III Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A.
San Lucas 1-1-4; 4, 14-21

Fuente: Radio vaticano. (con permiso)

 

Amigos estamos en el tercer domingo del tiempo ordinario en su Ciclo A. Meditaremos con las lecturas del libro de Nehemías, el salmo 18, al que se responderá “tus palabras, Señor, son espíritu y vida”; la segunda lectura sigue siendo del capítulo 12 de la primera Carta a los Corintios, y comenzamos la lectura semicontinuada del evangelio según san Lucas. Este evangelio nos acompañará durante casi todos los domingos del tiempo ordinario, por lo que si asistimos a misa todos los domingos, al finalizar el año litúrgicotendremos una visión bastante amplia del mensaje que nos transmite este evangelio sinóptico.

Esdras, el sacerdote, trae el libro a la asamblea de hombres y mujeres y de todos los que podían comprender. En medio de la plaza, en un estrado que habían preparado a propósito, Esdras y otros sacerdotes y levitas comienzan a leer y a explicar la palabra de Dios. Hablan que ese es un día consagrado a Dios. En cierta medida pudiéramos decir que cada domingo para nosotros tiene que ser más o menos parecido a esa realidad que se narra hoy en Nehemías. El domingo es el día del Señor, donde los sacerdotes y responsables de comunidad nos leen las escrituras, y nos ayudan a entenderlas. Eso es lo que también tratamos de hacer, en la medida de nuestro poco tiempo, con este microprograma semanal dedicado a la liturgia de la palabra de cada domingo. Es claro que en este espacio no leemos las lecturas, sino que hacemos su anuncio, indicamos de dónde han sido tomadas, y damos algunas ideas generales. Pienso que en las eucaristías de nuestras comunidades, sea más o menos igual, en el sentido que si bien se hacen las lecturas, normalmente las homilías y las explicaciones no son tan largas, como sería necesario para poder entender en toda su profundidad la escritura. Por ello debemos preocuparnos más por leer en nuestras casas la palabra de Dios, la Biblia, y extraer de ella los conocimientos que fortalezcan nuestra fe. En nuestros días tenemos biblias que con sus notas al pie de página nos ayudan a comprender los pasajes más complicados. La invitación es a que leas más la Biblia, y cuando estés en misa, presta mucha atención a la explicación que sobre la palabra de cada día hace el sacerdote.

La segunda lectura de hoy, es la continuación del capítulo 12 de la primera Carta a los Corintios. En este fragmento el apóstol Pablo está explicando lo que significa nuestra relación con Cristo y con la comunidad. Y lo hace colocando la comparación del cuerpo. Pablo dice que el cuerpo tiene distintos miembros, cada uno específico y con una función particular, pero todos miembros del mismo cuerpo. Ningún miembro puede prescindir del otro, en el sentido que faltando algún miembro, el cuerpo no funciona como está diseñado. Lo mismo es la Iglesia, el cuerpo de Cristo. Con el apóstol decimos que está conformada por muchos miembros, distintos cada uno, por sus dones, por sus carismas, por su carácter, por tantas cosas que nos hacen diferentes los unos de los otros. Pero con una unidad que nos la da el mismo Cristo, porque todos somos bautizados, hermanos entre sí, hijos de un mismo Padre. Cada uno tiene una misión que cumplir, y la idea es ponerse delante de Dios y pedirle que nos dé luces para descubrir nuestra vocación, nuestro llamado. Y para ello es importante tener conciencia de los dones que hemos recibido para ponerlos al servicio de Dios en su Iglesia, y al servicio de los hermanos. No tenemos excusas, para la evangelización Dios le ha dado a cada uno un don, un carisma, que hay que poner en práctica.

El evangelio propuesto para este domingo son las primeras líneas de la narración de Lucas, donde el escritor se dirige a un tal Teófilo, para comunicarle que ha investigado cuidadosamente sobre la vida de Jesús, que ha organizado los acontecimientos, y ahora los escribe para su conocimiento. Teófilo puede ser el nombre de alguna persona, pero nos inclinamos a pensar que el destinatario es un “amante de Dios”, que sería la etimología de esta palabra en su origen griego. Y para los amantes de Dios, para nosotros, Lucas dice que Jesús fue a Nazaret, entró en la sinagoga, tomó el libro del profeta Isaías y leyó el trozo que dice “el Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido; me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres”, y le dice a sus interlocutores que hoy se cumple esa palabra. Jesús es el enviado de Dios para darnos la salvación, para anunciarnos la buena noticia, y para darnos el Espíritu Santo. La Iglesia con este evangelio de hoy nos pide que reconozcamos a Jesús como nuestros Dios y salvador, y a que abramos nuestros corazones a su gracia.

Señor Jesús, te pido que vengas a la vida de cada creyente, de cada cristiano, y le anuncies la buena noticia que le amas y le das la fuerza de tu espíritu para que sea tu testigo en este mundo de hoy.