XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Lc 12,32-48: «Estad preparados»

Autor: Radio Vaticano

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

 

Sb 18,6-9: Castigaste a los enemigos y nos honraste
Salmo 32:Dichoso el pueblo que el Señor escogió.
Hb 11,1-2.8-19: La fe, seguridad de lo que se espera
Lc 12,32-48: Dichosos los criados en vela
 

«Estad preparados» 

El autor del Libro de la Sabiduría recuerda hoy el significado de la cena pascual, aquella noche pasada en vela por los hijos de Israel en Egipto. Era la noche de la liberación anunciada. Y los israelitas no dormían, sino que esperaban despiertos porque creían en la promesa del paso del Señor para salvarlos. Así pudieron estar a punto y salir de la tierra de la esclavitud los hijos piadosos de un pueblo justo. La vigilia expresaba la fe y la esperanza en Dios y su salvación.

El Señor Jesús invita hoy a la vigilancia a sus discípulos también. No quiere que nos durmamos, sino que estemos despiertos y atentos a su venida. Sólo así lograremos la liberación y la felicidad que nos tiene prometida. Nos lo recomienda con la imagen de los siervos que saben estar en vela y a punto: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas» –nos dice–. «Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle apenas venga y llame. Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo. Y, si llega entrada la noche o de madrugada y los encuentra así, dichosos ellos... Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre». Estar en vela significa tener la fe despierta, en medio de un mundo dormido y alienado, inconsciente del paso liberador de Dios. Estar en vela significa estar abiertos a las intervenciones de Dios en nuestra vida y a los buenos deseos que su Espíritu suscita en nuestro interior. Estar en vela significa acudir al encuentro del Señor en los sacramentos que sostienen nuestra comunión con Él y con los hermanos.

Estar despiertos significa no cerrar el corazón a las necesidades de los demás, distraídos sólo con lo nuestro. Estar despiertos significa estar atentos a los signos de los tiempos, tratando de discernir en ellos las llamadas del Señor. Estar despiertos significa comprometerse en todo lo que es bueno para el hombre, compartiendo las mejores esperanzas que Dios suscita en el desarrollo histórico y cultural de la humanidad.
Velar quiere decir no dejarse seducir por lo que esclaviza nuestra libertad al vaivén de los instintos, frustrando el ideal. Velar quiere decir no encerrarnos en nosotros mismos y nuestros proyectos, sin contar con la vocación al servicio de los proyectos de Dios, donde está nuestra felicidad. Velar quiere decir no instalarse ramplonamente en una vida fácil e infecunda y estar siempre listos y pertrechados de buenas obras para el encuentro definitivo con el Señor.

El autor de la carta a los Hebreos nos propone hoy a Abraham como ejemplo de esta actitud de fe vigilante, cuando nos comenta: por fe, obedeció Abraham a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad, sin saber adónde iba. Por fe, vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas, mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios. ¿Sabes que «parroquia» quiere decir «pueblo atendado»? Es decir, pueblo que «va de paso», camino de su verdadera patria, hacia su definitiva ciudad. Los cristianos estamos en el mundo, pero, en definitiva, no somos de este mundo. En el Bautismo, nacimos ya como hijos de otro hogar. Ese en cuya mesa el Señor mismo nos sentará para servirnos el banquete de la fiesta eterna, si al venir para llevarnos a él nos encuentra preparados y bien dispuestos.

La participación en la misa del domingo es, por sí misma, un sacramento de esta experiencia. La llegada puntual del Señor que «pasa» entre nosotros para liberarnos de toda esclavitud. Reunirse para celebrar la Eucaristía es responder a su invitación. Por eso, no se trata de ir «cuando lo necesito», sino «cuando Él mismo nos invita». Desoír con frecuencia esta invitación es hacerse cada vez más incapaz de percibirla. Es andar distraído. Es estar dormido...