XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
Mt 22,15-21: A Dios lo que es de Dios. A Dios lo que es de Dios

Autor: Radio Vaticano

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)  

 

Isaías 45,1,4-6: No hay otro Dios más que Yahvé
Sal 95,1.3-5.7-10: Aclamad la gloria y el poder del Señor.
1 Tes 1,1-5b: Dios nos ha elegido
Mt 22,15-21: A Dios lo que es de Dios

A Dios lo que es de Dios

Sabemos de memoria la frase: “Al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios”. Lo que no sabemos tan de memoria es tener a Dios dentro, como el alma de nuestro existir. Ser cristiano no es sólo una etiqueta; mejor dicho, si es sólo eso estás colaborando a la ausencia de Dios en el mundo, o en el mejor de los casos todavía eres sólo del César. El evangelio de hoy dice que “Al oír esto, quedaron maravillados, y dejándole, se fueron”. Este es el cristianismo de pura etiqueta.

Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI no se cansan de repetir que no podemos alejar a Dios de los asuntos del mundo; olvidar a Dios es olvidar al hombre, porque nadie pude querer al hombre más que su creador y Padre. Desde Jesucristo, las relaciones entre los hombres no se pueden basar sólo en las leyes de justicia, sino que se deben perfeccionar en el amor misericordioso de Dios Padre. Esta figura y su mensaje nos ayudará a enfocar el comentario a las lecturas de este vigésimo noveno domingo del tiempo ordinario.

En efecto, se nos va a platear la relación entre la autoridad civil y la divina. Cuestión esta de la máxima actualidad si recordamos los conflictos actuales entre las autoridades civiles y religiosas: matrimonio, interrupción del embarazo, libertad de enseñanza, libertad religiosa, etc, etc.

Los fariseos quieren comprometer a Jesús, y le preguntan: “Maestro, ¿es lícito pagar impuestos al Cesar o no?”: “Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios”. Este texto que comentamos forma parte de una serie de controversias entre Jesús y los fariseos sobre temas como el tributo, la resurrección de los muertos, la ley de repudio, el mandamiento principal... y tienen como telón de fondo la confrontación de Jesús con la ley romana, con las leyes civiles, diríamos hoy.

Frente a las interpretaciones más dogmáticas y espiritualistas quese han podido hacer de este evangelio de Mateo, hemos de recuperar elcontexto histórico de la primera comunidad judeo/cristiana, en la que se divinizaba al Emperador. Los primeros cristianos, que estaban intentando asumir la relación con Dios, con el Dios de Jesús, con el Abbá, no podían entender que el emperador se presentara como Dios, y se enfrentan a la religión oficial optando por lo alternativo, que en este caso es la propuesta de vida cristiana, vida en fraternidad de hermanos y hermanas.

Ya en los albores de la reflexión de la comunidad está la conciencia de que el emperador no es Dios y nunca lo será, porque Dios es amor, justicia, amor, igualdad... valores ausentes en cualquier imperio, de cualquier época.

En la actualidad no hay emperadores que se presenten como Dios, como en tiempo de los romanos, pero sí ciertas estructuras políticas, incluso religiosas, que obstaculizan o niegan la presencia de Dios en nuestra vida. Esto es lo que decía el Papa Benedicto XVI de una forma contundente: “La tolerancia que, por así decirlo, admite a Dios sólo como opinión privada, pero lo niega públicamente, en la realidad del mundo y en nuestra vida, no es tolerancia sino hipocresía”.

Dar una autonomía al mundo, a la política, a nuestra realidad cotidiana, a nuestros negocios… darles una autonomía que excluya a Dios, es anularnos a nosotros mismos, es construir nuestra vida sobre el autoengaño y la destrucción.

Jesús nos invita a dar al Cesar la moneda material: implícate en la construcción de la sociedad y del mundo, no olvides tus responsabilidades de tejas abajo, pero tu corazón, que está hecho a imagen de Dios, y que es el motor de todos tus proyectos, dádselo sólo a Dios. Lo que constituye la personalidad del hombre, su libertad, su dignidad, no puede prostituirse o entregarse a los poderes de este mundo.

Por eso, al leer este texto hoy, tenemos que decir con voz profética: a las estructuras humanas (religiosas o políticas) lo que es de ellas y «a Dios lo que es de Dios», o sea, «a Dios Padre y a su Reino toda nuestra entrega y fidelidad», para cumplir bien con nuestro compromiso temporal.

Dios hará el resto, como lo hizo con Ciro, el rey extranjero que no conocía a Yahvé, según nos cuenta Isaías en la primera lectura, y a quien Dios le hace pregonero de su nombre ante todas las naciones: “Yo soy el Señor y no hay otro”. Las lecturas de este domingo nos impulsan a trabajar incansablemente por un mundo que, aunque no sintamos a Dios tan ostentosamente como en otras épocas, lo reconozcamos en los hombres y mujeres de buena voluntad, en los que hacen el bien, en los que, al servir, no buscan su propio interés. San Pablo insta a los cristianos de Tesalónica “al esfuerzo de vuestro amor, al aguante de vuestra esperanza en Jesucristo nuestro Señor”.