Domingo de Ramos
San Mateo 21, 1-11

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Mateo 21, 1-11

 

El Domingo de Ramos es muy especial ya que comenzamos a vivir el misterio principal de nuestra fe. Junto al jueves y viernes santo forman el Triduo Pascual donde pasan cosas muy importantes y centrales de nuestra vida.

Es una semana muy religiosa, una semana de más silencio, de mayor reflexión, una semana para intensificar nuestra oración, de dar gracias, pedir perdón y confesarse.

No se trata de una semana “más libre”

Es una semana decisiva para el comportamiento de nuestra vida cristiana. Por lo tanto, como es lo más serio que hay, tenemos que vivirlo también seriamente.

Tiempo atrás, la Reaman Santa se ayudaba con diversos gestos, por ejemplo en las radios se escuchaba música diferente, de reflexión; pero hoy, en la sociedad moderna que vivimos, se pasa de todo como si estas fechas fueran una cosa más.

Si en ellos es una cosa más, que sea. Pero si en usted es una cosa más ¡qué lástima!

Que vivamos lo que tenemos que vivir y también que rescatar.

 

Evangelio de la procesión de ramos (Mt 21, 1 – 11)

 

Es evidente que está todo pensado ¿no? En esta semana se lee la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo dos veces. Fijémonos en el contraste: el ingreso triunfal de Jesús en Jerusalén con aclamaciones, cantos, hosannas, aleluyas, vítores y todo lo demás; y después esas mismas voces van a gritar ¡crucifícalo, crucifícalo! ¡Qué cambiante es la persona humana! ¡Qué horror!

 

Que en esta semana santa nos demos cuenta del motivo por el cual Cristo ha venido: por nosotros y para nosotros. Por nosotros se ofrece en la cruz, nadie le quita la vida, Él la entrega, Él la da, Él sabe para qué vino y Él cumplió. Y lo hace para que nosotros participemos de la misma gracia y la misma salvación.

 

Él ya cumplió, ahora somos nosotros los que tenemos que cumplir. Tenemos que incorporarlo. ¡Ya está completo!, pero el desarrollo es personal o comunitario; es de la Iglesia y es del mundo.

 

¿Cómo vivimos este mensaje? Es un mensaje de esperanza y de paz. Un reconocimiento que todos los hombres somos hermanos, a que nadie puede ser indiferente a los graves problemas que nos aquejan a través de las guerras, de las violencias, de las  catástrofes, de las injusticias que existen en el mundo. No podemos ignorar, no.  

 

El nuevo nombre de la paz es el desarrollo, decía Pablo VI. El desarrollo, ¡tantas cosas! Por ahí uno se entera que nuestro país, se están vendiendo tierras por ejemplo en el norte, en Tilcara, un patrimonio universal, pero se está dejando de lado a la gente de nuestra tierra y se la está desalojando, echando, por un solo motivo: el poder del dinero, que pretende comparar cosas que no se deberían vender. Defender la cultura, defender nuestra soberanía nacional, ¡tantas injusticias que hay! ¿Por qué pasan estas cosas?

 

Yo le pediría al Señor, en esta semana santa, que nos de la luz para vivir intensamente este misterio de fe. Para darnos cuenta que la historia sagrada se repite, pero que nosotros no tengamos el espíritu cambiante de decir una cosa y mañana hacer otra.

 

¡Santo, santo! Y después ¡crucifíquenlo, crucifíquenlo! Que nos demos cuenta y que entremos con el Señor en este misterio para que nos penetre su luz, para que nos de su amor y su salvación.

 

Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.