XXXIV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
Solemnidad: Jesucristo, Rey del Universo, Ciclo B
San Juan 18,33-37: “El reino de Dios no tiene los valores del mundo”.

Autor: Padre Pedro Crespo 

 

             

Para terminar el año litúrgico, celebramos la fiesta de Cristo Rey del Universo. La primera lectura era una visión del profeta Daniel, en la que al hijo del hombre le dan poder real; Jesucristo es ese Hijo del Hombre, que aparece en el Evangelio diciendo que es Rey, pero que su reino no es de este mundo, tiene otros valores.

 

Esta fiesta fue instituida por Pío XI en 1.925. El Vaticano II la puso al final del año litúrgico para expresar que el Reino de Dios no es un reino político, sino religioso; para expresar mejor el cumplimiento del plan de Dios en el que Cristo se presentará como el centro de la historia y del corazón humano. Se hizo este cambio en el calendario para evitar malas interpretaciones políticas y religiosas de la fiesta. Sobre las que me quiero detener, pues parece que todavía no se han erradicado.

 

Las malas interpretaciones políticas van por la línea de creer que el Evangelio  y las ideas de la Iglesia se pueden imponer a la fuerza. Principalmente yo destacaría dos errores en este sentido: la sociedad de cristiandad y los partidos políticos de confesión católica.

 

La sociedad de cristiandad es la sociedad en la que vivimos hace unos años; una sociedad propia de la Edad Media. En esa sociedad los poderes civiles y religiosos no están delimitados, de manera que hay injerencias de la política en la Iglesia (Los gobernantes políticos quieren tener influencia en el nombramiento de los obispos: Franco, dirigentes del País Vasco...), y hay injerencias de la Iglesia en la política (celebraciones de la Iglesia se convierten en fiestas de España). En esta sociedad el Estado legitima a la Iglesia y la Iglesia legitima al gobierno. Esto crea una vivencia de la religión sociológica y externa, en la que me detendré ahora después. Lo lógico es que la Iglesia y la política tengan una autonomía en su funcionamiento, lo que no quiere decir un distanciamiento o un enfrentamiento.

 

Cuando llega la democracia a los países que han tenido una sociedad de cristiandad y hay pluralidad de partidos políticos, aparecen los partidos de inspiración católica, que pretenden aglutinar a todos los cristianos, como si los demás partidos no tuviesen valores cristianos. La Iglesia no es un partido político más, ni se siente representada por ningún partido en contra de otros. El cristianismo quiere incidir en la sociedad, en la vida de la gente, pero lo hace desde sus principios, desde sus valores, que pueden estar presentes en las iniciativas de distintos partidos y de distintas personas, (V. G.: defiende el derecho a la vida).

 

Las malas interpretaciones religiosas están siendo más difíciles de erradicar que las políticas. Como apuntaba antes se podrían resumir en entender la religión como algo sociológico y como algo externo a la persona.

 

Entender la religión católica como algo sociológico es pensar que si uno es cristiano se debe exclusivamente a que ha nacido en un país católico, sin darse cuenta que la religión se sustenta en una opción personal del individuo, en un encuentro personal con Jesús; es hacer las cosas por tradición sin que lo que se hace interpele personalmente al sujeto que realiza esas acciones; es celebrar los sacramentos porque siempre se ha hecho así, sin saber en qué consiste el bautismo, ni el matrimonio, ni la Eucaristía, ni las exequias, ni qué hay que hacer ni decir en la misa. ¡Muchos ni se saben el Padre nuestro todavía!. La fe sociológica de la inmensa mayoría de los cristianos necesita una urgente evangelización en orden a hacerles descubrir que si son cristianos tienen que tener una opción personal y concreta por seguir a Jesucristo, y lo que eso implica.

 

Otra mala interpretación de la religión que va pareja con la anterior es entenderla como algo externo. Como se supone la opción personal, mal supuesto, sólo se cultivan las formas, lo externo: hacer ritos y gestos religiosos; ponerse y quitarse el traje de nazareno... Es como si la religión fuese alguna cosa extraña a la personalidad, que se queda en la superficie y no sirva para la vida diaria. Los cristianos sociológicos da la impresión de que tienen puesto un traje de agua para que le resbalen todas la interpelaciones personales que hace la religión, como si con ellos no fuese. Cuando Dios pretende llegar a todos los niveles de la personalidad humana para estar presente en las decisiones, en los pensamientos, en las obras, en las actitudes, en toda la vida de las personas.

 

Lo que celebramos, pues, es que Cristo es Rey del Universo; es decir, que al final de la historia se manifestará la centralidad de Jesucristo, su vida, su mensaje, sus valores; por eso los cristianos nos tenemos que ir concienciando de que lo importante es que nosotros vayamos viviendo ya esos valores en nuestras vidas concretas.

 

¡Que Cristo sea rey, también, y principalmente de tu corazón!