XXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6, 60-69: “Nosotros queremos seguirte, Jesús”.Autor: Padre Pedro Crespo
La fe
es una opción personal;
es decir, soy yo personalmente quien decide si quiero seguir a Jesús o no. Nadie
me lo puede imponer, ni Dios, ni los demás. Es cierto que la fe
es,
también, un don
de Dios, y que Dios me da su gracia en los
sacramentos para que pueda seguirle. Pero también es cierto que
Dios respeta mi
libertad y soy yo quien tiene la última
palabra en mi relación con Dios.
Por eso la fe no es fruto del ambiente.
Es cierto que en un país tradicionalmente católico, como es España, lo lógico es
que la gente siga siendo católica. Pero la última razón de mi fe no es el
ambiente.
La fe no es el desarrollo automático de haber recibido un sacramento de pequeño:
Bautismo y Eucaristía, porque para que se
desarrolle el sacramento hace falta la respuesta personal.
La primera lectura y el texto del evangelio nos vienen a
plantear esa opción personal. En la
primera lectura,
Josué pone al pueblo de Israel en la disyuntiva de tener que
optar entre
servir a otros dioses o servir al Señor. El
pueblo de Israel opta por seguir al Señor que los ha sacado de la esclavitud de
Egipto. Luego el pueblo de Israel manifestó otra vez sus continuas
infidelidades. En el texto del
Evangelio, cuando mucha
gente abandona a Jesús, porque no podían aceptar su mensaje, Jesús les dice a
sus apóstoles:
“¿También vosotros queréis marcharos?”.
A lo que responde San Pedro, en nombre de todos:
“Señor, ¿a quien
vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos
que eres el Santo consagrado por Dios”. Los
apóstoles también hicieron su opción personal por seguir a Jesús. Entre ellos
estaba Judas.
El texto del Evangelio de este domingo XXI del tiempo
ordinario es el
final del capítulo seis de San Juan, el final del
discurso del pan de vida. Pone de manifiesto
el
escándalo de unos y el consiguiente abandono
de Jesús y la opción de los apóstoles. ¿Qué
es lo que decía Jesús como más significativo en este discurso, que
provocó el
rechazo?
Jesús
es el Pan de Vida.
Con esta afirmación Jesús está queriendo decir que
él es Hijo de
Dios, que es el sentido y la razón de la vida del ser humano.
Verdad que no podía ser aceptada por la mentalidad judía porque eran
monoteístas;
los judíos pensaban que Dios era único
y no podían concebir “otro ser divino igual a Yavé” en la persona de Jesucristo.
Si nosotros aceptamos que Jesucristo es la razón de nuestras vidas, que él es la
clave de nuestra felicidad, hemos de abandonar comportamientos que expresan que
nosotros
pensamos que la felicidad está en el poder, en el tener, en la fama o en el
gozar.
El que
cree en él tiene vida eterna.
Aceptar la
persona de Jesús, su humanidad y su divinidad,
aceptar su mensaje del Reino y del Amor, y vivir de acuerdo a lo que se cree,
es el
acceso a la vida eterna. Lo que supone también
aceptar que hay otra vida, que no todo termina con la muerte y que no es
indiferente mi modo de vivir esta vida. Como he dicho antes
la mentalidad
judía no puede
aceptar a Jesús como Dios y por tanto eso le
quita autoridad a lo que dice. El judío, menos los saduceos, si aceptaban que
hubiese otra vida, aunque era una creencia no muy perfilada. Si nosotros
aceptamos que
hay otra vida y que
ésta la tenemos que vivir como dijo Jesús,
esa creencia debe
modelar toda nuestra existencia.
El que
come su carne y bebe su sangre tiene vida eterna.
Supone
aceptar la presencia de Jesús en el pan y en el vino de la Eucaristía,
lo que no deja de ser un acto grande de fe en la persona de Jesús.
Para los judíos
era una revolución en su modo de entender el culto con Dios;
de algún modo, aceptar la presencia de Jesús en el pan y en el vino, invalidaba
las otras formas de relacionarse con Dios que tenía el pueblo de Israel.
Quien cree
que Jesús está presente en el pan y en el vino de la Eucaristía, aprecia esa
presencia y vive de esa presencia.
La
opción personal que nos plantea hoy Jesús se podría expresar así:
-
¿Crees
que la felicidad sólo te puede venir de Jesús, de su mensaje, de sus valores?
¿En dónde buscas la felicidad?
-
¿Crees
que después de esta vida hay otra vida? ¿Cómo incide esa creencia en tu vida
concreta?
-
¿Crees
en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía? ¿Haces lo posible y lo
imposible por comulgar?
Yo creo que mucha gente que decimos que creemos en Dios y
en Jesús
no siempre respondemos positivamente
a estas preguntas.
Buscamos la felicidad lejos de Dios, no aceptamos la vida eterna y pasamos de la
Eucaristía.
Que esta Eucaristía nos ayude a aclarar nuestra fe, para
que podamos decir con San Pedro:
“Nosotros creemos y sabemos quien eres, Jesús”.