Fiesta: Sagrada Familia de Jesús, María y José
San Lucas 2:41-52

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

Amigos, este domingo después de la solemnidad de la navidad está dedicado a la Sagrada Familia, constituida por José, María y el Niño Jesús. En este día se celebra la Jornada Pontificia por la Familia y la Vida, de modo que las intenciones de oración en todas nuestras misas están referidas a esta jornada. La liturgia de la Palabra nos invita a meditar con las lecturas del libro del Eclesiástico, el salmo 127, la Carta a los Colosenses, y en este Ciclo A en el que estamos, el evangelio propuesto es el de Lucas en su capítulo segundo, versículos 41 al 52. Le pedimos desde ya a la Sagrada Familia que proteja todos nuestros hogares, y aleje las tentaciones de división que tan difundidas están en nuestros días.

El capítulo tercero del Libro del Eclesiásticos, que meditamos como primera lectura, es una hermosa exhortación al respeto y consideración que debe haber entre los miembros de la familia, especialmente de los hijos para con sus padres. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre, acumula tesoros. El que honra a su padre se alegrará de sus hijos, y cuando ore será escuchado; el que honra a su madre, el Señor le escucha. Son exhortaciones que se hacen en este libro del Eclesiástico que nos refuerzan el valor que en la tradición judeocristiana, y más explícitamente tenemos en nuestra fe cristiana católica, se hace del respeto, la consideración y el amor que hay que tener por los padres, y diría por nuestros mayores, porque ese respeto y consideración se extiende a nuestros abuelos, a nuestros tíos, a quienes nos han guiado y ayudado a crecer como personas. El autor bíblico pone de relieve que el aprecio y amor por nuestros mayores es bendecido por Dios, es escuchado por Dios, y en alguna medida nos gana la indulgencia y misericordia del altísimo, que como lo ha revelado Jesús, es también un Padre para todos nosotros que somos sus hijos amados.

El apóstol Pablo escribiendo a los Colosenses, de donde se ha tomado la segunda lectura de esta fiesta de la Sagrada Familia, habla que el amor es el ceñidor de la unidad consumada, es decir, la unidad familiar, expresada primariamente en la unión esponsal del varón y la mujer, se basa en el amor recíproco que debe haber en la pareja, de la cual se genera la prole que completa la familia. Y si bien al final se habla de que las mujeres vivan bajo la autoridad de sus maridos, el apóstol exhorta a los maridos a no ser ásperos con ellas, a respetarlas y amarlas, y pide también a los hijos que respeten a los padres y que no los exasperen. Como vemos son consejos básicos para que la armonía se viva en la casa, en la familia. Es claro que los tiempos han cambiado, que hoy la vivencia familiar está bastante condicionada por las exigencias del trabajo y del estudio, pero de todas maneras, y como cristianos que somos, debemos buscar espacios, tiempos para compartir en familia, para vivir como familia. Nuestra casa no debe ser un hotel donde cada uno tiene una habitación y hace su vida independiente, sino que verdaderamente debe ser un hogar donde todos encontremos el calor y la paz que el mundo y la sociedad no nos pueden dar por los afanes que en esas realidades se viven. Si un mensaje tiene que quedar claro en esta fiesta es que no podemos poner en un segundo lugar a nuestra familia, sino que todo debe estar relativizado a su existencia y a su integridad. Depende de nosotros el que esta institución, base de la sociedad, se siga manteniendo.

El evangelio de este Ciclo A, tomado del capítulo segundo de Lucas, nos presenta la escena de la visita a Jerusalén de la familia de José para la fiesta de Pascua. Jesús, con 12 años, ya casi adolescente, se va al templo y se queda en él conversando y escuchando a los maestros. Sus padres regresan a Nazareth donde tenían su casa, y hacen una jornada de camino con otras familias y piensan que Jesús va en la caravana. Y nos podemos imaginar su desespero al darse cuenta que no estaba. De inmediato se regresan y consiguen en el templo a su hijo. María, como madre le reclama. Pero Jesús, con cariño, le responde que el estaba en la casa de su Padre. El evangelista dice que sus padres no entendieron en ese momento lo que significaban esas palabras, y resalta que Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres. Lo que nos muestra que Jesús, en su condición humana vivió como todos nosotros las etapas de la vida. Este evangelio de hoy nos muestra la normalidad de la vida de la Sagrada Familia, que como todas nuestras familias tenía sus afanes, sus alegrías, sus momentos de compartir y sus momentos para orar. La Iglesia nos pide hoy que miremos a esta familia e imitemos su modo de vida, para que todos nosotros crezcamos en sabiduría y en gracia ante Dios y nuestros hermanos.

En este día de la Sagrada Familia dedica no sólo la eucaristía dominical a pedir por todas las familias del mundo, sino que también busca un momento para que en tu casa, con los tuyos, hagas oración en familia y le des a Dios el puesto privilegiado y central que él quiere tener en todos nuestros hogares.