XXV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A

San Mateo 19, 30–20, 16: Los últimos serán primeros y los primeros serán últimos

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

 

Evangelio según San Mateo 19, 30 – 20, 16  

 

Evangelio: los últimos serán primeros y los primeros serán últimos

 

¡Qué Evangelio fuerte!: la parábola de “los obreros de la viña” nos habla de la Misericordia de Dios, como vemos también en el relato del “hijo pródigo” y que debemos tener en cuenta. Cómo Dios tiene un criterio distinto al que tenemos los hombres y cómo emplea una lógica distinta a la lógica humana. Sobrepasa y supera lo que uno puede pensar, percibir o tratar en la justicia humana.

 

Dios supera la justicia humana. Pone y ofrece la justicia divina que supera todo pensamiento, toda lógica y toda razón. Lo que Dios propone no es irracional, no es algo que va en contra de la naturaleza humana, pero sí la supera enormemente porque, como dice, “los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos.” Dios viene para todos y concede a todos, especialmente a los más desprovistos, a los más pequeños, a los más humildes, a los más pobres, a los más sufrientes, como expresamos los obispos en Argentina. Es una realidad que llega profundamente y que llega para colmarnos con su ternura y su Misericordia.

 

Pero veamos también esto: la actitud de Dios y la incomprensión nuestra. Es gracia de Dios hacernos sus hijos y hacernos hermanos entre nosotros. Lo de Dios es imprevisible, pero es un cambio y un vuelco de valores, algo extraordinario, ¡muy fuerte!: que el Reino de Dios es un don y una gracia de la bondad del Señor. Sin embargo nuestros pensamientos, nuestros caminos, son distintos a los suyos. Pero Dios es bueno, es fiel y siempre está atento a nosotros.

 

En la vida hay gente que se queda mirando las cosas desde afuera y busca el resarcimiento con la pretensión de ser correspondido. A éste, Dios le dice: actuá, amá, serví, pero no busques el resarcimiento y no tengas pretensiones por encima de los demás. ¿Pero cómo le pagó igual al que trabajó menos? “¿Qué te molesta a ti que yo sea bueno?”, dice el Señor.

 

Debemos ponernos en la lógica de Dios para entendernos y para entender a los demás. Pidamos esta gracia, por favor, para entender, porque la gracia de Dios es lo que nos da fuerzas para vivir una realidad nueva y distinta. Esta gracia es la verdadera y única expresión y manifestación de Dios de la cual el demonio siempre tendrá miedo. La gracia. La comprensión total.

 

Pidamos tener criterios de Dios, aprender a gustar las cosas de Dios y que esos criterios de Dios, criterios evangélicos, nos humanicen cada vez más.

 

Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.