V Domingo de Pascua, Ciclo B
Jn 15, 1-8: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» Déjanos ver al Padre, queremos conocer a Dios, rezamos. Otras veces tenemos miedo

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)  

 

Hch 6, 1-7: La Palabra de Dios iba creciendo
1 Pe 2, 4-9: Anunciar las maravillas de Dios
Jn 15, 1-8:Yo soy el camino, la verdad y la vida

«Yo soy el camino, la verdad y la vida»

Déjanos ver al Padre, queremos conocer a Dios, rezamos. Otras veces tenemos miedo de Dios, el lejano, el infinito, el que nos controla y nos va a juzgar. A Dios acudimos para que nos libre de enfermedades, nos trate bien, según nosotros queremos. Alguna vez Dios es el Padre providente que acude en nuestro auxilio… Todas estas imágenes de Dios son elaboración de nuestros miedos y deseos, casi nunca el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.

Cuando Felipe le dice a Jesús, Señor muéstranos al Padre, Jesús responde: Jesús le contestó: -Tanto tiempo como llevo con ustedes y ¿no has llegado a conocerme, Felipe? Quien me ve a mí está viendo al Padre; ¿cómo dices tú: "Haz que veamos al Padre"? ¿No crees que yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo? No sólo nos pasa a nosotros, eso de formarnos ideas de Dios parciales, y por tanto falsas, los mismos discípulos que estuvieron cerca de Jesús tenían el mismo problema. Por eso Jesús, casi enfadado con ellos les dice que cómo es posible que lleve tanto tiempo con ellos y no acaban de entender lo que Jesús quiere revelar del Padre. Y se lo explica: podéis conocer al Padre en mí por las obras que hago: ayudo a los enfermos, curo a los leprosos, perdono a quien se deja perdonar, anuncio un reino de hermanos… este es el camino, la verdad y la vida, Jesús mismo haciendo las obras del Padre. ¿No lo vemos también nosotros? ¿O es que ese Dios no nos interesa?

Jesús habla a los discípulos, a aquellos que lo han conocido y le han dado su adhesión, esto es, a los que creen en él. Para estos es el camino, la verdad y la vida, para los que se fían de él. Es verdad que el camino del amor pasa por la cruz, itinerario hacia la vida verdadera, pero esto de la cruz no les interesa mucho, ni nos interesa tampoco a nosotros.

No hay camino, verdad ni vida que no pase por el recorrido que hizo Jesús en esta tierra, hacia la plenitud de la vida. El camino supone una meta, y ésta es el Padre; la verdad implica un contenido, y éste es la vida. Y Jesús es la vida porque la posee en plenitud y puede comunicarla.

«Camino, verdad y vida» se pueden resumir en una palabra: amor, amor sin medida, amor hasta la muerte. Por eso quien conoce a Jesús conoce a Dios, porque Dios es amor. Felipe demuestra no entender ni a Jesús ni a Dios cuando le pide que les muestre al Padre. El Padre y Jesús se identifican, porque ambos son la máxima expresión del amor. Tomás estaba dispuesto a seguir a Jesús hasta la muerte, pero sin saber que era el amor la única fuerza para superar esa barrera.

Los mandamientos no son leyes, sino las múltiples facetas de la actividad del amor, tal como Jesús lo ha practicado. La palabra de este quinto domingo de pascua, es la de que «Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí». Porque creemos y esperamos en él, nos sentimos llamados a vivir nuestra vida como un servicio a los otros, como nos dice la primera lectura. Seguir a Cristo camino, Verdad y Vida, nos lleva a servir ser servidores de nuestros hermanos como lo hizo él y como lo han vivido siempre los verdaderos discípulos de Cristo.El se fue y está con el Padre, ahora somos nosotros los cristos en esta tierra, que por nuestras obras vean los hombres al Padre, que también lo es de los que no le reconocen como tal.

Tanto tiempo como llevo con vosotros y ¿no me conoces, Luis, Antonio, Elisa, Miren, Eusebio…? Quien me ve a mí está viendo al Padre; … es el Padre, quien, viviendo en mi, realiza sus obras. Creedme, yo estoy identificado con el Padre y el Padre conmigo; y si no, analizad mis obras. Os aseguro, quien se fía de mí hará las obras que yo hago y aun mayores; ... Lo que pidan unidos a mí, yo lo haré.

Esa distancia que hay entre el Jesús de Galilea y el Jesús resucitado es la que nos falta a nosotros para hacer las obras de Jesús o para conseguir que Dios nos conceda lo que le pidamos. En el Jesús histórico la unión con Dios era tal que no sabía pedir sino lo que quería el Padre, es decir que en su vida mortal ya vivía como resucitado, era Dios amando, era Dios curando, era Dios salvando. Esa distancia entre Jesús y Dios era intimidad, identidad de voluntades, de proyectos, de pasión amorosa por sus hijos. Esta es la pregunta que nos deja Jesús como camino verdad y vida: ¿qué intimidad tengo yo con Dios? ¿en qué se parecen mis proyectos y los proyectos de Dios? Cuando sean los mismos viviré como resucitado y el mundo sabrá qué celebramos los cristianos cuando nos reunimos para pedir juntos al mismo Padre.