XIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 14, 22-33: Jesús camina sobre las aguas

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Mateo 14, 22-33

Evangelio de hoy: Jesús camina sobre las aguas

¡Qué extraordinario y actual es este Evangelio! Jesús va a rezar (v. 23); también nosotros tenemos que rezar y tenemos que “escondernos” para rezar, y ninguno debe rezar porque “le sobra tiempo”, sino que hay que “arañar” el tiempo y decidir encontrarse a solas con el Señor. El hombre y la mujer casados, los hijos, los jóvenes, los ancianos, los enfermos, los sanos, los sacerdotes, el Obispo, las religiosas, los seminaristas, los diáconos, todos debemos tener esa actitud de saber “escondernos” para encontrarnos con el Señor.

Luego, nuestra vida. Es como si estuviéramos en el mar, con mucho oleaje, con mucho movimiento. A veces, en tierra firme, parece que todo es estable y que “no pasa nada” porque no hay grandes movimientos. Pero en el mar hay inclemencias del tiempo, hay vientos, olas más grandes, hay más movimiento y sacudidas (v. 24); y así es nuestra vida.

Simbólicamente nuestra vida pasa por esas “sacudidas”, por esas inclemencias del tiempo, por esos estados de ánimo donde muchas veces uno está muy por arriba, casi tocando el cielo, y otros días está muy por debajo.

Eso nos pasa a todos pero lo importante es saber que aparece el Señor (v. 26), que es invisible pero es lo más real: es el Señor de la Vida, el Señor de la Historia, el Señor de los Pueblos, el Señor de la Creación y el Señor de la Redención, Jesucristo. Hay que escucharlo a El: (v. 27) “¡tranquilícense, soy yo! ¡No teman!” ¡Confiar en El!

Es allí donde uno tiene que dar el lugar al acto de fe: frente a la duda, frente a las dificultades, frente a los problemas, confiar en el Señor. Poner nuestra confianza en que el Señor está: “¡Soy Yo, no teman!”

Porque muchas veces creemos que, la propia fuerza humana, es la que nos da la garantía. ¡No nos da la garantía de nada! Lo que nos da la garantía de todo lo humano es la victoria en la fe. Es la fe la que nos da la garantía de creer en el Señor y estar convencidos de que el Señor está presente (v. 28)

Fe en Jesús y sobre todo porque se rechaza ese entusiasmo a veces inútil, esporádico, superficial, circunstancial, momentáneo, rechazo ante los miedos, las dudas. Todo lo que significa el problema y cómo hay que pegar el grito de ayuda al Señor para que nos salve. Volver a confiar en El porque pasa una crisis y está todo bien, pero de golpe nuevamente vienen las inclemencias y uno se vuelve a hundir, como le pasó a Pedro que dijo “¡Señor, sálvame porque me hundo!” y Jesús le dice “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?” (v. 31)

Pidamos al Señor que, aún en la vacilación cuando uno está por caerse o desanimarse, peguemos el grito de la fe: “¡Señor, en vos confío, confiamos, sálvanos, queremos contar contigo!” Y el Señor, que es padre, que nos conoce y sabe de qué palo estamos hechos, sale a nuestro encuentro y nos reclama poder obrar el asentimiento de la fe.

Confiemos en el Señor y viviremos con más tranquilidad, con más paz y sobre todo escuchando esa Palabra, “¡Soy Yo, no teman!”, desaparece el miedo, el pecado, la cobardía y surge la fuerza y la esperanza para vivir como discípulo y testigo del Señor.

Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.