XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B.
San Marcos 10, 35-45: La vida del cristiano tiene que ser un servicio en la verdad.

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

Del texto se desprende algo que debemos entender: todos tenemos una vocación y es Dios quien nos pone en cada lugar. Ahí, donde Dios nos pone, tenemos que estar contentos porque si nos pone allí es para que podamos dar muchos frutos. 

En una ocasión, Santa Teresita del Niño Jesús le decía al Señor: “mira, yo soy una pelotita y Tú estás jugando con ella siempre, ¡sigue jugando!, y cuando te canses de mí, déjame en un rincón que yo estaré contenta porque Tú me has puesto en ese lugar.” ¡Qué confianza!  

Aquí se señala la importancia de Aquél que pone, Dios, y la importancia con que uno recibe ese lugar. Esa importancia no está en los cargos, sino en la confianza de Aquel que da y la confianza de aquél que recibe.

¡Por eso uno es importante!

¡Porque Dios es importante!

¡Cada uno de nosotros es importante!

Si los demás no lo reconocen, ¡qué lástima!, pero Dios lo reconoce.

Y tú también lo debes reconocer. 

Uno no tiene que vivir mediáticamente, según lo que los demás dicen u opinan, o esas “nubes de humo”, o esas fantasías, o esas idolatrías que, en lugar de hacer bien hacen tanto mal, eso no agrega nada, ¡la opinión no agrega nada!, ¡las razones no agregan nada!, ¡sólo agrega el reconocimiento de la verdad! ¡La verdad y la caridad son la obra maestra, la obra cumbre, de la vida de un cristiano!  

El Papa, Benedicto XVI, insiste mucho en su encíclica “Caridad en la Verdad ”, que recomiendo leerla, meditarla, reflexionarla, porque es una carta muy profunda donde el Santo Padre nos deja un pensamiento extraordinario tanto del pasado como del presente e iluminará el futuro por largas décadas. 

Hoy pedimos al Señor que cada uno asuma su rol, porque al hacerlo asume su propia misión. ¡Y que esa misión y ese rol los cumpla bien! ¡Y los haga bien, poniendo lo mejor de su vida!  

Uno tiene que crecer en la excelencia del servicio y la caridad. Nuestra vida tiene que ser un servicio en la verdad. Entonces, el que tiene autoridad que mande con autoridad, ¡pero con verdad! ¡No fingir! La autoridad bien ejercida, es un servicio.  

Para nuestra vida, pidamos a Dios servir con verdad y con caridad, en el rol que Dios y la Iglesia nos han puesto. 

Les dejo mi bendición, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén