XX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
San
Mateo 15, 21-28: “Mujer, que grande es tu fe”.

Autor: Padre Pedro Crespo  

 

 

La Historia de la Salvación es como una relación de amistad y amor entre Dios y su pueblo. Esta historia de amistad empezó por el pueblo de Israel, el pueblo elegido, pero se fue abriendo progresivamente a toda la humanidad. Esa historia de salvación, a su vez, está llena de encuentros personales con Dios, que reproducen la misma dinámica que con el pueblo elegido: Abrahán, Moisés, los profetas, María, Pablo, Pedro... Dios Padre, y Jesucristo, tienen la iniciativa en esa relación y el ser humano tiene que responder a esa invitación para que se produzca ese encuentro. La historia de Israel es una historia de encuentros y desencuentros que dan paso a una historia más universal con la Nueva Alianza.

 

La vida publica de Jesucristo y su misión se desarrollan principalmente en Israel (“sólo a las ovejas descarriadas de Israel”, dice el evangelio), pero hay varias referencias en el mismo evangelio a la apertura de la misión a los extranjeros, como el caso del evangelio que nos ocupa. Por ejemplo, Jesús comienza su misión en la región de Galilea, fuera de Judea, que era el “reducto” de los elegidos.

 

El comienzo de la Iglesia estuvo marcado por el discernimiento, en el concilio de Jerusalén, sobre esta cuestión: ¿Debían limitarse a Israel o era necesario salir a los gentiles? Se decidió salir a los gentiles.

 

Un factor decisivo para ver clara esa decisión no fue sólo el proceso de un descubrimiento teórico o una profundización en el mensaje de Jesús, sino la misma cerrazón de los judíos al mensaje fue la que lanzó a los primeros cristianos fuera de sus fronteras y así comenzaron a predicar el Evangelio, lo que sirvió para testimoniar que los gentiles también son herederos de las promesas de Dios.

 

La primera lectura es un claro testimonio de que los extranjeros, marginados en la religión judía, con los que no se podían relacionar, son destinatarios de la misión de Dios y han respondido positivamente a su mensaje. “Los extranjeros se han dado al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, guardan el sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza” -dice el Señor-. Lo decisivo no es el origen, sino la respuesta a la invitación de Dios.

 

La segunda lectura pone de manifiesto que si bien los gentiles no habían respondido a Dios, también los judíos no han respondido y se han cerrado al mensaje de Dios. “Dios encerró a todos en la desobediencia para tener misericordia de todos”. Con lo que se resalta que la salvación viene de Dios, de su misericordia, no es merecida por nadie y que el pueblo de Israel se cerró a la obediencia de Dios.

 

El texto del evangelio es una alabanza de la fe de una mujer cananea, extranjera, que se acerca a Jesús a pedirle un milagro para su hija. Pedir a Dios nunca está demás. Por ejemplo, ahí tenemos la oración del Padrenuestro que son siete peticiones; oración que nos enseñó Jesús. También hay que destacar que esta mujer no pide para sí misma, sino para su hija. El amor nos hace estar pendientes de las necesidades de los demás, más incluso que de las propias. En el diálogo entre Jesús y la mujer hay una frase desconcertante de Jesús: “No está bien echar a los perros el pan de los hijos” (pues Jesús ha venido a las ovejas descarriadas de Israel). Los hijos serían los israelitas y los perros los extranjeros. Digo que es desconcertante pues Jesús siempre tiene una actitud de cercanía con todos y, especialmente, con los marginados. La mujer cananea acepta la comparación y dice que los perros comen las migajas que se caen de la mesa del amo, por lo que suplica esas “migajas”. Por eso es alabada la fe.

 

Una enseñanza de las lecturas de este domingo podría ser la siguiente: en nuestra fe lo decisivo no es el origen de cada uno (haber nacido en un país y en una familia católica), sino la apertura personal (la opción personal) que cada uno hace por Dios en su vida. La religiosidad que vivimos en occidente, en Europa y España, tradicionalmente católicas, está llena de referencias culturales externas que presuponen la vivencia interior y personal de la fe, lo cual es falso. Así nos encontramos con muchos referentes religiosos, cada vez menos, a nivel de tradición, de cultura, de folclore, de sociología... que manifiestan ciertas reminiscencias católicas, pero falta una clara opción personal de quienes se hacen presentes en todos esos referentes religiosos. Por eso Juan Pablo II dijo que Europa necesita una Nueva Evangelización. Mientras tanto en los países de misión están naciendo nuevas comunidades, en las que los cristianos tienen que hacer una opción personal por Jesús frente a sus tradiciones, su cultura...

 

¿Cómo es tu fe?