.

 

En este domingo se nos dice que Jesús es la piedra angular, el camino, la verdad y la vida.

 

La piedra angular.

 

Dice la segunda lectura que, en el edificio de la Iglesia, cada cristiano es una piedra viva y Cristo es la piedra angular. La piedra angular es la piedra central de un arco, sin la cual el arco no se sostiene; es la piedra más importante. Quiere decir, entonces, que Cristo es la clave de nuestra vida, de la vida de la Iglesia.

 

Además se dice que nosotros somos piedras vivas; es decir, miembros activos en la edificación de la Iglesia. La Iglesia es una comunidad viva de cristianos, en la que cada uno desempeña su función o ministerio: la catequesis, la Palabra, la caridad. La primera lectura expresa como los primeros cristianos empezaron a distinguir estos servicios, porque todos no se podían ocupar de todo: los apóstoles se dedicaban al servicio de la Palabra, los diáconos al servicio de la caridad.

 

El camino, la verdad y la vida.

 

Jesucristo es el camino. En la vida cada una de las personas seguimos un camino para encontrar la felicidad, para darle sentido a nuestra vida. Así nos podemos encontrar con personas que siguen el dinero, el egoísmo, el éxito, el bienestar... El ser humano sigue multitud de caminos hasta que descubre que el único camino que le puede hacer feliz es Dios. El hombre busca a Dios aun sin saberlo y Dios busca al hombre. El encuentro entre ambos no se da directamente; no hay una relación directa con Dios. El encuentro se realiza en Jesucristo. Él es el camino que nos conduce al Padre. El camino es una persona; por tanto, para llegar a Dios, para llegar a la felicidad, hay que asemejarse a Cristo que es el camino.

 

Jesucristo es la verdad. El ser humano es un buscador de la verdad, pero ¿dónde está la verdad?, ¿qué es la verdad?. (Comentaba el Papa Juan Pablo II en una vigilia con los jóvenes en Santiago de Compostela, en el año 1989 -entresaco ideas-): La verdad no está en poner todo nuestro anhelo en la satisfacción plena e inmediata de los sentidos. La verdad no está en poner todo el interés en el poder y en el dominio sobre los demás (los violentos). La verdad no está en la búsqueda de la liberación y autorrealización mediante la evasión de la realidad (drogadictos). La verdad no está en la mentira, que es la raíz del pecado. Todos estos caminos conducen a la destrucción de uno mismo y de los demás. La verdad está en Jesucristo, en su vida y en su mensaje. Hay que vivir la verdad y amar la verdad.

 

Jesucristo es la vida. Todos tenemos sed de vida, de vivir la vida en plenitud, pero ¿en qué consiste la vida?, ¿cuál es su sentido?. La fe cristiana establece un vínculo profundo entre la vida y el amor:

 

-          El amor de Dios nos lleva a la vida; sin su amor no existiríamos. El sentido de la vida está en el amor.

 

-          Sin amor nuestra vida estaría llena de muerte. “Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien no ama permanece en la muerte” (1 Jn 3, 14).

 

-          El amor es el pasaporte para la vida eterna.

 

Cristo es la vida plena y la vida eterna. El que puede hacer que nuestra vida en la tierra tenga pleno sentido y el que puede hacer que nuestra vida no termine en la muerte, sino que llegue a la vida eterna.

 

Cristo es la piedra angular, el camino, la verdad y la vida. Quiere decir que Cristo es el centro de nuestra vida, lo más importante. ¿Lo vivimos así? ¡Qué encontremos en Jesús el motor principal de nuestra vida, su sentido más pleno!