II Domingo despues de Navidad, Ciclo A.
San Juan 1,1-18

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

Este domingo es el segundo después de navidad, y seguimos en este ambiente de nacimiento del niño Dios, del niño Jesús. La liturgia de la Palabra nos pide meditar con el Libro del Eclesiástico, el salmo 147, la Carta a los Efesios y el primer capítulo del Evangelio según san Juan. Toda la escritura de este domingo nos habla de la Palabra, del Verbo, que se hizo carne.

El libro del Eclesiástico forma parte de los llamados Libros Sapienciales, sapienza en latín significa sabiduría, de modo que los libros que conforman este corpus hablan de la sabiduría. Sabiduría que en términos bíblicos va más allá del hecho del conocimiento, como tal vez la concebimos nosotros, porque habla de la experiencia, de la vida. Sabio en la biblia no es quien más ha estudiado, sino quien mejor ha vivido, quien tiene muchos años y ha tenido la oportunidad de experimentar lo bueno y lo malo de la vida, y eso le permite tener capacidad de discernimiento. El fragmento que se nos propone hoy, del capítulo 24 del Eclesiástico, habla que la sabiduría, por orden del Creador, estableció su morada en Jacob, su heredad es Israel, y echa raíces en un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad. El salmo 147 y el evangelio según san Juan hablan que la Palabra de Dios se hizo carne, acampó entre nosotros. De alguna manera estos textos se refieren a Cristo, a la Palabra, como sabiduría que se encarna y vive entre nosotros. Por eso no nos debe extrañar la autoridad y la forma como enseñaba Jesús, el sabio por excelencia.

Pablo, en su Carta a los Efesios les escribe alegre porque ve que son un pueblo que ha acogido a la Palabra de Dios, que tiene una gran fe en Cristo. Les dice que no cesa de dar gracias a Dios por ellos, que les recuerda en la oración, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, les dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo, además de iluminar los ojos de su corazón. Hoy le pedimoa a Pablo que también ore por nosotros, que le pida a Dios nos dé su espíritu de sabiduría para saber discernir y reconocer el camino que nos pide seguir. Hoy estamos expuestos a muchas tentaciones, muchas cosas negativas se hacen normales, la gente las asume como tal. Pero nosotros, estamos llamados a denunciar las cosas que no están correctas y Dios nos pide alejarnos de esas cosas negativas. Ejemplos podemos colocar muchos para ilustrar esta realidad. Hoy se ha vuleto normal el divorcio, las relaciones prematrimoniales, el abuso de autoridad, el robo, e inclusive se está luchando para que el aborto y la eutanasia se conviertan en normales. Las leyes le dan carta de ciudadanía a estas atrocidades, y como creyentes nos vemos expuestos a la burla de la sociedad que piensa que porque defendemos la vida estamos atrasados, somo retrógradas, no queremos el progreso. Y es aquí donde viene el Señor y nos auxilia con la sabiduría, con el discernimiento. Y sobre todo nos auxilia con su espíritu para darnos la fuerza sufienciente para superar las tentaciones y las acechanzas del enemigo, y poder salir triunfantes en esta batalla que tenemos contra el mal. El misterio de la navidad, que celebramos estos días, nos muestra que aún en la fragilidad de un recién nacido, Dios obra maravillas, y trae la paz y la salvación a sus hijos.

El evangelio según san Juan es una alabanza a la Palabra de Dios, a la segunda persona de la Santísima Trinidad,a quien también llamamos el Verbo de Dios. Juan escribe el evangelio bastante tiempo después de sucedida la pascua de la muerte y resurrección de Jesús, se cree que a finales del siglo primero. Y cuando escribe se había difundido una manera de pensar que ponía en duda la existencia misma de Jesús, y su relación con el Dios eterno, la posibilidad de conocerlo. Eran teorías que se afianzaban en corrientes filosóficas que querían poner en entredicho lo que predicaban los seguidores de Jesús. Y san Juan les responde en sus mismos términos, con conceptos que a los no iniciados les pueden parecer extraños, como a nosotros por ejemplo. Pero en esa aparente incomprensibilidad filosófica de los planteamientos de Juan en el evangelio, el mensaje de fondo, y es lo que nos interesa, es que Jesús es la Palabra de Dios, que estaba con Dios desde la eternidad, que con Dios hizo todo el sistema de cosas que conocemos y en el que vivimos, que era Dios. San Juan afirma de manera categórica la naturaleza divina de este niño a quien celebramos en estos días, a quien acudimos para pedirle nuestros regalos, para pedirle la fe. Y san Juan lamenta que habiendo venido a habitar con nosotros, muchos no le recibieron, muchos cerraron su corazón a su gracia, no lo quisieron ver. San Juan nos exhorta para que en nosotros no suceda eso, sino que con un corazón bien dispuesto, le demos espacio y permitamos que esa palabra también se encarne en nosotros, acampe entre nosotros.

La Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros. Que Jesús, palabra encarnada te acompañe siempre y haga brillar su luz sobre ti y todos los tuyos.