XXVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Lucas 17, 5-10  

La fe como un grano de mostaza 

La Palabra de Dios, como siempre, nos ilumina y en este Evangelio nos habla de dos temas. Lo primero es el perdón. Perdón que Dios no se limita a concederlo, aunque muchas veces somos pecadores. Si uno lo reconoce, debe pedir perdón y recibir el perdón de Dios. Pero estas cosas hay que reconocerlas porque cuando uno no las reconoce no se hace cargo de nada. 

A veces mucha gente niega las cosas malas que hace para no tener que cambiar. Esto se conoce como “mecanismo de defensa”. Como no reconoce, no se hace cargo, no se siente culpable, lo ignora y sigue haciendo mal. Porque no lo reconoce, no pedirá perdón y no cambiará. 

El segundo tema, central de este Evangelio, es no confundir fe con religión. ¿Por qué? Porque muchas veces nosotros hacemos “cosas religiosas”, “un gesto religioso”, y pareciera que como hacemos ese “gesto” ya tenemos fe. Pero ¡atención!, no necesariamente uno tiene fe porque hace “cosas religiosas”.  

Es así: muchas veces uno hace cosas externas, para cumplir, para justificarse, para quedarse tranquilo, pero no provoca el encuentro personal con el Señor, no está reconociendo la presencia viva del Señor, no está entregándose al Señor y no está confiando en el Señor. 

Y porque no se entrega y no confía, no tiene una vida fecunda. ¿Por qué? Porque todavía no llegó a una vida de fe. ¡Cuando uno tiene fe, tiene una vida fecunda! ¡Cuando uno no tiene fe, se distrae, pierde el tiempo, “hace cosas” y se queda en ellas, que son externas! 

La profundidad de nuestra vida es llevarnos a la intimidad de Dios y a la confianza plena que debemos tener para con El. Para saber que confiamos en El, que le contamos nuestras cosas, que le pedimos por nuestras necesidades, que le damos gracias por su bondad y misericordia. Porque el Señor es lo mejor que nos puede pasar en nuestra vida. 

Pidámosle  que aumente nuestra fe. Esa fe profunda, como el hijo que confía en el padre y sabe que el padre no lo defraudará. Que cada uno de nosotros, aunque tengamos tantos años, confiemos en Dios que no nos defraudará.  

Aunque estemos con miles de achaques.

Aunque estemos mal.

Aunque estemos sufriendo.

Aunque tengamos tribulaciones.

Aunque nos persigan.

Aunque nos calumnien. 

Aunque no nos tengan en cuenta, el Señor ¡si!, nos tiene en cuenta y a cada uno nos lleva en la cuenca de su mano. ¡Qué cosa hermosa es saber que Dios nos tiene así, a cada uno de nosotros! 

De nuestra parte debemos seguir siendo servidores útiles pero no servidores manipuladores, esos que sacan ventaja de lo que hacen. Debemos ser servidores útiles porque cada uno es una persona útil. 

Que Dios los bendiga, que sigamos viviendo con fe y que hagamos todo con entusiasmo. Todo: servidores, discípulos, misioneros, con entusiasmo para que nuestra vida, en El, sea fecunda. 

Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.