Domingo de Resurrección
San Juan 20, 1-9. La Resurrección

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Juan 20, 1 – 9

 

Queridos hermanos:

Hoy es Pascua de Resurrección

¡Cristo ha resucitado! Y también nosotros vamos a resucitar con Él. Hoy tenemos alegría y debemos comunicarla, decirla a los demás ¡es verdad: el Señor ha resucitado, está vivo, ha vencido el pecado y la muerte! Tenemos esperanza. Nuestra vida es distinta. El Señor nos da su paz y por eso les deseo de todo corazón una FELIZ PASCUA DE RESURRECCION para ustedes, sus familias; para los que están enfermos, para los que están limitados; para los ancianos, para los niños; para los grandes, para los pequeños. Que la Palabra proclamada del Señor sea vivida en cada uno de nosotros. ¡Que Jesucristo sea nuestra Paz!

 

Evangelio: la Resurrección

 

¡Qué tremenda sorpresa se llevaron las mujeres que fueron al sepulcro! El Señor rompe nuestra imaginación porque con ella no podemos entender, no podemos agotar, todo lo que significa la Resurrección.

 

El mensaje central, inédito y original de la vida cristiana es la Muerte y la Resurrección de Cristo. Es nuestra resurrección. Es decirle al mundo, y a cada uno de nosotros, que la muerte ha sido vencida y que ella no tiene la última palabra. Que no todo termina con la muerte y que también nosotros vamos a vivir esta Pascua.

 

Una Pascua personal, que es el paso de Dios.

De un término a otro término.

De un lugar a otro ámbito.

Y nosotros vamos a pasar de esta vida temporal a la vida eterna, ¡a vivir en Dios!

Nuestra imaginación no alcanza a entender cómo y de qué manera.

También nosotros vamos a resucitar y vivir en Dios.

 

¡Qué cosa sostenida e importante es que vivamos para siempre en el Señor! Dios nos ha creado a imagen y semejanza suya; nos ha redimido y nos da la inmortalidad, es decir nos hace participar de la vida eterna. ¡Semillas de eternidad! ¡El Verbo, la Palabra, Cristo, que entra en nosotros!

 

Vivir creyendo es vivir también como resucitados. Por lo tanto tenemos que dar razones de nuestra fe, tener una alegría especial y vivir una libertad interior muy concreta, muy creativa. También tenemos que tener una fraternidad de amor con los hermanos extraordinaria.

 

Los signos de vivir la Pascua y los signos del Resucitado, son una alegría distinta. Esa alegría nos lleva a una paz que no tiene precio y que no se reduce al consumo, ni a las cosas materiales, sino que es mucho más profunda. Una libertad vivida, que es el gozo que Dios nos produce de ser libres, con un cielo nueva y una tierra nueva, en una comunión fraterna con todos nuestros hermanos donde el trato interpersonal no es una caricatura, no es un sarcasmo, no es una comedia, sino que es el realismo de interesarnos e involucrarnos ante todas las personas.

 

No podemos hacer todo, pero a riesgo de no hacer todo tenemos que hacer lo que nos compete y lo que cae bajo nuestra responsabilidad.

 

¡Vivamos como resucitados!

¡Salgamos de nuestros egoísmos!

¡Tengamos la decisión de ser Sus Discípulos, Sus Testigos y Sus Misioneros!

 

¡Feliz día de la Resurrección de Cristo! ¡Felices Pascuas!

 

Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.