XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
San Mateo 22, 15-21: “Como Pablo, misionero por vocación”.

Autor: Padre Pedro Crespo  

 

 

Es muy interesante el texto del Evangelio que nos propone este domingo XXIX del tiempo ordinario: unos fariseos mandan a unos herodianos a preguntarle a Jesús con intención de comprometerlo: “¿Es lícito pagar dinero al Cesar o no?”.

 

El territorio palestino está sometido a la dominación de los romanos y éstos cobran impuestos para poder mantener a su ejercito y el domino sobre el pueblo judío. Ante esta situación, el pueblo hebreo está dividido, tiene distintas posturas: los zelotas están en contra del pueblo romano y quieren levantarse violentamente contra ellos; los fariseos tampoco están a favor de los romanos, pero conviven con ellos en una doble actitud, no los aceptan pero los respetan mientras no se metan con ellos; los publicanos, recaudadores de impuestos, viven de esa situación; los herodianos, partidarios de herodes, defienden los impuestos. En esta situación, si Jesús dice que hay que pagar impuestos a los romanos, se enfrentaría con gran parte del pueblo judío, que está en contra de esa práctica; si dice que no hay que pagar impuestos se enfrentaría con los romanos y sus partidarios.

 

Jesús fue muy inteligente: “Devolved al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”.

 

En esta respuesta de Jesús se ha visto, tradicionalmente la separación de los poderes civil y religioso; por un lado va la política y por otro la religión; por un lado el gobierno, por otro la Iglesia. Históricamente no siempre ha estado claro; incluso hoy en día tampoco lo está.

 

La sociedad de cristiandad, que hemos vivido hace unas décadas identificaba los dos poderes:  se invadía la política desde la religión y al revés - los políticos querían influir en el nombramiento de los obispos y los obispos querían influir en decisiones políticas -; se utilizaban mutuamente; la Iglesia utilizaba los beneficios del Estado (privilegios económicos) y los políticos utilizaban la religión para engrandecer su propia imagen (presidencia de actos religiosos); se identificaba la religión con un territorio, en vez de con la persona (España es católica, se pensaba porque se había entronizado el corazón de Jesús; la consecuencia es que todo el mundo tiene que pasar por los sacramentos de la iniciación cristiana: bautismo, confirmación, eucaristía...). Todavía hoy siguen confundiéndose estos campos.

 

En la respuesta de Jesús también podemos ver como Jesús no toma una decisión política sobre los romanos, porque él ha venido a traer un mensaje religioso; por eso pensamos que el Evangelio no se puede reducir a un partido político; ningún partido político agota el Evangelio; no puede haber un partido político que se apellide cristiano. Esto es muy interesante. Un cristiano puede votar cualquier partido político, puede estar en cualquier partido, porque todos tienen valores del Evangelio; pero en cualquier partido hay también valores y actitudes que no son evangélicos, por lo que hay que ser críticos con todo partido político desde los valores del Evangelio.

 

Esto quiere decir que la religión cristiana no es un partido político; que hay muchas formas de concretar el mandamiento del amor, que pueden ser lícitas desde el Evangelio y la Iglesia.

 

La respuesta de Jesucristo decía: “Devolved al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Devolved a Dios lo que es de Dios.

 

Igual que la moneda tiene la imagen del Cesar y por eso hay que darla al Cesar, el hombre lleva en su interior, sobre todo desde el bautismo, la imagen de Dios, y por eso hay que devolverlo a Dios. El hombre encuentra se sentido y felicidad dedicando su vida a Dios, que es su hacedor.

 

Además esta frase tiene otro sentido, relacionado con una parábola que escuchábamos en domingos anteriores: la parábola de los viñadores homicidas que matan a los enviados del dueño que quieren recoger los frutos, así se apoderan de los frutos. Decíamos que los dirigentes de la religión judía se habían apoderado de la religión y se quedaban con los frutos que son de Dios. Pues con esta respuesta Jesús les está diciendo: devolved a Dios lo que es suyo y que vosotros os habéis adueñado.

 

¿Qué le tenemos que devolver a Dios?

La vida.

La utilización que hacemos de la religión en nuestro propio beneficio: Sacerdotes, hermandades, catequistas, a nivel personal...

 

Recordamos a todos l@s misioner@s, puesto que es la jornada del Domund, cayendo en la cuenta de que necesitan un relevo para que pueda continuar el anuncio del Evangelio. “Recordamos la actividad de vuestra fe, el esfuerzo de vuestro amor y el aguante de vuestra esperanza” dice San Pablo –centro del lema de este año de esta jornada: Como Pablo, misionero del Evangelio”– en la segunda lectura.

 

Que nos comprometamos políticamente y respetemos las opciones de los demás, aunque sean distintas de las nuestras. Que demos a Dios lo que le corresponde.