Solemnidad de Cristo Rey, Ciclo C

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Lucas  23, 35-43 

“Este es el Rey de los judios” 

¡Cuánta enseñanza nos deja este Evangelio! Dios que se hizo hombre para que los hombres podamos llegar a El, verdadero Dios y verdadero Hombre. Es Rey: es el Redentor, es el Señor y reclama toda la principalidad; donde nosotros asumimos, como centro de nuestra vida en todo, a Cristo.

 

Y este Rey, que tiene un código propio, una técnica propia, como la del grano de trigo que para poder dar frutos tiene que morir en la tierra, para poder dar su fruto salvífico Cristo aceptó libremente ser crucificado y morir por nosotros.

 

¡Qué misterio! Hablamos de Cristo, hablamos de la cruz y nunca vamos a agotarlo. Es un misterio que está cercano a nosotros, y cuando más nos acercamos, más nos falta por comprender. Si avanzamos un poco más vemos, a su lado, dos malhechores: ¡qué gente importante porque el Señor viene a todos y empieza por los últimos! Ante la actitud de los malhechores se develan sentimientos distintos: uno con ironía, burlonamente, egoístamente; en cambio el otro con temor de Dios, ¡y qué importante es tener temor de Dios! Un amigo me comentaba: “la gente olvidó el temor de Dios ¡no tiene temor de Dios!”  Y porque no tiene ese temor de Dios, no se respetan y no se respeta a los demás.

 

Es importante darnos cuenta que es el Señor quien se ofrece por nosotros y nosotros tenemos que seguirle, ¡y cómo Él vive!, es el Señor pero es el que sirve y ese servicio es por la verdad, por el amor, por la fidelidad y por la entrega. No es una caricatura del servir. Hay gente que inventa “servicios” para salir en la foto, para mandarse la parte o para obrar mediáticamente, pero el Señor nos lleva a lo que es importante ¡es Rey!

 

Y si queremos imitarlo tenemos que seguirlo para que así El reine en nosotros. El, como Rey, nos ofrece su ejemplo y tenemos que imitarlo si queremos reinar con El. ¿Cómo debe ser nuestro seguimiento y nuestro ejemplo? Con la humildad, la verdad, la solidaridad y la fidelidad.

 

Pidamos a Cristo Rey:

¡Que reine en nuestra vida!

¡Que nos haga gozar de la victoria del triunfo sobre el pecado y sobre la muerte!

¡Y si triunfó sobre el pecado y la muerte, cómo nosotros seguimos viviendo en pecado! ¡Cómo seguimos viviendo como tortugas, sin el espíritu, esclavizados, apesadumbrados, sin entusiasmo, sin brillo, sin fuerza y sin vigor!

 

¡Pidamos al Señor que la fuerza del Resucitado triunfe en nosotros, venza el egoísmo y nos haga vivir en la paz y en la unidad!

 

Cristo, Señor del Universo, que todo sea una alabanza y una acción de gracias para dorarlo, alabarlo y agradecerle con toda nuestra vida todo el amor que Dios nos ha regalado desde la cruz.

 

Que vivamos como hijos agradecidos e hijos de la Iglesia ya que, por ella, El entregó su vida.

 

Les dejo mi bendición:

En el Nombre del Padre,

Del Hijo,

Y del Espíritu Santo.