XXXII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B
San Marcos 12, 38-44:
“Es más grande dar que recibir”

Autor: Monseñor Rubén Oscar Frassia 

 

La religión y la sabiduría del mundo y de la vida nos dicen que es más grande dar que recibir. Pero dar no de lo que sobra, que también hay que hacerlo, sino dar de lo que uno tiene necesidad.

 

Ustedes saben, igual que yo, que la gente percibe cuando uno está dando lo que le sobra o cuando uno está dando desde su vida, desde su corazón. Este es el desafío que la sociedad tiene y que en la Iglesia también tenemos  todos nosotros.

 

Porque uno puede vivir y actuar como un funcionario; uno puede “hacer” porque está “mandado”; pero uno tiene que hacer porque ama, porque quiere servir y porque quiere dar todo. ¡No sólo te doy esto, sino también te doy mi fe, te doy a Jesucristo y con Él te doy mi vida y mi corazón!

 

La vida se maneja en este binomio: lo superfluo y lo necesario. Acostumbrémonos a dar de lo necesario; de lo que nos duela; de lo que nos “toque”; de lo que nos comprometa.

 

Y en el mundo del dolor, ante el servicio ¿qué nos sucede?: no tenemos mucho tiempo, corremos siempre, la gente está muy ocupada y tiene necesidad de distraerse, evadirse superficialmente, enajenarse de este tiempo histórico, difícil, complejo y complicado. Pero es muy importante saber que uno tiene que tener espacio para los demás.

 

Los padres: ¿cuántas veces los hijos dan lugar para escuchar a los padres?, Los abuelos: ¿cuántas veces los hijos, o los nietos, dan lugar para escuchar a los abuelos? Fijémonos cuántos abuelos están en los geriátricos, muchas veces, abandonados. Ya sé que el tiempo es despótico y la sociedad nos corre, pero uno tiene que preguntarse ¿para qué corremos?, ¿por qué corremos?, si todo no es necesario ni importante; será urgente quizás, pero uno tiene que dar espacio a algo distinto. Como humano, algo distinto; como cristiano, algo distinto.

 

No podemos hacer todo, pero aquello que está bajo nuestra responsabilidad debemos hacerlo ¡y hacerlo bien! Y para que nosotros podamos cumplir, en este hoy, es necesario tener una vida de oración.

 

El que reza se moviliza.

El que reza obra mejor.

El que reza toca la verdad.

El que reza da frutos y frutos en abundancia.

 

Recordando a los enfermos en esta jornada, les dejo mi bendición: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.