Asunción de la Virgen María
Lucas 1, 39-56

Autor: Radio Vaticano

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

 

Apocalipsis 11, 19.12,1-6.10;
I Corintios 15, 20-26;
Lucas 1, 39-56
 

Celebramos el misterio de la Asunción de la Virgen María en cuerpo y alma a los cielos. Es una fecha importante para todos los cristianos, sobre todo para cuantos amamos y veneramos a María. Porque celebrar la Asunción de María es lo mismo que celebrar su glorificación o triunfo pleno en la gloria del cielo.
La Asunción de María fue el último dogma definido por la Iglesia. Concretamente el 1 de noviembre de 1950, el papa Pío XII, después de consultar a los obispos de todo el mundo, definió que María, terminado el curso de su vida terrena fue elevada al cielo en cuerpo y alma.
Era ya una verdad creída por los cristianos, que estaban convencidos de esta verdad mariana y lo expresaban en su culto diario. Como Cristo, que después de vivir entre nosotros, de padecer y morir, resucitó y está sentado a la derecha del Padre, así también María, subió a los cielos y fue glorificada por Dios en cuerpo y alma.
Así, pues, la Asunción es el coronamiento y la recompensa de la Trinidad al amor, al esfuerzo, a la entrega, al sacrificio y a la fidelidad de María. Es la respuesta del cielo a todo cuanto María hizo en esta tierra para gloria de Dios y para bien de la humanidad, que ciertamente fue mucho.
María cumplió perfectamente su papel de Madre de Cristo y de la Iglesia. Se entregó en cuerpo y alma a la voluntad de Dios, se hizo esclava del Señor, siempre obediente a su palabra; tuvo que pasar por grandes humillaciones y pruebas. Sin embargo siempre se mantuvo fiel a la Palabra y a la voluntad de Dios. Después de Cristo nadie ha amado como María, ni nadie ha padecido como ella. Por tanto era lógico que, después de Cristo, nadie fuera glorificada como ella. Y Dios no quiso que María sufriera la corrupción del sepulcro.
Nosotros, al celebrar hoy este acontecimiento, cantamos y veneramos a María como lo han hecho todas las generaciones: la llamamos dichosa y bienaventurada junto con toda la Iglesia; al mismo tiempo que tratamos de penetrar, meditar y extraer algunas lecciones de este misterio mariano. María asunta al cielo nos dice:
· Que el cielo, no la tierra es nuestra patria definitiva, que es hacia el cielo hacia donde caminamos desde nuestro nacimiento;
· Que lo sucedido en María ha de ser realidad en nosotros: que como ella ha sido glorificada, nosotros también estamos llamados a ser glorificados y resucitar un día gloriosamente, si es que Dios nos encuentra dignos;
· Que María glorificada es nuestra madre e intercesora: que no está allí para desentenderse de nosotros, sino que sigue nuestros pasos como la mejor de las madres y se preocupa de nuestra vida, alegrías y penas, problemas y gozos, como lo hacen las madres con sus hijos;
· Que si queremos llegar a la meta hemos de seguir el camino del evangelio.

Pidamos hoy de corazón: Oh María subida a los cielos en cuerpo y alma, ten misericordia de todos y cada uno de nosotros; tú sabes lo que necesitamos: intercede por nosotros y por todos los hombres que somos tus hijos; y, después de haber superado las pruebas del destino de esta vida, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre y llévanos contigo a la gloria del cielo.