IV Domingo de Pascua, Ciclo A
San Juan 10, 1-10: Jesús el Buen Pastor

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Juan 10, 1-10

 

Evangelio de hoy: Jesús el Buen Pastor

 

¡Qué hermoso es este Evangelio!

El Señor es la puerta de las ovejas; es el que se relaciona con las ovejas y las ovejas escuchan la voz del pastor.

¡Qué cosa extraordinaria!

¡Qué relación misteriosa y mística entre el pastor y las ovejas!

¡Entre el pastor y los fieles!

 

Es evidente también que uno puede traicionar esta vocación. Es cierto que uno también puede servirse a sí mismo y no tener en cuenta las reales necesidades de los fieles. Por eso es importante que nos demos cuenta que Jesucristo es el único y verdadero Pastor y todos nosotros caminamos, unos como Pueblo de Dios, otros como cabeza, pero todos juntos tenemos que oír a Jesucristo el Buen Pastor. El que lo escucha, lo sigue.

 

Una llamada de atención: escuchar.

¿Siempre hay que escuchar? Es que estamos ávidos de la Palabra de Dios. Estamos ávidos y necesitados de la VERDAD. Estamos ávidos del silencio. Estamos ávidos de los valores profundos que muchas veces la sociedad nos lo impide alcanzar; que muchas veces nosotros nos distraemos, nos ensordecemos, nos dispersamos, nos superficializamos. ¡Y es muy importante escuchar!

 

¿Cómo escuchas tú la Palabra de Dios?

¿Cómo escuchas tú a Jesucristo?

¿Cómo lo miras, como discípulo, al Maestro?

¿Cómo te identificas?

Y también ¿cómo lo sigues y cómo lo imitas?

 

Cristo, obediente al Padre, ha dado la vida por nosotros. Ahí está el verdadero Pastor. El Pastor que, obedeciendo al Padre, da la vida por los demás, da la vida por los otros. El Señor ha venido para que nosotros creamos así, para que podamos vivir así y para que nos podamos entregar así.

 

El Santo Padre bendice y agradece a tantos consagrados, sacerdotes, religiosos, religiosas y de especial consagración que han dejado la vida honesta y buena para seguirlo y para vivir una vida de total entrega y profunda radicalidad.

 

¡Qué cosa hermosa! ¡Cuántos misioneros han dejado su tierra, su patria, su familia, para ir a otros lados! Los que hemos recibido en las antiguas y distintas migraciones. Que han transmitido no sólo la cultura sino también la fe, el conocimiento de Cristo, para que tengamos vida en abundancia.

 

Tenemos que rezar, porque el que reza camina, y el que no reza anda a tientas y a ciegas. Tenemos que rezar para que en nuestras comunidades, en nuestras familias, muchos de nosotros podamos volver a escuchar bien para responder bien.

 

Porque si somos una comunidad fervorosa, entusiasta, sincera, coherente, entregada, Dios nos va a dar mucha vida y vida en abundancia. Y no nos va a faltar, como Iglesia diocesana, vocaciones para poder abastecer, para poder responder, para poder guiar a nuestro pueblo.

 

Las vocaciones sacerdotales son una responsabilidad de todos. De ustedes queridas familias. ¡Recen para que Dios nos envíe operarios a su mies! Recemos todos para dar gracias por los pastores que tenemos y recemos todos para que muchos jóvenes quieran escuchar y animarse a seguir más de cerca al Señor en una especial consagración.

 

El que deja por el Señor, encuentra todo. El que lo sigue, lo siegue para amar más, no para amar menos.

 

Que todos nosotros, este domingo del Buen Pastor, estimemos al Papa, al obispo, a los sacerdotes, a los seminaristas, a los religiosos, a las religiosas, a todos los consagrados, porque ellos se han animado a seguir al Señor hasta el final, hasta que las velas no ardan.

 

¡Qué cosa hermosa es perseverar en el camino del Señor!

Que Dios nos bendiga dando la perseverancia a los que los siguen y aumentando el número de sus trabajadores.

 

El que reza camina y el que no reza anda a tientas. Recemos para encontrar nuestra vocación para poder seguir y cumplir con nuestra misión.

 

Les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.