XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Juan 6,24-35: “¡Yo soy el Pan de Vida!”Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia
Evangelio según San Juan 6, 24-35 (Ciclo B)
Evangelio: “¡Yo soy el Pan de Vida!”
El simbolismo de San Juan es muy profundo. Siempre está hablando de un
tema y nos transporta a otro tema. Siempre está hablando de una realidad y nos
lleva a otra realidad. Es un lenguaje simbólico. Pero el simbolismo lleva a
introducirnos en el misterio y el misterio es Dios.
Por eso, todos los seres humanos que vivimos, que conocemos, que nos
desarrollamos, que nos expandimos, que nos comunicamos, no podemos explicarnos a
nosotros mismos. El hombre se explica a sí mismo, se entiende a sí mismo, cuando
se abre a Dios, cuando se abre a la trascendencia. Y esta relación con Dios, uno
se explica a sí mismo, uno se entiende.
Es el tema de la participación: Dios nos participa, Dios se nos comunica, Dios
se nos revela, Dios se nos da. Él se constituye para nosotros como “Pan de
Vida”, y el que cree en Él “jamás tendrá sed”
El hombre es un peregrino, ¡somos peregrinos!, y podemos caminar por la vida
preguntándole a cada cosa, aún simbólicamente, a la naturaleza, a la “hermana
agua”, al “hermano sol”, a la “hermana luna”, a los inmensos océanos, a los ríos
profundos, a la belleza del bosque, a la inmensidad de la montaña. Todas estas
cosas, que son naturales, son hermosas, nos abren, pero ellas no pueden dar
nuestras respuestas.
Vamos a preguntarle a las cosas de este mundo: a las personas, a las relaciones,
a lo humano, a lo sexual, a todo lo que uno quisiera prolongar; a los bienes de
esta tierra, a los poderes; todas esas cosas pueden ser buenas, pero nunca van a
llenar el alma. El que llena el alma es Dios y nosotros tenemos un apetito
infinito de amor de Dios.
El Papa, en la última encíclica que nos ha escrito, “Caridad en la verdad”, nos
dice que el hombre, abierto a la trascendencia, tiene que volver a reubicar,
volver a reunirse y reunificar todas las cosas, poniendo en todos los aspectos
humanos y relacionales la presencia de Dios. Dios tiene que estar en la
economía, en lo social, en la familia. Dios tiene que estar en todas las
relaciones de nuestra vida
Vamos a pedir al Señor que creamos en El, porque el que cree en El jamás tendrá
hambre, el que cree en El jamás tendrá sed, porque Dios es la respuesta a toda
nuestra vida.
Les dejo mi bendición en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.