XVIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo C
La Voz Católica
Arquidiócesis de Miami
Ministerio de formación cristiana 



Lectura del Evangelio según San Lucas 12:13-21

 En aquel tiempo, hallándose Jesús en medio de una multitud, un hombre le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia”. Él le contestó: “Amigo, ¿quién me ha hecho juez o partidor de herencias entre ustedes?” Después les dijo: “Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus pertenencias las que le dan vida”. En seguida les propuso este ejemplo: “Había un hombre rico al que sus tierras le habían producido mucho. Se decía a sí mismo: ‘¿Qué haré? Porque ya no tengo dónde guardar mis cosechas’. Y añadió: ‘Ya sé lo que voy a hacer: echaré abajo mis graneros y construiré otros más grandes, para guardar mi trigo y mis reservas y me diré: Alma mía, tienes muchas cosas almacenadas para muchos años: descansa, come, bebe, pásalo bien’. Pero Dios le dijo: ‘Tonto, esta misma noche te van a pedir tu vida, ¿quién se quedará con lo que amontonaste?’ Así pasa al que amontona para sí mismo en vez de trabajar por Dios”.

Comentario breve:

En tiempos bíblicos, era costumbre pedir a los rabinos que ayudaran en los asuntos de herencias entre hermanos, por lo tanto, la pregunta del hombre a Jesús es apropiada. Sin embargo, Jesús no la contesta y aprovecha la ocasión para continuar sus enseñanzas sobre el discipulado que el hombre había interrumpido rudamente. Para esto usa la parábola del “rico necio”, necio porque pensaba que a mayor riqueza correspondía una mayor felicidad, y pobre porque había perdido el sentido de lo que en realidad era importante. El propósito de la parábola no es condenar las riquezas, sino dejar en evidencia la torpeza de quien pone toda su confianza en éstas.

Por último, la historia nos recuerda que la vida es un don gratuito de Dios y que sería tonto planearla como si tuviéramos la certeza de que va a ser larga y saludable.

Tres ideas importantes de la lectura:

El rico de la parábola no es malo. Su pecado no está en ser rico, sino en no saber ser generoso con su riqueza.

El rico necio busca su seguridad en las posesiones materiales, cuando el verdadero tesoro está en liberarnos de nuestra avaricia. Hoy, más que nunca, sabemos que es tonto poner toda nuestra seguridad en el dinero.

La parábola emplea cierta ironía al recordarnos que aún cuando podamos controlar nuestra vida con el dinero, no tenemos control alguno sobre nuestra muerte.

Para la reflexión:

1. ¿En dónde pongo mi confianza? ¿Qué o quién me da seguridad? Explica.

2. ¿He dejado alguna vez que la avaricia arruine mis relaciones familiares? ¿Qué pasó?