IV Domingo de Cuaresma, Ciclo A.
San Juan 9, 1-41: Evangelio de hoy: curación de un ciego de nacimiento

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Juan 9, 1-41 

 

Evangelio de hoy: curación de un ciego de nacimiento

 

Es un texto extenso pero de una riqueza muy profunda. Sintetizando, hay una ceguera de nacimiento, hay una necesidad, una enfermedad, una carencia, una limitación, y viene el Señor que le da la luz. Pero no sólo da la luz física, orgánica, para que sus ojos puedan ver, sino que también le da la luz de la fe: “¿Crees en el Hijo del hombre?, le preguntó Jesús; “¡Creo, Señor!”, dijo el hombre sanado que profesó así su fe y luego se postró ante El.

 

¿Qué cosas podemos reflexionar en esta Cuaresma? Yo creo que nosotros miramos, pero muchas veces no vemos. ¿Por qué? porque nuestra mirada es parcial y al ser parcial es limitada. Y hay que ser humilde para darse cuenta que uno no ve todo. Y hay que darse cuenta que uno tiene que ver más en profundidad.

 

¿Qué es lo que le permite a uno ver en profundidad? La Fe. El don de la fe nos permite ver en profundidad, nos permite ver más allá.

 

¿Qué es lo que nos impide ver? El pecado, el egoísmo, la cerrazón, la envidia, el rechazo. Como la gente, los dirigentes que leemos en el evangelio, que rechazan este acontecimiento, lo niegan y hasta atacan al otro porque no soportan el bien del otro.

¡La envidia no soporta el bien del otro!

¡La envidia no tolera que otro sea bueno!

¡La envidia no tolera que uno sea puro!

¡La envidia no tolera que uno sea íntegro!

Y como no lo soporta, no lo tolera, entonces se enfurece y produce esta actitud.

La luz, la gracia, integra.

La tiniebla, el pecado, la envidia, divide y no ama.

 

Pidamos al Señor, en esta Cuaresma, purificar nuestros ojos interiores para poder ver, creer asentir y ser discípulos y misioneros de Jesucristo.

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.