IV Domingo de Pascua, Ciclo B.
Marcos 14,1-15,47:
“Jesús da la vida por las ovejas”.

Autor: Padre Pedro Crespo  

 

 

Celebramos el domingo IV de Pascua, el domingo del Buen Pastor. El “Buen Pastor” es una imagen literaria que emplea el propio Jesucristo para referirse así mismo; imagen recogida de la tradición bíblica, que quiere expresar la solicitud, la preocupación, amorosa que Dios tiene por el hombre; la misma preocupación que tiene el pastor por sus ovejas. Dios nos cuida a todos, de un modo especial a los más débiles, nos lleva sobre sus hombros, nos conduce hacia buenos pastos, repara nuestras fuerzas, nos conoce, nos da vida eterna. Todos los cuidados de Dios Padre se concretan y se hacen realidad en el Hijo, Jesucristo, el Buen Pastor. Este amor de Dios queda también expresado en la segunda lectura de San Juan: “Mirad que amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos; pues lo somos”; somos Hijos de Dios por puro amor suyo y gracias a la salvación del Hijo. 

Otra imagen interesante para expresar quién es Jesucristo es la que se emplea en la primera lectura: Jesús es la piedra angular que desecharon los arquitectos; además dice: “ningún otro puede salvar”. Esta imagen nos dice que Jesús es la piedra principal que sustenta la Iglesia. Como sabéis la piedra angular es la piedra central de un arco, que es la que hace que el arco se mantenga en pie. Cristo es el único que puede remediar nuestros males, el único que nos puede salvar. 

El Evangelio que escuchamos en este ciclo “B” nos dice, en concreto: 

Que Jesús, el Buen Pastor, da la vida por las ovejas. No es un pastor asalariado que se despreocupe de las ovejas, o un pastor aprovechado que las utilice en su propio beneficio, que se quede con su lana y su leche, si no que da la vida por sus ovejas para que tengan vida eterna. 

Que el Buen Pastor conoce a sus ovejas. Conocer a los demás es un medio - modo - para amar, pues cuanto más se conoce más se ama [aunque nosotros solemos utilizar el conocimiento, muchas veces, no para amar, sino para descalificar] y, sobre todo, cuanto más se ama mucho mejor se conoce.  

Que las ovejas de su redil no son sólo las que nosotros conocemos y creemos que están dentro del rebaño, si no que tiene otras ovejas que están alejadas, a las que también tiene que llegar. Su rebaño es un rebaño abierto a todos, no es un grupo cerrado y selecto. 

En este domingo se nos invita, pues:  

a.- A ser “ovejas” del rebaño de Jesús; es decir a, escuchar su voz y a seguirle. Es escuchar con el corazón y llevarlo a la práctica lo escuchado. Seguir a Jesucristo es querer identificarse con él, asemejarse a él.  

b.- Pero también es una invitación a ser “pastores”; es decir, a mostrar la solicitud amorosa que Dios tiene a los hombres prestándoles el servicio que necesitan, llevando adelante el mensaje de Jesús. 

¿Quiénes estamos llamados a ser pastores? Todos los que pertenecemos al rebaño de Jesús, todos los cristianos, por nuestra entrega a los demás, estamos llamados a ser pastores. Pero hoy, en concreto, se recuerda a quienes han consagrado su vida de un modo especial a Dios: religiosos, religiosas, sacerdotes. Todos ellos quieren continuar el “pastoreo” de Jesús en la Iglesia. Se nos invita a pedir por las vocaciones consagradas, que el Espíritu suscite vocaciones en su Iglesia para que siga creciendo el reino de Dios. 

Cualquier bautizado es “consagrado” con el crisma, es ungido como señal de la elección divina, es dedicado en exclusiva a Dios. Esta dedicación a Dios la tiene que expresar, el seglar, en su tarea de transformar el mundo según los criterios del evangelio. Los religiosos/as y sacerdotes viven su consagración desde los consejos evangélicos de la pobreza, la castidad y la obediencia, valores que expresan el Reino de Dios. 

      ¿Cómo seremos buenos pastores que lleven adelante el amor de Dios? Pues el Evangelio nos daba tres pistas: Dar la vida por las ovejas; es decir, no se trata sólo de dar cosas materiales, de dar tiempo por los demás, sino de darse uno mismo. Además hay que conocer a las ovejas; es un modo concreto de amar y para mar más: conocer los nombres y las preocupaciones de los demás. También decía el Evangelio que hay otras ovejas, no hay que cerrar la Iglesia a nadie, hay que estar abiertos a todos, y de un modo especial a los que están más alejados de los valores de Dios (que a veces pueden estar físicamente cercanos a la Iglesia). 

Que el Espíritu Santo conceda vocaciones consagradas a su Iglesia, suscitando respuestas generosas a todas las llamadas que hace a la juventud. Que nos conceda escuchar la voz de nuestro Pastor y seguirle, identificándonos poco a poco con él.