Solemnidad del Corpus Christi
S
an Juan 6, 51-58: “Jesús es el pan de la vida”.

Autor: Padre Pedro Crespo   

 

 

Celebramos la fiesta del Corpus Christi: el cuerpo entregado y la sangre derramada de Jesús para la salvación de la humanidad. Esta fiesta está instituida en la Iglesia desde el siglo XIII. En la Edad media se planteaban innumerables cuestiones sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía. La Iglesia entonces vio conveniente, en vez de debatir tanto sobre la Eucaristía, mostrarla, sacándola a la calle. Lo que celebramos en esta fiesta es que Jesucristo está realmente presente en el sacramento de la Eucaristía, en el pan que comulgamos.

 

            A propósito del significado de la fiesta, el Evangelio de hoy nos dice que Jesús es el pan vivo que ha bajado del cielo, pan que da la vida eterna, no como el maná, que lo comieron y murieron. El cuerpo de Cristo es alimento para la vida presente y para la vida eterna. El sacrificio de Jesús en la cruz nos abre el camino para la vida eterna. Participar del Cuerpo y la Sangre del Señor es incorporarse a la vida divina, al Cuerpo de Cristo.

 

La primera lectura nos habla del maná que comió el pueblo de Israel en el desierto; maná que es prefiguración del Cuerpo de Cristo. También dice la primera lectura una cosa interesante: “Recuerda (lo que has pasado y lo que hizo Dios contigo en Egipto y en el desierto) no sea que te olvides del Señor, tu Dios”. Es importante la memoria para tener presente todo lo que hemos pasado en la vida y todo lo que Dios ha hecho por nosotros, para no olvidarnos de Dios.

 

            Se nos invita, por tanto, a adorar a Cristo, presente en la Eucaristía. Un cristiano no puede vivir sin Eucaristía, sin comulgar el Cuerpo de Cristo. ¡Cuántos cristianos hay que pretenden vivir su fe por libre sin celebrar la Eucaristía con la comunidad! ¡Cuántos cristianos hay que, celebrando la Eucaristía, no se atreven a comulgar porque tienen conciencia de estar alejados de Dios por el pecado, pero no se acercan al sacramento de la penitencia!. No se puede ser cristiano sin celebrar la Eucaristía. La Eucaristía es el sacramento central del cristianismo. Quien vive su fe por libre, sin los sacramentos, se termina alejando de Dios. No se puede ser cristiano sin encontrarse con Jesucristo; este encuentro se produce, no en la intimidad de la propia conciencia, sino en los sacramentos, que es donde está Cristo presente. No se puede ser cristiano sin comulgar el Cuerpo de Cristo. También hay que decir que quien comulga el Cuerpo de Cristo sin darle su valor está comulgando su propia condenación.

 

            Cristo está realmente presente en la Eucaristía y Cristo está realmente presente en el prójimo. También hoy se nos invita a considerar esta verdad. Dice la segunda lectura que nos une el Cuerpo y la Sangre de Cristo. “El pan es uno y, así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan”. Quien comulga el Cuerpo de Cristo, forma parte de su cuerpo y está unido fraternalmente a los miembros del Cuerpo de Cristo, que son los hermanos. Dice una canción, expresando esta idea: “Comeremos de la mesa que nos dio el Señor, aprendiendo a compartir el mismo pan, pero luego en nuestro pueblo hay que comprobar si la mesa lleva a la fraternidad”. No se puede adorar a Cristo en la Eucaristía y despreciarlo en el prójimo, porque si decimos que amamos a Dios, a quien no vemos, y no amamos al prójimo, a quien vemos, somos unos mentirosos, nos dice San Juan.

 

            Ser cristiano, pues, tiene unas consecuencias sociales inevitables, que se derivan de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía y del mandamiento nuevo del amor que nos dejó Jesús en el momento de la institución de la Eucaristía.

 

            Por eso, en este día, se celebra el día de Cáritas, la institución que intenta canalizar y concretar la solidaridad de los cristianos para que nuestra ayuda sea más eficaz. Nos tenemos que convencer que es mejor ayudar a los demás a través de Cáritas, que hacerlo por libre. Es mejor buscar soluciones a los problemas de la gente, que darles limosna.

 

Este año desde Cáritas se nos recuerda que “Los derechos son universales, las oportunidades deberían serlo. La diferencia está en las oportunidades”. Hoy, prácticamente, en todo el mundo el mundo se admiten los derechos humanos; pero sin. Embargo, las oportunidades que se tienen para hacer efectivos esos derechos, según seas hombre o mujer, nacional o extranjero…, no son iguales. Trabajar por que todos puedan gozar de los derechos que tienen por ser personas es concretar la dimensión fraterna de la Eucaristía.

 

            Que sepamos adorar a Jesucristo en la Eucaristía y en el prójimo, donde está realmente presente.