V Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C

San Lucas 5, 1-11: La pesca milagrosa

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Lucas 5, 1-11

 

La pesca milagrosa

 

¡Qué hermoso relato en el Evangelio de San Lucas! Es el tema de la vocación y cómo trata Jesús a Pedro, a Santiago y a Juan. Es importante darnos cuenta lo que es la vida de nosotros, porque uno se ve reflejado en ellos.

 

Dios irrumpe en la vida de uno y provoca un encuentro. Dios se revela, se manifiesta y al provocar el encuentro nos hace descubrir nuestra vocación, el sentido de nuestra vida. Porque nos encontramos con Dios, somos sorprendidos por su gracia, por su manifestación.

 

Aquí, Pedro es sorprendido porque eran pescadores avezados, sabían muy bien de pesca. Sin embargo habían pasado toda la noche, no había pique y sabían muy bien que esa noche no pasaba nada.

 

Jesús les dice – ¡Vamos, naveguen mar adentro y echen las redes!

-Si Tú lo dices, Señor –responde Pedro- lo haré. Pedro confió en Él.

 

Y como Pedro confió en Jesús, se vió colmado de la fecundidad ya que habían muchos peces que fueron recogidos en ese momento. Sorprendido y admirado, Pedro reconoce su pecado y reconoce también la grandeza y la autoridad de Aquél que le estaba hablando.

 

Así es la vocación: un encuentro donde el Señor siempre tiene la iniciativa, irrumpe en nuestra vida, provoca un cambio e inmediatamente nos da una misión

 

¿Saben ustedes que cada uno de nosotros tiene una misión? A veces uno no se da cuenta de ello y tarda años, mucho tiempo, en poder descubrirla. Pero hay que descubrir la misión que cada uno tiene en su vida.

 

En su vida personal.

En su vida familiar.

En la vida eclesial.

En la vida social, como ciudadano, como persona en este mundo.

¡Todos tenemos una misión!

 

Pero se va a descubrir, se va a reconocer y se va a seguir, en la medida que esté presente el reconocimiento del encuentro. El encuentro con Jesucristo es la fuente de toda nuestra vida, de toda nuestra acción pastoral. Cuando empieza a disminuir la intensidad del encuentro, comienza a perder fuerza en la misión.

 

Es esto que la Iglesia, por medio del Santo Padre, está convocando a todos los Episcopados de América Latina y el Caribe, para el encuentro en mayo de este año con el lema “Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en El tengan vida”: la Gran Misión, el discipulado y la misión.

 

No se puede ser misionero si antes no se está muy atento a la escucha. El discípulo no es solamente un alumno que oye. El discípulo es aquel que escucha y pone en práctica la enseñanza del que envía.

 

Queridos hermanos, tengamos convicción, escuchemos con atención su llamado. Escuchemos nuestra vocación, pero también cumplamos con nuestra misión.

 

Simbólicamente, en Israel el mar era la tempestad. Daba miedo porque era algo que no se podía manejar, porque traía inquietud e incertidumbre. La tempestad, en nuestra vida, puede ser el egoísmo, la pasión, el poder. Sin embargo, Jesús entra y convierte la tempestad en calma. Y nos dice – A partir de ahora serás pescador de hombres-, para que uno tenga la capacidad de vivir la misión.

 

Y ellos, entendiéndolo todo, “atracaron las barcas en la orilla y abandonándolo todo lo siguieron” ¿Qué cosas tienes que abandonar para poder seguirlo? Piensa, escucha y responde.

 

Les dejo mi bendición y, si Dios lo permite, hasta la semana que viene.